Luca (Quim Gutiérrez), un chico joven y misterioso que se pasa el día en la biblioteca, aparece en el peor momento de la vida de Joséphine (Julie Depardieu) consiguiendo sacarla un poco de su nueva soledad. Quim Gutiérrez, el actor catalán que debutó en el cine con AzulOscuroCasiNegro, una película pequeña pero que le valió el Goya a mejor actor revelación en 2006, da un "pequeño salto" al cine francés con la última película de Cécile Telerman, Los ojos amarillos de los cocodrilos, que se estrena el próximo 9 de mayo.
¿Cómo llega hasta ti este proyecto y por qué decides aceptarlo?
Buscaban a alguien para el personaje de Luca. Un hombre relacionado con el mundo universitario, culto y con conocimiento del francés, pero que no importaba que tuviese un acento latino. Alguien que podía ser español o italiano. Hice el casting y me mandaron el guión. El personaje me proponía a un hombre lleno de ambigüedades, con mucho claro-oscuro y pocas intenciones claras. Un tío simpático y sonriente a ratos, pero también esquivo y seco a otros y ese tipo de versatilidad en su carácter me parecía interesante.
Con esta película das el salto al cine francés. ¿Cómo ha sido la experiencia?
Ha sido un salto pequeño (risas). La experiencia ha ido muy bien. Evidentemente es una industria superpotente con la que me encantaría hacer muchas más cosas. El reto aquí era salvar el francés. Estudié francés hace tiempo y, por el hecho de ser catalán, me resultaba más fácil y supongo que tengo buen oído para los idiomas. Luego me puse con un 'coach' para "dar el callo". El hecho de que tuviera un acento extraño estaba permitido por el personaje, con lo cual es lo que menos me preocupaba. Lo que era más difícil de conseguir era la soltura a la hora de rodar. Tienes las tablas en tu idioma, pero no en otro.
Los ojos amarillos de los cocodrilos está basada en un 'best-seller' de Katherine Pancol. ¿Crees que el cine está llenándose de adaptaciones y se está dejando de lado la idea original?
Es verdad que hay ya varias versiones de Spiderman o Batman y cada vez que sale la última siempre te dicen "¡esta es la buena, esta es la buena!". No lo sé, yo creo que hay una pequeña histeria de búsqueda de valores seguros y aquello que ha funcionado una vez uno cree que tiene más puntos para funcionar que algo que aparece como nuevo. Creo que son tendencias, modas dentro de las propias productoras y en las búsquedas de nuevos proyectos.
Ocho apellidos vascos se ha convertido ya en la película más taquillera del cine español. ¿Crees que se necesitan este tipo de películas para que el espectador vuelva a reconciliarse con el cine nacional?
Sin duda, no (risas). Creo que lo peor que se puede hacer es plantear una película desde la búsqueda del fenómeno. Las películas se sostienen por sí mismas cuando, estando basadas en una idea original o no, tienen un concepto propio y una idea de principio a fin clara de qué es lo que quieres contar. Está muy bien querer divertir a la gente, pero creo que copiar elementos es un error.
Has terminado ya de rodar con el director británico Jim Loach. ¿Cómo ha sido la experiencia?
Muy buena. Hemos estado en Australia. Ha sido un rodaje bastante plácido, al menos para mí. He interpretado a un personaje secundario y el reparto es muy español: Antonio de la Torre, Carmen Maura y Paz Vega. Es la historia de una familia española que viaja a Australia para cultivar un viñedo. Tiene una estructura bastante clásica, pero es muy teatral y la historia familiar es muy potente.
¿Crees que el actor español tiene que emigrar?
El actor es un emigrante por necesidad haya nacido donde haya nacido. Creo en la búsqueda de buenos proyectos allá donde estén, si no están aquí uno los busca fuera. Eso sí, los proyectos le encuentran a uno y uno decide si los acepta o no. La de actor es una profesión injusta en la que da igual que te prepares mucho, que seas muy mono y que la gente te diga, después de dieciocho cursos de interpretación, que vales. Si no te dan películas, si no te dan papeles no los tienes, y es así de injusto. Si a alguno no le gusta la injusticia de este curro mejor buscarse otro. Esta premisa es algo de lo que me acuerdo cada día. Ahora gozo de una situación muy afortunada y esto puede cambiar en cualquier momento. Lo único que le queda a uno es disfrutar de lo que tiene en el momento y para mí es promocionar esto, acabar de rodar en Australia... pero es que no sabes si mañana, de repente, deciden que eras muy gracioso ayer, pero ahora ya no haces tanta gracia. Hay que estar un poco preparado.
¿Cuáles son tus próximos proyectos?
En verano ruedo Anacleto: agente secreto con Javier Ruiz Caldera y tengo pendiente de estrenar Amor y otras historias con Marta Etura y dirigida por Alejo Flah.
Eres un ejemplo de actor que es activo en redes sociales como Instagram o Twitter. ¿No te da miedo ser todavía más público a través de ellas?
Me da pavor. Lo que pasa que tengo la idea, no sé si cierta o no, de que con el cine te molestan menos. Que hay un acercamiento un poco más comprensivo hacia ti, en tanto que la gente no te tiene en su casa y gratis, sino que, de alguna forma tiene que pagar o, al menos, vestirse para ir a verte al cine. Con lo cual, hay una distancia mayor entre el personaje y la persona real. Las redes sociales, de alguna forma, compensan un poco la cantidad de cosas inciertas que se dicen de uno, pues uno puede compensar así con su propia verdad.
Has hecho drama y comedia. ¿En cuál de los dos te sientes más a gusto?
En ambos. Lo que me motiva son los proyectos retadores, que te hagan salirte un poco de lo que ya conoces y que no te pidan que repitas lo mismo por enésima vez. Son problemas de alguien que tiene el privilegio de currar, sin duda. Pero eso no quita que no puedas tener ciertas expectativas o ciertas imaginaciones de qué es lo que te gustaría hacer. A mí me gustaría variar y pasar de comedia y drama constantemente.
¿Algún director con el que te gustaría trabajar?
Con Alejandro González Iñárritu