Alex Brendemühl interpreta el papel de Amadeo de Saboya en Stella Cadente, la nueva cinta dirigida por Luis Miñarro, en la que se puede ver cómo el rey trata de solucionar los problemas existentes en España aportando una serie de soluciones que pasan prácticamente desapercibidas. El protagonista de Las horas del día explica cómo ha tenido que documentarse para aportar un toque más auténtico a su personaje en la obra que llegará a la gran pantalla el 30 de mayo.
¿Cuál fue el motivo principal que le llevó a aceptar este proyecto?
Luis me envió el guion hace un tiempo y me interesó enseguida la figura de Amadeo de Saboya, al cual desconocía completamente, y me entraron ganas de investigar a este personaje, de saber el porqué del desconocimiento sobre este personaje tragicómico, un rey fracasado en su intento por reformar la España del momento. Y luego la perspectiva de trabajar con Luis, al que conocía de hace mucho tiempo, y con el que tenía ganas de trabajar en esa situación, de director-actor, había estado en películas que había producido él y estaba convencido de que iba a hacer algo completamente atípico con este proyecto y no me defraudó.
En esta película usted encarna a Amadeo de Saboya, una figura histórica de gran relevancia, ¿cómo ha sido la preparación para interpretar este papel? ¿Qué facetas destacaría de este personaje?
Por un lado, me documenté con todo lo que pude encontrar sobre el personaje, todo lo que nos aportó también el director, el mundo que él quería reflejar, e intenté elucubrar yo cómo podía ser la manera de mirar, de gesticular, de caminar de este personaje. Me inspiré finalmente en todo lo que yo le sumé al personaje y quise aportar, un personaje romántico, educado, culto, con ganas de actuar, que se encuentra al llegar para desempeñar su función de rey con que enseguida le coartan sus libertades. Se ve amenazado, le confinan a ese palacio y le obligan a encontrar una huida hacia otros lugares, que es esa parte más lúdica, más psicológica, más poética, más lírica del personaje. Esa es una parte de creación total, no estaba en ningún lado, pero a partir de diferentes referencias que había, como por ejemplo que el personaje era un gran voyeur, un personaje que se interesaba por las revistas eróticas del momento y tenía curiosidad por observar, por ver. A partir de aquí, también fuimos desarrollando esa faceta del personaje, un personaje que se recrea en la observación, que tiene un movimiento interno más que la posibilidad de actuar y de hacer.
En Stella Cadente se puede apreciar algún que otro momento subido de tono, ¿qué escenas le han resultado más difíciles de grabar? ¿Cuál es la magnitud que alcanza el tema del amor en el desarrollo de la película?
Yo creo que se plantea en la película una manera poco convencional de vivir la sexualidad y vivir el amor. Los arrebatos de amor son abruptos a veces, los personajes se juntan, se separan sin previa transición. Hay una forma muy poco convencional de plantear las relaciones en esta película y creo que es una película muy valiente en ese sentido, cómo muestra el desnudo, cómo se juega con una sensualidad o un erotismo pienso que diferente en comparación con otras tantas películas.
¿Cómo ha sido la oportunidad de trabajar con Luis Miñarro? De poder colaborar con él en el futuro, ¿qué género cinematográfico le gustaría poder tratar con este director?
Con Luis fue una experiencia muy buena la manera de acercarse al trabajo, porque él al no ser un director de actores experimentado te sugiere otro tipo de imágenes, de acercamientos a la emoción y fue también para nosotros muy libre la manera de plantear cómo llegar a una escena. Por ejemplo, partía mucho de cuadros, de su experiencia y de su conocimiento de la Historia del Arte para hacernos llegar a una composición determinada de una forma coreográfica, como un ejercicio, llegar a componer un cuadro a partir de la luz, de la actitud, de la mirada. Y eso fue un trabajo muy enriquecedor. Evidentemente, si volviese a trabajar con Luis, cosa que me encantaría, seguro que sería sorprendente y una cosa completamente diferente. No sé con qué me podría sorprender, pero no dudo que sería algo novedoso y completamente estimulante.
El cine español está atravesando un buen momento en los últimos años, ¿a qué cree usted que puede deberse este éxito a nivel nacional?
Yo creo que hemos tocado fondo, hemos llegado a un momento muy complejo, muy difícil por la falta de apoyo que teníamos de las instituciones, por la poca conexión que había con el público hasta cierto punto, por el desprestigio en el que había caído el cine español para con nuestro propio público, más allá de los éxitos que ya tenía el cine español en los festivales internacionales, que las películas viajan y gustan. Y creo que ahora mismo ese momento de transición, de convulsión, ha sido muy fértil a nivel creativo y está saliendo una hornada de jóvenes directores con ganas de contar historias, más allá de la complejidad de producción que hay y que posiblemente toda esa falta de apoyo que tenía nuestro cine el público de alguna manera lo ha notado y ha empezado a congeniar, a sentirse más identificado con las historias que le contaban. Como todo, también hay que publicitarlo y hacer una campaña de acercamiento de lo que se hace aquí. A veces, yo me he sentido como que nos apoyaban más fuera o gustaba más lo que hacíamos aquí en otros países y decías: "¿Cómo es que se valora un trabajo que hacemos aquí y que viene de nuestras historias, de nuestra sensibilidad, de nuestra cotidianeidad?". Era un poco una asignatura pendiente, el empezar a cobrar un poco de orgullo en lo que hacemos y en decir que lo que se hace aquí está bien, que no todo lo de fuera es mejor.
