Violet está más cerca de tus trabajos en corto que de La otra hija.
Tiene que ver con una voluntad de recuperar el control creativo absoluto de un proyecto. Es cierto que a nivel económico es más pequeña que The New Daughter. Pero, por otro lado, sus temas son mucho más universales, con lo cual no sé qué es lo que determina el tamaño. Para mí es, como resumen, la vuelta al control creativo de un proyecto, poder fallar y saber que lo haces tú solo o poder acertar de vez en cuando y no haber tenido a nadie incordiándote.
¿Y era un proyecto muy medido?
Soy muy maniático y muy histérico, aparte de que todo me lo tomo como un aprendizaje y por eso me gusta hacer cosas diferentes. Esta película me la tomé también como el fin del "control frikismo". Evidentemente había un guión muy cerrado, mucho trabajo detrás, pero he asumido que el destino dirige y en vez de volverte loco si tienes un problema, debes resolverlo de otra manera. Yo había hecho animación con seres humanos y ahora he hecho una película a medio camino con el destino.
¿Dirías que es una comedia romántica o una película de terror?
Entre esas dos opciones, es una comedia romántica sin duda. Además, pienso que es un drama sobrenatural. Nunca sé exactamente qué género son las cosas que hago. No sé cómo denominar a todo esto.
¿Tenías muy claro el aspecto visual que le querías dar al filme?
Absolutamente. Soy muy talibán del fotoquímico, porque el digital creo que hay que tener muchísimo dinero para grabarlo y que no parezca un making off de alguien que ha ido a un set de una película. Al ser una historia de sentimientos tan especiales, creo que tenía que estar en contacto con las cosas tangibles y materiales que permite el fotoquímico, todo el proceso de imprimir imágenes mediante un proceso químico. Quería estar más en contacto con eso y ahí llevé la cámara. Esta energía quería que estuviera en la película y, además, es un largometraje que parte de un personaje haciendo una odisea a partir de una fotografía. Creo que era una película que debía estar contada en fotografías. El cine no captura movimiento, sino fotografías que, proyectadas de una manera determinada, dan la ilusión del movimiento exacto que hace el personaje. Por su parte, el digital ha aprendido a grabar el movimiento. Esto es algo que no tiene que ver con contar una historia porque carece de magia. En el momento en el que lo grabas ya se puede emitir y ya existe ese movimiento, no tienes que generarlo luego en la proyección. También es importante mi voluntad de que la película tuviera un “look” como “amateur”, parecida a una obra de los 60's cuando la gente tenía cámaras de 16mm. Por eso no busca ser perfecta. De hecho, busca voluntariamente el ejercicio de ser fallida en muchas cosas estéticas. La conclusión es que debía de ser un proyecto fotoquímico.
¿Tiene una intención especial el uso de la música como contrapunto de la imagen?
Sí que me hacía gracia ese contrapunto. Pretendía que la búsqueda de él fuera más moderna y tecnológica, mientras que la presencia de su compañera es mucho más analógica y acústica. Ella es una guitarra y él un sintetizador y, dentro de esto, los referentes que utilicé se basan en una pieza que podía haber estado hecha con un Casio PT1. Me parecía divertido que tuviera esa densidad de lo electrónico con unas imágenes “amateurs” de los sesenta.
¿Tuviste que hacer descartes de material grabado en la película?
Rodé bastante más. Aun así, la película está muy viva y la he escuchado mucho. He omitido alguna cosa, como ya había hecho con el corto de For(r)est in the Des(s)ert. Esta película consiste en descubrir lo que tienes cerca para poder llevarlo a cabo. Muchas veces te hace ir descubriendo las cosas a medida que las vas haciendo. Como dice Stephen King, él escribe una novela y no sabe de qué va. Conoce la estructura perfectamente, cómo funciona, el ritmo que tiene, etc. Pero no descubre que está hablando del divorcio, de la amistad entre hermanos, de la incondicionalidad o de la ansiedad hasta que la lee varios días después. Revisa la novela y espolvorea el tema en cada capítulo. Siguiendo un poco este espíritu "stephenkingniano", sí que sabía de qué iba la película, pero me fui deshaciendo de varias cosas que no me interesaban, elementos que no me permitían terminar de funcionar tal y como me lo había planteado desde el principio. Así descubrí cuál era mi gran tema y me centré en ese, por lo que sí que hay mucho material descartado.
¿Cómo encaja en todo esto el Doctor Jesús Valverde?
Jesús es parte de la “Fundación de la Medicina del Alma”, que son coproductores de la película. Es una fundación que hay en San Diego. Cuando el doctor Jesús Valverde fue a Estados Unidos la primera vez a trabajar con ellos en su centro especializado en tratar la enfermedad del cáncer, Garbiñe Ortega, la productora de la película, y yo fuimos con él a hacer el viaje y a traducirle. En el mes que estuvo sólo se aprendió una palabra en inglés: Violet. Entonces le dije: “Cuando vuelva voy a hacer una peli que se va a llamar Violet sólo porque es la única palabra que te has aprendido". Jesús es una persona profundamente espiritual y mágica. Está detrás de todo esto, junto con esa experiencia en el centro de cáncer de San Diego y de la fundación de la Medicina del Alma. Gracias a ellos pudimos hacer este proyecto. Hemos aprendido el poder de la intención, el cómo en ese centro a los enfermos terminales de cáncer se les enseñan las emociones y se les trata desde sitios que van más allá de los fármacos, la creencia de la conexión de planos diferentes de la realidad, la asunción de eso como algo normal. Todo esto forma la base de la inspiración de esta película.
¿Y ahora qué? ¿Vamos a tirar por la rama indie o vamos a buscar un proyecto grande?
No hago planes. A mí Guillermo del Toro me enseñó una cosa y me dijo: "Haz cada vez una cosa diferente en un sitio distinto para que todos sepan que no les necesitas". Allí ya han visto que no les necesito para hacer una película porque puedo hacer las mías. Aquí ya vieron que no les necesitaba porque podía irme allí a hacer películas de terror. Supongo que cuando encuentre la película, la idea o la historia adecuada. No tengo una especie de guion secreto donde anoto lo que siempre he querido hacer. Hay un momento en la película en el que se produce un susto, el cual me resulta muy sugerente, por lo que me gustaría hacer algo en ese camino. Dar un poco de miedo o, por lo menos, hacer un thriller de terror. No me preocupa tanto el tamaño de la peli como el hecho de que sí me gustaría hacer algo del género.
La otra hija
Alejandro G. Calvo / Pedro Parra