¿Cómo llegaste a este proyecto?
Miguel Courtois: Un día cenando con un amigo francés me contó la historia del secuestro de un niño por las FARC que, esos días, estaba en la prensa. Él me dijo: deberías estudiar a fondo esta historia, ahí detrás hay una magnífica película. Contacté con mi guionista, Antonio Onetti, con quien había hecho El Lobo (El Lobo) y Gal y estuvimos hablando del tema, tratando de ver qué podríamos sacar de todo ello. A partir de ahí Antonio escribió un primer esbozo de guion con el que empezamos a trabajar.
¿Qué tiene el cine político que te interesa tanto?
MC: Más que lo político me interesa cómo la gente trata de sobrevivir en circunstancia que le son muy injustas. Por ejemplo yo veo muchas conexiones entre Lobo y Operación E: como la lucha de los inocentes frente al sistema. También me interesa que sean historias desconocidas, es decir, si yo no llego a contar la historia de Lobo nadie la habría conocido nunca. Y lo mismo en Operación E, si yo no lo cuento Chávez y las FARC seguirían poniéndose las medallas. No sé si es política o no, sólo quiero dejar testimonio de todas estas injusticias.
Lo bueno del cine es que permite hacer un trabajo de memoria. Los reportajes de actualidad se olvidan rápidamente, no así en el cine. De ahí la importancia de la ficción. El cine debe participar en un mundo en el que todos somos ciudadanos y los cineastas tenemos el deber de contar cómo va ese mundo. Por eso no me gustan las películas de "géneros", prefiero implicarme más a un nivel personal.
¿Cómo te unes al proyecto?
Luis Tosar: Me mandaron el guion y me pareció cojonudo. Entonces no tenía ni idea de a qué me iba a enfrentar.
MC: Le plantamos una trampa y picó de lleno.
LT: Así que como el guion me fascinó me metí de lleno en la película. Sé que siempre se dice eso de las películas que haces, al fin y al cabo esto es promoción pura y dura, pero lo cierto es que siempre hay esas tres o cuatro películas de las que te alegras mucho por haber participado en ellas. Y esta es una de esas raras ocasiones.
¿Cómo resultó el dar vida a un personaje tan sufridor?
LT: Durante la película no hubo ningún problema. Uno se pone en el lugar que tiene que estar y listo. Yo cuando más sufro es preparando el personaje pero, una vez empieza el rodaje, uno tiene que tener frialdad de cirujano. A mí me han pagado por hacer un papel y yo voy a hacerlo lo mejor que sé. No puedes dejar que un personaje te afecte tanto que acabe bloqueándote.
¿Cómo se controla un material tan duro para que no resulte histriónico?
LT: Es un trabajo que de se desarrolla en el rodaje, es ahí dónde tienes que ver claro hasta que punto debes forzar. Pero vaya, el director e el que tiene que medir esas cosas, porque él lo ve todo mientras que tu estás metido en el fregado. Creo que en esta película existía el riesgo de que se nos fuera de las manos.
MC: Pero no sólo cono el personaje sino con la historia en sí. Había que evitar a toda costa que el trabajo quedara miserabilista. Con Luis, por suerte, jamás hemos tenido ningún problema. Todo surge de forma muy natural.
LT: Hay que hablar mucho, el trabajo con el director es básico. Los personajes no son unidireccionales, tienen sus matices y muchos se construyen in progress, en el rodaje. En nuestro caso creo que tiene un lado turbio que era necesario trabajar. Además, ver el personaje en el papel es muy bonito, eso hay que levantarlo y pulirlo. Todo se ve mucho mejor cuando se le va dando forma.
¿No hubo problemas con las FARC?
MC: Problemas, no. Pero tuvimos que tomar muchas precauciones, por supuesto.
¿Alguna anécdota del rodaje de la selva?
MC: Los mosquitos. Los odio. Tengo aversión por ellos. Y va y me voy a rodar a mosquitolandia. Hubo días que no podía ni ver el combo –set de TV donde se visualiza el rodaje- de la cantidad de mosquitos que había. Los eléctricos me tuvieron que construir una jaula con telas. Me masacraron.
LT: En la selva siempre pasa lo mismo, cuando vas a localizar las escenas ésta tiene un aspecto y cuándo vas a rodar resulta que tiene otro totalmente distinto.
MC: Como la secuencia que queríamos rodar en un río y cuando llegamos, ¡ya no había agua!
Operación E
Alejandro G.Calvo