Nueve años ha tardado en regresar a la dirección el británico Jonathan Glazer. Autor de una película notable, Sexy Beast (2000), y de todo un hit de la psicología malsana, Reencarnación (2004), este autor bregado en el campo del videoclip –vean sus trabajos para Radiohead, son una maravilla- presentó en el Festival de Venecia del año pasado esta barbaridad llamada Under The Skin; la película que debería situarlo entre los cineastas más importantes de su generación de una vez por todas.
La obra sigue los avatares de una extraterrestre devora-hombres -interpretada por Scarlett Johansson, cuya deriva hacia el cine de género no da más que alegrías últimamente: Her (2013), Capitán América. El soldado de invierno (2014), Lucy (2014)- en su continua caza y captura de nuevas víctimas a bordo de una furgoneta destartalada (más viuda negra que nunca, claro). Un viaje introspectivo hacia la esencia de su propio ser sometido a continuas derivas de carácter casi plástico. Y es que Glazer en Under The Skin da rienda suelta a su vertiente más experimental, tan centrado en retratar el viaje al fondo de sí misma de la alienígena, como en sintetizar un torrente de imágenes de alto grado abstractivo. Es fantástico puro, claro, incluso por momentos es profundamente terrorífica. Dotada de una sensibilidad extrema pese a su marcada frialdad, la película mira tanto al cine en el abismo de Gus Van Sant como a los retratos casi cavernícolas de los documentales de Sergei Loznitsa. Y así, ya sea enfrentándonos al oleaje de un mar embravecido, a las calles de una ciudad sin límites claros o a los paisajes nevados que convierten la Tierra en una alucinación, la película de Glazer se convierte en toda una experiencia estética a la que es imposible resistirse.
Presentada como uno de los grandes títulos de género del año nacional, y apadrinada por Alex de la Iglesia en tareas de productor, ha llegado a Sitges Musarañas, película dirigida a dos manos por los debutantes (en el campo del largo) Juanfer Andrés y Esteban Roel. Siguiendo la estela del fantástico español más macabramente divertido, la película retrata la malsana relación existente entre dos hermanas –su referente sería ¿Qué fue de Baby Jane? (1962)-, la mayor de las cuales está profundamente traumatizada tras años de abusos por parte de su padre. Musarañas es puro Spanish gothic: situada en la posguerra y con el catolicismo extremo como losa de hormigón que amenaza aplastarlas en cada esquina de la casa, la película convence gracias al cocktail resultante de mezclar violencia sangrienta con chistes de lo más hilarante. Y es que pese a tener un guión sobre explicativo y un arranque con cojera, la película alza el vuelo cuando empieza a desatarse la locura –hay sangre a raudales, con algún que otro detalle mórbido de ovación- y acaba por brillar gracias al buen hacer de sus protagonistas: Macarena Gómez y Nadia de Santiago.
La sorpresa del día la dio Young Ones del cineasta norteamericano Jake Paltrow –firmante de capítulos para series de TV como Boardwalk Empire o NYPD Blue-; un western post-apocalíptico que sitúa una Norteamérica donde el agua es el bien más preciado (es magnífico que se sirva en antiguas gasolineras). En dichas circunstancias se nos presenta la desestructurada familia Holm: padre (Michael Shannon), hijo (Kodi Smit-McPhee) e hija (Elle Fanning), que tratan de sobrevivir vendiendo alcohol con la ayuda de un carro-robótico (absolutamente maravilloso) protegiendo como pueden sus escasas pertenencias. Película sobre el fin de la inocencia –de ahí el título- y con una vendetta brutal en su espina dorsal, triunfa tanto por su espíritu eminentemente clásico como por lo perfectamente medido de su tempo dramático. Por películas así uno viene a Sitges a dejarse arrasar por las películas.