Este viernes 5 de septiembre se estrena Hércules la última película del luchador y culturista, ahora metido a actor, Dwayne Johnson (Fast & Furious 7). La Roca, sobrenombre por el que se conoce al intérprete, se pone en la piel del héroe clásico hijo de Zeus y Alcmena, una reina mortal, y cuya existencia encendió la ira de la diosa Hera, que decidió ponerle a prueba en doce ocasiones.
Esta nueva historia de Hércules está dirigida por Brett Ratner (Un golpe de altura) y su música ha sido ideada por el compositor español Fernando Velázquez, conocido por su labor en películas como Ocho apellidos vascos, Lo imposible o El orfanato. Con motivo de esta nueva aventura, en SensaCine hemos tenido la oportunidad de charlar con Velázquez sobre lo que supone elaborar una banda sonora así.
¿Cómo ha sido el proceso de componer la banda sonora de esta película?
Ha sido muy divertido. Empecé con la película ya montada. A veces empiezas con secuencias, y vas construyendo el discurso de la música mientras ellos van haciendo el de la película. Pero aquí ya estaba más o menos montada. Hasta que la película no esté cerradísima, pueden cambiar muchas cosas: una escena sube y otra baja, una se hace más corta y otra más larga...
Una vez montada, empecé a hacer temas fijándome en partes de la película que pensábamos que eran más o menos clave para construir el guión musical, que es de lo que se trata. En una película como esta, en la que ofertas una aventura, la música también es una aventura en sí misma. La música es la historia en paralelo, casi siempre va enfatizando o jugando con las emociones. Tiene su propia línea. Con cada uno de los bloques, vas construyendo el discurso. Esta película tiene la ilusión añadida de ser un proyecto muy divertido, con tres o cuatro batallas enormes, con Dwayne Johnson pegando mamporros, con ejércitos gigantes en espacios muy bonitos, y con un punto de cómic que es muy bonito para hacer una música muy grande, muy potente y con mucha energía. Es un reto muy divertido.
¿Cómo fue la colaboración con el director? ¿Hasta qué punto se implicó en tu trabajo?
El director dirige, que es lo suyo. Lo que ocurre es que hay mil formas de hacer cine, porque cada película es un mundo. Pero cuando entras en una cinta como Hércules, ya sabes que tienes que contar la historia, aunque lo hagas a tu manera. El director me decía que le encantaba mi estilo: "Tu manera de ser es la que yo quiero, pero cuéntame la historia". Es decir, que le cuente que ese hombre sufre, que tiene un grupo de amigos y una forma de vivir determinada que le hacen ser como es.
Ese papel de contador de historias lo tengo muy asumido. De alguna manera, soy como el personaje que se dedica a narrar las maravillas de Hércules. Algo así como un agente de prensa. Y cuando ocurre algo grandioso, tengo que contarlo con música. Cuando pones la música, todo cobra vida de verdad. Las sutilezas están muy bien en otro tipo de cine, pero aquí la música tiene que ser épica. Y yo estoy encantado. Por eso digo que el director te dirige, pero tú también sabes a qué has venido.
Has trabajado principalmente en cine español. ¿Qué diferencias hay con Hollywood?
En ambos cines te piden que cuentes la historia, pero en el procedimiento sí que hay cosas un poco diferentes. Cuanto mayor es la película, da igual que sea solo de Estados Unidos o Lo imposible, que es una coproducción, siempre quieren que cuentes la historia. A veces te piden más seguridad, es decir, que antes de presentar el resultado final lo tengas apuntado en maquetas, pero al final no veo una diferencia muy grande. Hay diferencias en el procedimiento o en la responsabilidad que puedes sentir.
Además, cada película es muy diferente. Hay películas pequeñas españolas que son infinitamente más tortuosas que películas estadounidenses grandes en las que se supone que tienes mucha responsabilidad. Pero como está claro lo que hay que hacer, no hay problema. Sabes que si estás en una película de acción, se espera que la música sea trepidante y épica, y lo bonito es que todo esto puedes hacerlo formalmente con tambores muy grandes, con instrumentos de metal, pero al final acabas siendo siempre tú. Ocho apellidos vascos es cachondeo y creo que ahí la música tiene mucha importancia aunque pase desapercibida. Lo imposible es otra cosa, y Hércules es un universo paralelo en el que siendo yo mismo puedo coger el tambor más grande que hay en Londres, el segundo más grande, el tercero, y hasta el quinto, y montar un pollo de tíos tocando el tambor porque Hércules es así, y el mito que nos cuentan en la película es todavía más grande, pero siempre se acaba colando tu manera de ser.
¿Hay alguna escena concreta con la que hayas disfrutado especialmente?
Desde el punto de vista profesional, es muy satisfactorio el momento en el que se rompen las cadenas. El bloque musical entero de la secuencia dura 8 minutos. Cuando ves la película, sólo lo vives y no lo analizas, pero yo lo hago de forma analítica y me gusta ver cómo funciona emocionalmente. Además, el montaje es muy chulo, con mucho ritmo. No hay casi ningún momento de la película que haya hecho música por hacerla. Todo se ha hecho con mucha implicación y con muchas ganas.
¿Cómo has vivido la acogida de 'Lo imposible' y 'Ocho apellidos vascos'?
Con muchísima ilusión. Casi te diría que sorprendido, pero no. Además, con Ocho apellidos vascos ha habido algo de catarsis. Muchos vascos nos hemos reído de nosotros mismos y otros han dicho: "Anda, qué majos son los vascos". Soy relativamente joven y espero seguir con películas con más o menos éxito, pero sobre todo con mucho corazón y con ganas de que la gente se lo pase bien.
¿En qué películas pasadas o futuras te hubiera gustado o te gustaría participar?
Cuando una película me gusta mucho es porque la música me gusta mucho. Por ejemplo, La mejor oferta, la última película de Tornatore, que tiene música de Morricone. O El escritor, con música de Desplat; o Expiación, más allá de la pasión, con música de Marianelli. Me hubiera encantado hacer esas películas. Teniendo la suerte de trabajar con J. A. Bayona y Guillermo del Toro, pedir más es mucho pedir.
¿Qué es lo más difícil de este trabajo?
Tu peor enemigo eres tú mismo. Muchas veces tengo una idea demasiado preconcebida sobre lo que tengo que hacer y, gracias a Dios, durante el proceso me voy librando de ella. Tampoco hay que tener miedo de ser quien eres, y a Hércules le pasa un poco eso. Es una cinta de entretenimiento, que cree en sí misma y rompe sus cadenas. Ese es el reto que tengo siempre: sólo te das cuenta de que puedes hacer la música una vez has acabado y poco a poco vas rompiendo barreras.