Stella Cadente ha sido galardonada en el Festival de Rotterdam de 2014, ¿qué sensaciones cree usted que va a despertar esta película en el público?
Va a despertar sensaciones encontradas. Es una película valiente, salvaje y que exige que el espectador la mire con atención y no da todas las pautas de lo que está pasando. Tiene una narrativa poco convencional en ese sentido. Tengo curiosidad por ver cómo la reciben y cómo la entienden, creo que es una película muy estimulante porque permite a los espectadores recrearse en ese goce visual, en esa explosión plástica y visual que es la película. Una película luminosa, vitalista, a pesar de todo el lado oscuro, de toda la vertiente más bien densa que plantea el momento histórico en el que está marcado. Es un divertimento, una película alegre, una película gamberra que creo que puede gustar.
Varios de los últimos largometrajes en los que ha participado son de origen alemán, ¿qué similitudes y diferencias encuentra entre el cine germano y el español?
Al final me doy cuenta viajando por ahí de que el cine es el cine, de que los equipos de rodaje y la estirpe de cineastas tienen algo en común, que son las ganas de contar historias, de confrontarse con el mundo, de plantear preguntas, conflictos, dudas y la pasión por plasmar emociones e imágenes en una pantalla. Creo que es muy universal. Luego ya hay pequeños matices, pero es divertido ver cómo cuando ruedas en diferentes cinematografías los equipos son muy parecidos, los perfiles, los clichés de los técnicos y de los actores acaban siendo muy similares. Cuando he trabajado en Alemania me he dado cuenta a veces de que traigo un componente de una cierta organicidad trabajando, una cierta capacidad de ser menos cerebral y más intuitivo, que es algo que lo he aprendido y que es mi vertiente más latina, algo que aprecian allá. En cambio, el cine español y alemán no tienen nada que ver en la manera de contar historias, en el tipo de historias que se cuentan y sobre todo en la forma que se le da. Pero a mí me divierte mucho poder rodar aquí y allá, aprender de una cosa y de la otra porque acabas volviéndote más libre en tu manera de trabajar y de acercarte a los proyectos y a la gente. A mí me encanta trabajar aquí porque tienes una complicidad con los equipos, con los actores, con los directores, con referentes comunes que no lo encuentro en otros lugares. Evidentemente, está muy bien que la gente circule y trabaje fuera. Todo eso enriquece mucho el paisaje.
Según su propia experiencia, ¿aconsejaría a otros actores a que expandieran su carrera al mercado extranjero? ¿Por qué?
Yo lo recomiendo muchísimo porque, en mi caso, cuando me oigo a mí mismo interpretar en otros idiomas descubro y aprendo muchísimas cosas. El lenguaje te abre muchos canales de percepción, te permite nuevas vías de expresión que a veces se acaban un poco estancando. Cuando tú te ves, te oyes a ti mismo y te piden muchas veces que hagas aquello que ya han visto en ti, por lo que te contratan, te acabas como reiterando o repitiendo en cosas, en tonos y en emociones que ya igual te suenan a terreno conocido. En cambio, creo que es muy estimulante trabajar en otros países porque te abre mucho la mente básicamente.
¿Cuáles van a ser los próximos proyectos en los que usted va a participar?
Tengo un papelito en la película de Julio Medem, que voy a rodar en las próximas semanas, y luego empiezo una película en el sur de Francia que se llama Le sanctuaire, una película ambientada en los años 80 sobre la temática de ETA y los GAL en Francia y la intervención del gobierno español y el francés en este conflicto.
El uso de las redes sociales estrecha aún más la relación entre un personaje público y sus seguidores, ¿qué ventajas e inconvenientes señalaría usted que se producen a raíz de estas vías de contacto?
Tengo un poco sentimientos encontrados con respecto a las redes sociales porque, por un lado, soy muy celoso de mi intimidad, de mi vida privada y pienso que no soy de los que quiero estar contando en cada momento lo que me está pasando. Creo que hay cosas más importantes que estar enviando fotos sobre los momentos anecdóticos que vives en tu vida, esa es la vertiente más negativa, la cosa un poco pornográfica a veces de exhibicionismo al que está alentando las redes sociales. Si tú consigues relatar tu vida en directo, puedes hacer de eso un negocio. Hay una parte que a mí me genera cierto rechazo. Por otro lado, veo que es muy bueno para llegar a conectar con tu público, con la gente, contarles lo que estás haciendo, enseñar facetas tuyas que igual desconocían y que tienen ganas y están ávidos por descubrir cómo eres realmente.