El 19 de julio se estrena la comedia Llévame a la luna, protagonizada por el dúo formado por Dany Boon (Nada que declarar) y Diane Kruger (The Bridge), unos completos desconocidos que sin saberlo están a punto de alterar todo en lo que creen cuando sus caminos se cruzan.
Para conseguir casarse con el hombre de sus sueños, y romper la maldición familiar sobre el fracaso del primer matrimonio, Isabelle (Kruger) decide engañar al primer hombre que se cruce en su vida para hacer un divorcio exprés. La fortuna hará que el elegido sea su compañero de vuelo, Jean-Yves (Boon), un alocado guía turístico, al que conducirá a experiencias que nunca imaginaron con tal de conseguir una separación forzosa.
La película gira en torno a una maldición, ¿crees en ellas?
No [se ríe], la maldición es un pretexto. Hay muchas parejas que fracasan en el primer matrimonio, siendo un poco realistas, pero aquí se usa como base para hacer la comedia.
Al principio tu personaje es un ser egoísta, ¿fue difícil hacer que cayera bien al espectador?
Si, era un reto. A lo largo del tiempo, entiendes que es agresivo y torpe por timidez. A menudo es el problema en una relación con alguien que te impresiona demasiado, siendo hombre o mujer, te vuelves torpe. Pensar que no tienes que decir bobadas es la mejor manera de que salgan solas.
¿Te han dejado mucho margen para la improvisación?
Sí, por ejemplo en la escena del dentista cuando me pinchan, hay mucha improvisación. Además yo mismo propuse cosas como la cojera o que me fabricaran la lengua.
Tu personaje es un gran fan del baile, ¿has necesitado clases o compartes su pasión?
No, en absoluto, soy un gran bailarín [se ríe]. Tres meses necesite de clases para aprender el baile ruso, además de clases para el idioma.
El rodaje os ha llevado desde Francia a Moscú y Kenia, ¿cómo ha sido la experiencia?
Era increíble, vivíamos la historia de la película en directo. Sobretodo pasar del último rincón de Kenia, en el sitio más salvaje donde los animales son los reyes del lugar, a Moscú, que es una ciudad europea edificada y fría. Pasábamos de 40 a 3 grados, ¡era sorprendente!
La protagonista desde niña quería viajar a la luna, ¿cuál es tu sueño de la infancia?
Siempre quise actuar en el Teatro Olympia de Paris, fue mi sueño. Y el día que lo conseguí me hice una foto para inmortalizar el momento.
Si pudieras quedarte con algo bueno y algo malo de tu personaje, ¿qué elegirías?
Lo que más me ha gustado ha sido su humanidad, su ternura, escenas como la del dentista, la de la bolera, o la escena de la danza. Quizás lo que he odiado ha sido beberme el "supu", esa bebida nativa con trozos de cabra. Era asqueroso y olía fatal. Lo rodamos en un sitio real y había trozos de animales por todas partes. Fue tan insoportable que Diane [Kruger] enfermó de verdad, y no hizo falta fingir el vómito.
En las tomas falsas al final de la película se os ve pasándolo bien. ¿Hay alguna anécdota de rodaje que puedas contar?
El pobre chico que hace de jefe de la tribu Masai, era en realidad el único que no era Masai. Era un abogado que había dado clases de aerobic en la región, y como a Pascal [el director] le daba miedo que los indígenas no actuaran bien en la única frase que tenía de guion la tribu, le contrató. Al final, resultó que actuaba peor que los propios Masai y tenía pánico escénico. Tardó dos horas en grabar la frase, y yo, mientras, intentaba animarle dándole codazos y guiñándole los ojos.
¿Te has planteado hacer un papel fuera de las comedias?
Estoy esperando un papel serio, con un buen guion. Algo que sea muy bueno como para que yo sea capaz de aceptar no hacer reír en una película.
¿Qué labor te gusta más, la silla de director o actuar?
Me gusta compartir con los demás, con el equipo de rodaje. Lo que prefiero es estar encerrado escribiendo un texto en un despacho, trabajar muchísimo con un guion, para enviárselo a mi equipo y terminar viendo cómo se transforman las cosas, como se crean los decorados, el nacimiento de los personajes a través de los actores que he elegido. Porque de repente lo que he pensado encerrado solo en una habitación, sufriendo mientras escribo, recompensa toda la satisfacción de ese dolor cuando llego al rodaje y me junto con los actores y mi equipo de rodaje.
Si pudieras elegir algún director español con el que poder trabajar, ¿a quién elegirías?
Amenábar. Me gustan mucho sus películas, Mar Adentro es una de mis películas favoritas. La vi en versión original una mañana, ya que acostumbro a ver dos películas seguidas cuando hago un tour con el trabajo. Me perturbó tanto que no pude ir a ver la siguiente después. Me parece que es un director increíble.
¿Te sientes a contracorriente con el género de comedia gamberra y juvenil que se ha puesto de moda?
Con respecto a Hollywood sí, con respecto a Francia, como tengo éxito sí que resulta una contracorriente enorme [se ríe]. Pero al principio sí, tuve que luchar para hacer Bienvenidos al norte, no había mucha gente que creyera en el proyecto, y finalmente fue un gran éxito.
¿Puedes decirnos algo de tus próximos proyectos?
He hecho una película que se estrenará el año que viene, Supercondríaco. Vuelvo a trabajar con Kad Merad, en esta ocasión él es mi médico y yo un hipocondriaco, hace 18 años que nos conocemos y pienso que es mi mejor amigo, pero en realidad no me soporta. La película trata sobre su esfuerzo por encontrarme una mujer y que así le deje tranquilo, lo cual es complicado, ya que mi personaje tiene fobia a los gérmenes.
Estela Martínez Tembleque