Dirigido y animado por Giovanni Maccelli, y producido conjuntamente con Carlota Coronado, ambos nos han contado cómo ha sido la creación de 'Juan y la nube', el cortometraje de animación que le ha supuesto a Zampano Producciones su primera nominación al Goya.
¿Qué os llamó la atención del cuento infantil de Susana López para que lo convirtierais en cortometraje animado?
Giovanni Maccelli: Para los niños tenía muchos valores, y para los mayores me parecía una historia que se podía rellenar con otros valores más adultos, sobre todo porque era una historia muy universal y permitía desarrollar un trabajo como director que me dejaba libertad para meter muchas más cosas personales, como de nuestra vida, de nuestro barrio, nuestras experiencias, y también para hablar de cosas como críticas del consumismo, los negocios… Hemos contado la historia de un personaje, además de la historia de una amistad entre un niño y una nube, hemos querido contar el cambio del personaje de niño a adulto. Hemos podido trabajar más el tema de la pérdida de identidad, de cuando eres adulto y ya no sabes ni quién eres ni lo que haces porque el mundo del trabajo te lleva a mil caminos que al final no te gustan. Llega un momento en el que el personaje se acuerda de cuando era niño y descubre de verdad lo que quiere en la vida.
Carlota Coronado: Leímos varios cuentos infantiles de Susana y todos son maravillosos, pero también vimos cuál se adaptaba mejor para transformarlo en imágenes, y eso es lo importante, hay cuentos que quizás no te permiten llevarlos al cine. Y luego, el hecho de que el personaje fuera un niño era importante para que el personaje se identifique con el personaje protagonista. Yo creo que Juan es como el alter-ego de todos los niños que lo ven, el mundo de la fantasía, de la imaginación. Entonces yo creo que eso nos llamó la atención para llevarlo al cine.
G.M.: Está escrito de una forma muy visual porque describía todas las transformaciones de la nube, el paso del tiempo con detalles muy visuales y entonces era muy fácil imaginarse el storyboard.
¿Por qué hacer el cortometraje animado en stop-motion y no con personajes de carne y hueso?
C.C: Primero por el público, creo que muchas veces, hasta cierta edad, los niños cuando ven una película con personajes de carne y hueso dicen "esto es de mayores, yo quiero ver dibujos". Están acostumbrados a ver animación, entonces si va destinado a un público infantil, aunque luego lo pueden ver los adultos, pues yo creo que está en un lenguaje que a ellos les gusta; y también porque nosotros hacemos documental, ficción y animación, y en función del guión, adaptas la forma al contenido. Yo creo que se podía haber pensado, pero desde un inicio cogimos ese guion para convertirlo en animación. Lo teníamos clarísimo, dijimos "queremos hacer un corto de animación, vamos a ver qué guion se adapta".
G.M.: Bueno, también porque habla de un mundo de fantasía, encontrar una nube que se transforme es complicado. (risas)
C.C.: Es verdad que puedes utilizar a un niño de verdad y luego hacer todo en 3D con una nube, pero el encanto que tiene la animación nos gusta más.
G.M.: Cuando tú estás trabajando con actores digamos que buscas un poco más la verosimilitud y la animación es algo que ya predispones al espectador a aceptar una poética diferente.
¿Cómo ha sido toda la etapa de desarrollo y creación de los personajes y el ambiente?
G.M.: Hice el storyboard y ahí ya marqué un poco los personajes y el estilo visual. Luego con una ilustradora, María Monescillo, definimos bien el aspecto final de los personajes en dibujos. A partir de ahí había un equipo de dos personas, una modeladora y un constructor de esqueletos, que llevaron esos dibujos ya estudiando las proporciones exactas para que los muñecos fueran animados. Hicimos también un estudio expresivo y definimos nueve expresiones base para Juan niño, y otra nueve para Juan adulto. De ahí todas las partes, porque cada una está hecha de un material, la cara de resina, el cuerpo de silicona, el esqueleto de acero y rellenos de varios otros materiales, entonces íbamos haciendo pruebas, para ver cómo se animaba. Era un proceso que duró seis meses. Había otra chica que cosía la ropa a medida…
C.C.: En miniatura, que es todavía más complicado que para un corto de ficción, porque ahí al final vas a comprarla, pero para muñecos en miniatura es más complicado.
G.M.: Además, eran medidas sobre unos modelos rígidos porque todavía no teníamos hechos los muñecos finales, y como tardaba mucho tiempo en hacer la ropa pues realmente tenía que hacerlo sobre unos modelos y luego había que ver si funcionaba realmente con el muñeco cuando se movía. Era un trabajo que duró mucho tiempo.
¿Por qué la idea de combinar algunos lugares reales con personajes animados?
