Tiene gracia. Dado que la película de Atom Egoyan presentada hoy a competición, The Captive, versa alrededor de una trama de pederastas que secuestran y vejan a niños para crear una especie de red social pedófila, muchos cronistas han corrido a Twitter para decir que tiene “ecos a True Detective”, ¡casi nada! Si aplicáramos la misma lógica a todas las películas se podría decir que Centauros del desierto (1956) es la base de la que parte Aquí llega Condemor, el pecador de la pradera (1996). Si bien está claro que Egoyan aún no ha rebajado el nivel tanto como para dirigir a Chiquito de la Calzada, lo cierto es que sigue a años luz de sus mejores películas (y mira que tiene): Calendar (1993), Exótica (1994), El dulce porvenir (1997)… En The Captive teje un thriller malsano, con continuos flash-backs integrados en la narración a modo de puzle narrativo (marca de la casa), que ahonda en el drama de una familia –excelentes Ryan Reynolds y Mireille Enos como padres destrozados- a la que le secuestran a su hija pequeña. Si bien la parte dramática se sostiene con entereza, el cuerpo del thriller acaba por tornarse desastroso. Incapaz de mantener el suspense con entereza, dota al argumento de giros estrambóticos (con el añadido de trazar un villano que roza el esperpento) con algún añadido pretendidamente artístico –hay un monólogo a cámara de Rosario Dawson que es de bofetada- que acaba por tumbar toda la credibilidad que la obra poseía a su arranque. La Sección Oficial a punto de entrar en coma.
Kevin Duran, Mireille Enos, Scott Speedman, Ryan Reynolds, Atom Egoyan y Rosario Dawson (The Captive)
The Salvation del danés Kristian Levring –uno de los padres del olvidado DOGMA 95-, por su parte, nos alegró la mañana con su revival del eurowestern más chiflado, ese que cruza los vaqueros-samuráis a lo Leone con las tramas más rocambolescamente sanguinarias a lo Corbucci. Rodada con escaso presupuesto y un enorme protagonista principal –Mads Mikkelsen, casi nada, el actor con más mojo de la actualidad junto a Ryan Gosling y Michael Fassbender- la película sigue la vendetta particular de Jon, un danés emigrado al oeste americano, que ve impotente como masacran a su familia un par de ex presidiarios recién salidos de la cárcel. Con la única ayuda de su hermano se enfrentará a todo el ejército de mercenarios que controla un mata-indios de nombre Delarue (Jeffrey Dean Morgan) en un pandemónium de balazos, cuchilladas e incineraciones que levantaron los aplausos –por primera vez este año- entre la prensa acreditada. Es obvio que la factura de la obra cojea, en parte por la falta de presupuesto, en parte porque Levring tiene mejores ideas argumentales que de puesta en escena, pero dicho hándicap se supera con facilidad ante lo festivo del asunto. La película se proyectó fuera de concurso en lo que aquí se llama Séance de Minuit (aunque la vimos bien pronto por la mañana).
Rosario Dawson y Atom Egoyan (The Captive)
Cerramos, valga el oxímoron, con la inauguración de la Quincena: Bande de filles de la realizadora francesa Céline Sciamma (la firmante de la interesante Tomboy (2011)), en una gala donde se le entregó la Carrosse d’Or póstuma a Alain Resnais (recogieron el galardón su viuda, Sabine Azéma, y su actor fetiche, André Dussolier). Una película directa, emocionante y narrada con la sensibilidad justa, donde se sigue los pasos de cuatro chicas negras de los suburbios de París, enfrentándose como un puño cerrado a un mundo que no duda en dejarlas al margen. Sciamma, sin ser ni Cantet ni Kechiche, consigue retratar de forma natural el corpúsculo vital de las jóvenes llegando a alcanzar una epifanía de puro cine cuando las retrata bailando juntas y haciendo play back con el “Diamonds” de Rihanna. La película posee una coda algo despistada que lleva la obra hacia otros vericuetos menos interesantes, un pero mínimo que no empaña el buen resultado final de la obra.
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