Philippe Le Guay vuelve a la gran pantalla con Moliére en bicicleta, su último trabajo como director y guionista. La película cuenta el duelo y amistad de dos hombres con personalidades totalmente opuestas, pero a los que les une la actuación y Moliére. En SensaCine hablamos con él sobre su trabajo como guionista y director, de su gran amigo Fabrice Luchini y de cómo es trabajar con Carmen Maura. Moliére en bicicleta se estrena este viernes 25 de abril.
¿Cómo surge la idea para Moliére en bicicleta?
Viene de mi amistad con Fabrice Luchini, el actor que interpreta al protagonista de la película: Serge Tanneur. Fabrice es una persona que tiene una obsesión con Moliére y, sobre todo, con su obra El Misántropo. Se la sabe de memoria. Un día estábamos paseando en bicileta por la pequeña Isla de Ré, lugar en el que se desarrolla la película y donde Luchini tiene una casa y, de repente, empieza a recitar las palabras del Acto I de El Misántropo. En ese momento vi una película. Una película que podía ser la reunión ideal del cine y el teatro con un actor que dice los versos de El Misántropo hoy; en nuestro siglo y fuera de la teatralidad. Con el océano, los parajes y las apuestas de sol de la Isla de Ré como escenario. Todo muy cinematográfico.
Lleva ya cuatro películas con Fabrice Luchini. ¿Cómo es trabajar con él?
Es un actor muy instintivo, un actor del que me gusta mucho su manera de recitar los textos literarios, su manera de decir las frases, su lenguaje. Lo que más me gusta de él es lo que puede expresar con sus ojos. Es como un actor de cine mudo. Algo que es una paradoja, porque en la película habla mucho, pero los momentos más importantes son cuando puedes ver la expresividad en sus ojos. Por ejemplo, en la escena en la que los dos actores principales están ensayando a Moliére y a su compañero Gauthier no deja de sonarle el teléfono móvil. Es increíble lo que puedes ver a través de sus ojos. Porque no es sólo irritación. Es más que eso: es incompresión. Él no puede aceptar que el otro reciba llamadas con Moliére. Para él es como un sacrilegio.
Además de director también eres guionista. ¿Crees que es mejor que el director se encargue del guión y de la realización o que es preferible separarlo?
Para mí es imposible no escribir. Es cierto que toma mucho tiempo, que es algo díficil, y que al final terminan existiendo varias versiones del guión, pero escribiendo la película empiezas a darles vida a los personajes y ese es el principio de la dirección para mí. En el sistema americano, por ejemplo, es más raro que los directores escriban sus guiones. Me gusta cuando son los realizadores los que también escriben la historia como Woody Allen, James Cameron o Cristopher Nolan... porque es su obra.
¿En cuál de las dos funciones te sientes más a gusto? ¿Como director o como guionista?
Creo que al principio era mejor guionista, pero ahora estoy progresando como director. En mis inicios como realizador, llegaba al 'set' de rodaje y tenía miedo de los actores y del tiempo. Hay que tomar decisiones muy rápidas. Pero ahora, en las últimas películas que he dirigido, disfruto con el rodaje. Me gusta la intensidad y me gusta trabajar con los actores porque es como escribir un guión.
En Moliére en bicileta los protagonistas tienen una visión de El Misántropo diferente, desde personalidades opuestas. ¿Crees que con eso has conseguido acercarte a hacer un ensayo sobre la obra de Moliére?
No, porque no es algo intelectual. No tengo una idea concreta sobre Moliére, pero es una inspiración muy importante para mí. He querido crear algo diferente con una interpretación moderna de su obra. Por ejemplo, hay un momento en la película en el que el personaje de Luchini quiere hacerse una vasectomía. Es una idea completamente loca, pero para mí un misántropo contemporáneo podría llegar a hacer algo así. En esa idea de "no querer tener hijos", de "odio tanto a la humanidad que voy a cortar esta posibilidad" está el fantasma de la misantropía. Al final, la película es una interpretación del personaje de Moliére con una perspectiva diferente a la de su época.
Hace unos años rodó la película Las chicas de la sexta planta. ¿Cómo recuerda trabajar con Carmen Maura?
Fue un placer y un honor. La película fue muy difícil de producir en Francia. Escribí un guión y me reuní con Carmen y aceptó, pero no conseguimos dinero para rodarla. Después de un año, cambié el guión y conseguí poder llevarla a cabo. Carmen siempre estuvo conmigo y cuando volví a reunirme con ella por segunda vez seguía queriendo hacerla. Escribí el personaje de "La Roja" especialmente para ella, pero al final decidió hacer el de la tía de María, personaje que interpreta Natalia Verberke. Por eso al personaje de "La Roja", que al final interpretó Lola Dueñas, lo llamé Carmen. Las chicas de la sexta planta la hice para vivir una vez más la impresión de estar rodeado de muchas mujeres españolas porque cuando era niño tenía una críada española. Es una cuestión psiconalítica.
Fabrice Luchini ha dicho que Moliére en bicileta es él y usted. ¿Qué tiene la película de realidad y de ficción?
La relación entre Serge (Fabrice Luchini) y Gauthier (Lambert Wilson) es un retrato de Fabrice y de mí. Fabrice tiene esa obsesión por la soledad y la verdad. Yo tengo la indulgencia. No me gustan los conflictos. Siempre tengo que buscar mi camino. Fabrice es como Serge y yo como Gauthier. Es como una proyección de nuestra relación, pero en el cine..