Como ya hablé de Lo imposible de J.A. Bayona en San Sebastián (ver crónica) –la reacción del público en Sitges ha sido igual de entusiasta… así como la crítica se ha sentido decepcionada- salto directamente a hablar de películas que sí me han gustado. Empezando por La cabaña del bosque, película dirigida por el debutante Drew Goddard –con decir que fue guionista de la serie Alias y del hit Monstruoso, supongo que el lector se hará una idea de lo brillante que puede llegar a resultar- y escrita por Joss Whedon (Los Vengadores 2), la cinta es un cruce magnífico entre una comedia terrorífica (el patrón de Posesión infernal sigue siendo una guía para todo tipo de jóvenes cineastas), un macabro reality show (qué pensarán los autores de Los juegos del hambre cuando la vean) y la revisión posmoderna de las líneas que delimitan el cine de género. La historia gira alrededor de la aventura mortal en la que se adentran un grupo de jóvenes al verse rodeado de zombis en la cabaña a la que habían ido a disfrutar el fin de semana, sin saber que todo forma parte de un plan controlado por una intrigante empresa gubernamental para crear un espectáculo con sus muertes. El espectáculo acaba siendo superlativo: un divertimento inteligente, afilado y descacharrante que acaba funcionando como una caja de sorpresas continuas. Un juego infinito que sabe mantener el suspense a lo largo de todo su metraje y que guarda para sus veinte minutos finales un auténtico festín para los mitómanos del horror. Y es que desde La gran guerra Yokai de Takashi Miike no se veía tal imaginario monstruoso en la gran pantalla. Los fans del género lo van a flipar.
Seguimos con otra maravilla, esta vez de la animación stop-motion: El alucinante mundo de Norman de los directores Sam Fell (Ratónpolis) y Chris Butler (colaborador de Henry Selick y Tim Burton). Decía el crítico Juan Manuel Freire hoy en un tweet que ésta era la película que Tim Burton no ha conseguido hacer en los últimos diez años. Una perfecta aseveración que resumiría todas las cualidades de la obra: inteligencia, talento, belleza y una magnífica historia pensada para que alucinen tanto pequeños como mayores. En ella, Norman, un chico capaz de hablar con los muertos, se adentra en una tronchante aventura donde deberá enfrentarse a zombis, brujas y la plebe exaltada clamando sangre, en aras a salvar a su propio pueblo de la devastación. En ella caben tanto la comedia teen de instituto –Norman sufre el desprecio de sus compañeros de escuela- como la aventura ochentera de tintes más fantásticos –y ahí hay dónde escoger: Los Goonies, Una pandilla alucinante, Bitelchús…-, que recoge el relevo de Los mundos de Coraline como la perfecta comedia terrorífica de animación contemporánea. En España se ha retrasado su estreno al año que viene, esperemos que no tarde mucho en llegar y así la alegría ya será colectiva.
El alucinante mundo de Norman
Y ahora, un despiporre: Piranha 3DD de John Gulager, secuela del film-remake que dirigiera Alexandre Aja hace dos años. Dado el espíritu gamberro que se le presupone, uno acudió a la maratón de madrugada a sabiendas de que se iba a encontrar un auténtico delirio plagado de sangre, mutaciones y cuerpos de mujeres desnudos (con pechos tamaño XXL: de ahí la doble “D” del título). Dicho y hecho. El espectáculo ofrecido por Gulager es puro exploit, una película sin pies ni cabeza al que se le acaba perdonando todo dado el carácter extremo de su zafiedad. Una acumulación de escenas a cual más divertida –si te hace gracia ver como un chico se corta su propio pene atrapado entre los dientes de una piraña, ésta es tu película-, en un despiporre en vertical que acaba saliéndose de madre en una matanza final que podría pasar a los anales del cine más burro que uno pueda imaginarse. Además sale David Hasselhoff haciendo de David Hasselhoff, ¿qué más se puede pedir?
Música de fondo: Bill Evans Trio & Stan Getz.
Alejandro G.Calvo