29 años han pasado desde que Al Pacino interpretara a Tony Montana en El precio del poder (Scarface), el gánster cubano más icónico de la historia del cine, un personaje que pasó de la nada a la gloria, del ambiente agónico de una prisión repleta de inmigrantes cubanos a un paraje de ensueño colmado de excesos, lujos y vicios. Un paraje en el que la mansión del criminal era el principal atractivo.
En la ficción, el fantástico palacete del personaje creado por Brian De Palma estaba situado en Miami, pero realmente se encuentra en Santa Bárbara, California. Abarca más de diez hectáreas de terreno, tiene vistas al Océano Pacífico y cuenta con enormes palmeras, cinco dormitorios, ocho baños, piscina climatizada, casa de invitados y patio con jardín, en el que se encuentra la famosa fuente en la que transcurre el desenlace del film.
Por 23.000 euros al mes, se ofrece la oportunidad de vivir en el paraíso en el que Tony Montana pasó sus últimos momentos. Un lujo para los fans, aunque no apto para todos los bolsillos.
Raquel de la Haza