G.M.: Hay varias razones, una muy práctica: esta no es una historia con una única localización que aunque fuera grande y compleja, se podía construir. En este caso, como hay tanta variedad de ambientes, construir decorados nos habría llevado años. Pero luego también, yo tenía ganas de probar una técnica diferente que no había probado antes. Me gustaba la idea de ambientarlo en un sitio concreto, que era Madrid; y luego pues técnicamente era probar otra forma de trabajar. Antes se habían hecho todos los ambientes reales, fotografiados por todo Madrid y luego se animó con un fondo croma. Todo el proceso de animación ha sido mucho más rápido gracias a eso, sólo dos meses y medio de animación pura en stop-motion.
¿Y la diferencia de colores? ¿El destacar, únicamente, rojos, azules y algunos otros en las paredes o en el metro?
G.M.: Era porque tenía que ver con el mundo de la fantasía. Todo lo que tenía color atraía al niño, para escaparse un poco del mundo en blanco y negro donde no tenía amigos. Y los grafitis, a mí me parecen que en una ciudad son como una ventana a otra dimensión, y para el niño era una excusa para distraerse y empezar a imaginarse sus juegos con la nube; y el cielo azul era un poco lo mismo.
C.C.: Y el rojo era estético, en blanco y negro sabemos que destaca mucho. Hay determinados elementos que estéticamente definían al personaje: las botas rojas, las rayas de la camiseta…
¿Qué creéis que aporta la historia al contexto social que está viviendo España?
C.C.: Primero creo que puede hacer reflexionar y pensar sobre el mundo gris en el que vivimos, sobre todo los adultos. Un mundo en el que trabajas muchas horas y no te das cuenta si realmente eres feliz o no, que yo creo que es lo que se plantea el personaje de Juan: ¿Hago lo que realmente me gusta? ¿Lo que realmente quiero? ¿Hacer dinero es la meta en la vida? Al final, él es un hombre gris en un mundo gris y se da cuenta de que cuando él era feliz era de niño, en su infancia. Yo creo que es importante que todos recuperemos esa imaginación, la creatividad que tenemos cuando somos niños y no volvernos cada vez más monótonos. Y luego, por otro lado, vivimos en un mundo de consumismo absurdo. Nos creamos necesidades absurdas que lo que producen es contaminación, un mundo en el cual no se puede vivir.
G.M.: La amistad es el valor que él descubre que es lo que realmente le importaba, en este caso con una nube, pero bueno, cada uno se puede identificar con lo que sea. Te dejas llevar por mil cosas en la vida y lo que es más importante es una amistad que has perdido y que se te ha olvidado, y que quizás sigue importándote.
¿Nos podéis contar alguna anécdota del rodaje?
C.C.: Bueno, hemos tenido un proceso de producción de dos años y tiene, primero, una sorpresa muy grata y es que a mitad de rodaje nació nuestro hijo Martín, nos enteramos de que yo estaba embarazada y dijimos "bueno, pues nada, bienvenido" y esto complica un poco más la animación, que ya es de por sí complicada; y llegó además un mes antes de lo que estaba previsto y nos rompió un poco los esquemas. Era un poco más complicado para todos. Para él porque yo no podía estar ahí ayudándole y para mí porque él no podía estar en casa con el bebé y con nuestro otro hijo mayor. Ese fue un momento bonito pero a la vez complicado.
También, se ha rodado fundamentalmente en Madrid pero hemos aprovechado todo, hasta viajes que hemos hecho a Italia con la cámara de fotos. Como vuelan en el avión en una parte del corto, pues nosotros, desde el avión, hacíamos fotografías tipo stop-motion de cómo se movían las nubes dentro del avión y esas fotos se han integrado dentro del corto.
G.M.: Hemos metido nuestra vida prácticamente en el corto.
¿Qué se siente al obtener una nominación al Goya?
C.C.: Estamos muy orgullosos y emocionadísimos, evidentemente. Cualquier nominado tiene que estar contentísimo porque es un reconocimiento, es todo un premio, y nosotros era la primera vez que estábamos nominados, entonces es como que siempre ves a otros y piensas "no sé si llegaremos alguna vez", y cuando dicen el nombre del corto que has hecho, te pones a saltar de alegría. Primero porque el Goya es el principal premio de nuestra cinematografía, entonces es un reconocimiento enorme estar nominados y luego te alegras muchísimo por todo el equipo que ha invertido muchísimo tiempo y esfuerzo y ves que eso se ha visto recompensado con la nominación.
G.M.: Te late el corazón a mil porque ya te imaginas ahí en la ceremonia. Pero más allá de lo que es la gala y los premios, para una productora pequeña como la nuestra, es una oportunidad porque, hasta que estás nominado está bien, porque luego eres ya el que ha perdido. Tienes un montón de oportunidades de dar a conocer tanto tu trabajo, como tus cortos o el nombre de tu productora.
C.C.: Que a veces los cortos no es tan fácil que se conozcan. Tienen visibilidad en festivales, menos mal, pero es verdad que a otros niveles no tienen mucha visibilidad. Es verdad que el Goya, además de una gran alegría por lo que significa, a nosotros como productora pequeña nos sirve un poco para darnos a conocer. Eso, claramente, es buenísimo.