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    Entrevista a Lisandro Alonso y Viggo Mortensen por 'Jauja'

    Tras pasar por Cannes y San Sebastián, 'Jauja', llega ahora a nuestra cartelera.

    En Jauja rompes de forma abrupta con tu obra precedente, ¿por qué ese cambio?

    Lisandro Alonso - ¿Por qué no? (risas) Lo cierto es que sentía que me estaba repitiendo un poco.  Tanto en el tipo de películas que estaba haciendo como en la manera que tenía de afrontarlas. Como realizador me empecé a realizar nuevas preguntas que necesitaban nuevas respuestas. Y Jauja surgió como una respuesta natural a dicha inquietud. Cuando di con ella me sentí realmente feliz.

    La película tiene una estética muy particular, con la pantalla en 1:2, mucho plano fijo, unos colores hiperrealistas…

    LA - Tiene gracia. Lo del formato me sobrevino por accidente. Teníamos algunas pruebas hechas y el laboratorio me las devolvió con el formato erróneo. Al ver las imágenes cuadradas me enamoré inmediatamente. Lo encontré, de alguna forma, algo muy puro. Tengo la sensación de qué seguiré trabajando dicho formato. Aunque, quién sabe qué pasará en el futuro.

    Viggo, ¿conocías a Lisandro de antes? ¿Qué te llevó a lanzarte con un director como él?

    Viggo Mortensen- La historia me encantaba. A Lisandro le conocí en un festival de cine, aunque no es que habláramos de ninguna película en concreto. Básicamente estuvimos bebiendo. Cuando me llegó el proyecto entendí que este iba a ser algo totalmente distinto a cuántos me había enfrentado antes. Jauja es una película que tiene muchas lecturas posibles por lo que nos ofrecía muchas maneras distintas de enfrentarnos a ella. Funciona tanto como una obra abstracta, como una obra histórica. Todo eso me interesó muchísimo. También que mi personaje fuera disolviéndose a medida que evolucionaba la obra. Alguien que no entiende nunca qué está pasando pero que no deja jamás de seguir luchando. Era una situación incómoda para mí como actor, lo que significa que era altamente enriquecedora. ¿Cómo te preparas para un papel que no te ofrece respuestas? Ahí está la clave de todo.

    ¿La idea de la película siempre fue la misma? Quiero decir que, dada su estructura –casi una road movie lisérgica-, ¿hubo cambios durante la producción?

    VM- Fuimos bastante fieles, en general. Yo creo que sólo cambiamos un par de detalles para afianzar la relación entre el padre y su hija.

    LA- El guión tenía unas veinte páginas. Sin embargo casi todo está ahí ya. Bueno, digamos un 85%. Sí que tengo que decir que el cierre de la película, en el boceto original, debía ser la primera secuencia que el espectador tenía que ver. Pero salvo ese cambio, todo estaba ahí.

    VM- Yo diría que más guión, lo que teníamos era un mapa.

    Me han dicho que Viggo se involucró mucho en la filmación de la película, dando nuevas ideas continuamente, tanto de guión como de puesta en escena.

    VM- Sí, fue una colaboración muy íntima la que mantuvimos Lisandro y yo. Fue muy bonito.

    LA- Excepto cuando hablaba en danés con el resto del cast. Ahí no entendía nada (risas).

    Viggo fuerza el acento de forma muy curiosa en la película. Dado que su castellano real es perfecto.

    VM- Fue muy divertido. Mi familia se ha tronchado cuando me ha visto. Yo crecí en Argentina y trataba de recordar frases de mi padre donde me gritaba: “¿Qué haces pelotudo?” [fuerza el castellano como si estuviera muy borracho]. Después de cada toma pensaba "cuando me vean mis hermanos me van a matar". ¿Cómo habla un danés del Siglo XIX en castellano antiguo? ¡Y que suene serio! Porque muchas secuencias son altamente dramáticas.

    ¿Es cierto que la película se llamaba en principio “Un cuento raro”?

    LA- No. Es culpa de Viggo.

    VM- Culpable. Fue en una entrevista que me hicieron antes de empezar la película. Entonces me preguntaron qué iba a hacer y yo contesté "es un cuento raro de Lisandro Alonso". Y ahí se quedó.

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