El próximo viernes 4 de julio llega a las pantallas españolas Un largo viaje. La última película dirigida por Jonathan Teplitzky y protagonizada por los oscarizados Colin Firth (Magic in the Moonlight) y Nicole Kidman (No confiés en nadie). La trayectoria de Teplizky como director se resume en tres títulos: el melodrama erótico Mejor que el sexo, la comedia El desquite y el drama Burning Man. Por lo que este drama bélico supone un cambio importante en su filmografía, su primera película basada en hechos reales.
Un largo viaje es la triste (y dura) historia sobre una de las víctimas del llamado "ferrocarril de la muerte", un tren construido por trabajadores asiáticos y presos de guerra (británicos, australianos, holandeses y estadounidenses), tratados como meros esclavos por sus captores. El objetivo de Japón no era otro que enviar apoyo a sus tropas en la Campaña de Birmania de 1942, para lo que debían construir una comunicación directa cruzando Tailandia.
¿Cómo fue rodar en Tailandia?
Es increíble estar ahí y verlo como un lugar de rodaje auténtico. Es asombroso pensar que un tren haya pasado por ese lugar, uno cuya construcción supuso el sufrimiento de muchos hombres. La historia de Eric Lomax es muy particular, pero hay mil historias más como la suya. Algunos tailandeses que trabajaban en la película habían sufrido la guerra y para ellos fue escalofriante revivir esas escenas, a pesar de esto, todos los tailandeses que participaron como figurantes hicieron un trabajo estupendo a la hora de recrear el realismo de lo sucedido.
El equilibrio entre la violencia y la contención es muy delicado, ¿cómo lo trabajaste?
La violencia y lo que ocurrió tienen que ser suficientemente auténticos, tienen que espantar a la gente, pero hay que buscar la forma de equilibrarlo. La historia tiene que tener sustancia, el personaje de Eric Lomax tiene que ser consecuente con lo que le sucedió, a la vez que da un paso hacia adelante.
El equilibrio durante toda la cinta es muy fino, hay escenas muy duras pero no son gratuitas. Sentía que tenía que haber un poco de violencia, pero no demasiada. A veces es mejor dejar a la imaginación del espectador seguir su curso. Por ejemplo, cuando aparece la primera paliza casi se produce en tiempo real, es espantoso, pero cuando el protagonista recibe la paliza entendemos que es incluso peor porque pasamos por las caras de la gente que está presenciando eso. Cuando el punto final de la película llega, el público ya es casi inmune a la violencia. Construir la historia y buscar ese equilibrio entre enseñar y retener es muy importante.
¿Cómo se produjo la incorporación a la película de dos estrellas como Colin Firth y Nicole Kidman?
Cuando entré en el proyecto, lo primero que hice fue elegir al reparto. Creía que la persona idónea para este papel era Colin Firth así que enseguida le envíanos el guión, lo leyó y le gusto tanto que no pudo rechazarlo. Una vez que Firth firmó por la cinta, comenzamos a pensar en quién podría interpretar al personaje de Patti. Colin sugirió a Nicole Kidman porque habían trabajado juntos el año anterior y se llevaban bien, además yo tenía muchas ganas de trabajar con ella. Cuando empezamos a grabar se notó que había una química increíble entre ambos.
¿Cómo influyo que fuera una historia real a la hora de realizar la película?
Es una gran responsabilidad ya que cuentas una historia con personas reales que te confían sus vidas. Verificas mucho las cosas sobre la factibilidad, la esencia de lo que se está haciendo. Conforme vas elaborando la película, te das cuenta que no puedes contar todos los detalles como tuvieron lugar en su momento, lo que importa es que captes la verdad emocional de la experiencia, la esencia de lo que sucedió. Para que la historia tenga sustancia es importante ser fiel con la historia original. Contamos al público que esta es una historia real, para que así entiendan que la idea del perdón no es de ficción, sino que ocurrió en la realidad.
Cuando se maneja un material como este, con el que puedes alcanzar cuotas muy altas de emoción, hay que tener cuidado porque puede resultar una narración demasiado sobrecargada. ¿Cómo se puede distinguir este límite?
Lo esencial para mi es que no sea sentimental, ya que eso mata un buen drama, además de que se pierde veracidad. El sentimentalismo es una fantasía. Cuando hablo con los actores sobre sus papeles sigo mi instinto intentando huir del melodrama. A Colin le dije que me gustó su actuación en Un hombre soltero, estaba muy tranquilo, y eso se veía reflejado a través de la pantalla. Nicole Kidman también es fantástica en ese sentido. Tener como base la tranquilidad interna de los actores en cierto modo es un buen antídoto al melodrama. Con los actores más jóvenes hay que tener cuidado, ya que no quieres apagar su chispa propia. La clave está en la búsqueda del equilibrio, quería que fuera real y que los espectadores sintieran que se trata de una historia real.
Un largo viaje recuerda a la película El puente del Río Kwai. ¿Te ha influido a la hora de rodar la cinta?
La verdad es que no, es una película que me gusta mucho, pero esa no era la intención. Contamos una historia muy diferente, en una época distinta. Aquí hacemos una conexión entre la tortura de aquel momento y la actual, ya que aunque en occidente pensemos que es algo que pertenece al pasado, aún ocurre hoy en día.
El puente sobre el Río Kwai es el reflejo de una época muy determinada, y se rodó a finales de los 50, tan solo diez años después de la guerra. Ahora hay una mayor distancia temporal, por lo que la perspectiva cambia. Esa cinta me encanta, y en cierto modo es una referencia para mí, aunque no ha supuesto una enorme influencia a la hora de elegir esta cinta.
Cristina Vega Garrandés / Alejandro G. Calvo