En el día de San Valentín, el restaurante de Pascaline llena sus mesas con parejas que celebran su amor en esa noche tan especial, pero nada sucede como está previsto. Se forman y se deshacen parejas, todo saldrá a la luz.
Charlamos con Joël Vanhoebruck, el director de Brasserie Romantic.
¿Cómo ha sido la experiencia de rodar Brasserie Romantic, tu primer largometraje?
Ha sido fantástica porque tenía mucha experiencia trabajando en cine y después empecé como director para series de televisión. No ha sido realmente mi primera experiencia grande, pero como director de mi propia película ha sido un paso importante, y además divertido porque he podido trabajar con un equipo de gente con la que ya he trabajado antes. Entonces me sentía realmente tranquilo y a gusto en el plató, había una zona de comodidad en esta película.
¿Te ha resultado difícil rodar la película en un mismo escenario?
Fue un reto, el desafío que es lo que ha hecho interesante la película. Es decir, nos dio la oportunidad de intentar hacer una película interesante, con historias interesantes y que transcurren en un solo lugar. Es un desafío visual, es un reto el tener unos personajes lo suficientemente atractivos para divertir y entretener a la gente durante hora y media… las situaciones tienen que ser atrayentes. Entonces, para mí ha sido como un reto grande, hacer una película en semejantes condiciones. También, al mismo tiempo, es fácil porque hemos rodado todo en el estudio, y cuando se está ahí es muy cómodo. Realmente podía centrarme en los actores sin tener que preocuparme del tiempo, el sol, los coches que pasan… ha sido un lugar adecuado y muy bonito para trabajar.
Has dicho que conocías a muchos de los actores, entonces ¿la dirección de actores ha sido fácil y ágil para desarrollar el trabajo?
Bueno, lo hace más fácil porque si conoces a un actor ellos saben lo que pueden esperar de ti, saben hasta donde tú vas a llegar para sacar lo mejor de ellos. Los actores con los que trabajo a menudo saben que yo no diría nunca “¡sí, está muy bien!” después de la primera toma, saben que voy a intentar explorar, el sacar lo mejor del personaje. También saben que doy mucho más y ellos, como actores, también pueden aportar ideas, intentar cosas nuevas para sus personajes, simplemente para mejorar su interpretación, entonces para mí era muy bonito. Pero no a todos los actores los conocía, había algunos nuevos para mí. Pero lo más importante para ellos, en esta película, es que las parejas eran siempre actores que nunca había trabajado juntos antes, entonces había cierta curiosidad a la hora de verlos juntos. Por ejemplo, Pascaline, la dueña del restaurante y su hermano: él es un actor de televisión y Pascaline es una actriz de teatro, y nunca habían trabajado juntos; entonces para ellos era emocionante poder hacerlo, y yo supe utilizar esa emoción que sentían para poder sacar lo mejor de ellos.
Hay muchos planos detalle en el momento de comenzar a cocinar los alimentos y el sonido que hacen estos, ¿qué querías transmitir con esas sensaciones?
Para mí la comida en la película es muy importante porque la historia transcurre en un restaurante. No se puede contar la historia de un restaurante sin los entresijos de una cocina, entonces, queríamos demostrar que es un restaurante que tiene buena reputación, que tiene casi cinco estrellas Michelin, por ejemplo; entonces las expectativas son muy altas y la comida que se ve tiene que ser buena.
También utilizamos la comida porque la película se divide en capítulos distintos y lo que hace esta es juntar las distintas historias. Con cada plato nuevo se iniciaba algo nuevo en la historia, era otra etapa. Había que utilizar la comida para demostrar que ese restaurante era real, y que las ambiciones del cocinero también son reales. Además, si al final de la película la gente tiene hambre, pues es un plus de más.
Ya han pasado unos años desde el estreno de la película, ¿cómo la ves ahora con la perspectiva del tiempo?
Cuando haces una película y se estrena, uno suele ver las imperfecciones, ves todos los detalles que crees que podrías haber hecho mejor si tuvieras tiempo para esto y para lo otro… pero al final, lo que sacas es la película que has podido hacer en el tiempo en el que disponías, con el equipo y los actores que tenías. Conforme va pasando el tiempo vas viendo que la película tiene vida propia, que el público responde a distintos niveles e intentas hacer las paces con esa cosa que has hecho y mientras tanto, he hecho otros trabajos en televisión y para mí es un proyecto que ya está pasado pero me emociona ver que está saliendo fuera, en España, en Alemania, en otros países… y eso para mí es muy emocionante. Ves que la película no se murió y sigue teniendo vida, va explorando el mundo.
¿Nos puedes contar alguna anécdota del rodaje?
El rodaje fue muy bien, entonces no hay ninguna anécdota grande que pueda contar. Puedo decir que lo que me sorprendió fue que los actores, cuando no tienen que estar normalmente en el plató y están ahí para su jornada, pues se van a su caravana o su camerino; pero en esta película muchos actores se quedaban ahí en plano para ver a otros mientras interpretaban, porque todos tenían interés en ver lo que hacían los unos y los otros. Muy a menudo habían aprendido sus diálogos, pero siempre se colaban para poder ver lo que hacían los demás. Era un poco el primer público, y cuando yo veía que una secuencia se había hecho bastante bien y veía la reacción de otros actores, sabía que era una toma buena. Esto creó cierta armonía en el plató.
¿Cuál es tu escena favorita de toda la película?
Es la primera pelea entre Pascaline y su hermano, cuando ella habla de su pasado y él no quiere escucharla, ella le suelta la verdad a la cara. Es una de las secuencias que recuerdo que cuando la rodé de verdad me gustaba lo que los actores me daban.
¿Te interesa más la comedia o el drama?
Ambas. Yo creo que es un equilibrio difícil de encontrar, pero lo hace mucho más emocionante, poder explorar e intentar conseguir ese equilibrio. Igual, el drama resulta más fácil de hacer que la comedia. Cuando haces una comedia pura tiene que ser realmente buena y constante, y eso es complicado de alcanzar. Pero conseguir el equilibrio justo entre drama y comedia es una línea muy delicada pero muy divertida de explorar, intentar conseguir cosas distintas, tener tiempo con los directores de cámara, con los actores… diciendo “¿y si fuésemos un poquito más allá?”. Me encantaría hacer sólo drama, pero siempre es más interesante tener drama y cerca la comedia, porque es como la vida misma.
Si tuvieras que cenar en San Valentín con un personaje de la película, ¿con cuál irías?
Yo creo que iría con todos porque es una de las cosas más interesantes. Cuando trabajaba en la película yo sabía que no podía tener ninguna preferencia en las historias, entonces encontré en cada una de las historias y en cada uno de los personajes cosas que me atraían y que me facilitaban el trabajo para ayudar a los actores. Entonces no hay ninguno que me guste más o menos que otros. Igual, si tuviese mala tarde iría con el hombre que va al baño y habla con él mismo, pero una comida ¡sólo una!