El país de las maravillas es la segunda película de Alice Rohrwacher, ganadora del Premio Especial del Jurado y Premio a Mejor Actriz en el Festival de Sevilla, además del Gran Premio del Jurado en Cannes. Un filme sobre un drama familiar, la vida en el campo y el abandono de este. Antes de comenzar, la realizadora italiana nos aclara: "No es un filme autobiográfico. Es mejor hablar de la película y no de mi vida. El filme es algo exterior y tiene mucho por explorar". Esto puede deberse a la ascendencia italiano-alemana de la directora, que está plasmada en la cinta.
Parece que quieres establecer una declaración de amor al concepto de "maravillas"...
El título original no es El país de las maravillas, sino Le meraviglie. Tiene dos sentidos. Por un lado, es un término del que se abusa mucho. Cada vez que vas de vacaciones, por ejemplo, ves anuncios de "maravillosa oferta". En italiano se usa mucho para vender algo. Es como "fantástico". Pero al mismo tiempo, es una palabra linda porque viene de "mirar", del latino, de "mirada". Es algo que entra por los ojos y que no puedes decir con la boca. Me gustaba porque era algo con esa referencia en el título. Podemos hablar 40 horas del personaje, del argumento, pero es una experiencia visual.
La película también es una metáfora de la sociedad occidental y del capitalismo...
Para mí es más sobre el factor de que hemos destruido el campo y ahora intentamos venderlo para los turistas. Es muy repentino. Un cambio brusco. Se busca hacer una confección, un paquete para turistas utilizando el pueblo pasado de una forma muy sorprendente. Si antes no se quería hablar del pasado, ahora sí. Todos tenemos un sentimiento de violencia, de trabajo, de esfuerzo sobre el campo, pero hubo muchos que huyeron de él. Y ahora vuelven e intentan venderlo para los turistas. Huías de tu pasado y de la tierra y ahora sí quieres algo de ella.
También veo una crítica a la figura del padre, que es poco comprensivo con sus hijas.
El padre es una figura positiva en el momento en que su hija lo puede comprender. En La sal de la tierra, de Salgado, hay un momento que Juliano dice: "Mi padre nunca estaba ahí pero lo he comprendido". En el momento en que el hijo es más grande que su propio padre, se termina comprendiendo. Gelsomina acaba comprendiendo las dos partes.
¿Qué te llama más la atención: dirigir o escribir?
Ambas cosas. Nunca se escribe por escribir. Se escribe para grabarlo. Están tan unidas que es imposible separarlo. Para mí es una sola cosa.
La película tiene un aura 'felliniana' ¿Qué influencias tienes para haber sacado esas imágenes?
Hay una referencia directa a Fellini porque Gelsomina es un nombre de Fellini. Gelsomina en el filme no es el nombre que el realizador le pone al personaje, sino el que los padres le ponen a ella. Ella se llama Gelsomina; su hermana Marianela, que son todos personajes de libros, música, películas… Era para contar la historia de unas personas que trabajan en el campo pero que aman la cultura. Aman la cultura que yo amo, como al propio Fellini. Respecto a las influencias, al ser de forma inconscientes, no se sabe. Y menos mal que no lo sé. Si lo supiera, no conseguiría hacer nada. No hay lugar para la improvisación.
Cuándo rodaste esta película, ¿pensaste que iba a tener la aceptación que ha tenido?
No. Si no, sería muy fácil ganar premios. "¿Qué estás haciendo? Una película que va a ganar muchos premios". No consigo pensar en la vida de esta manera. Tengo mucha más responsabilidad y también mucha más felicidad.
Antes has señalado que no habías improvisado. ¿Cómo fue trabajar con niñas pequeñas?
Fue una tragedia (Risas). Hubo muchos ensayos. Fue complicado, pero se han divertido mucho. Nada estaba improvisado, ni siquiera los gritos. Todo estaba escrito y así se desarrolló todo.
¿Pensaste desde un principio en Monica Bellucci para el papel que interpreta?
Sí. Era la única persona que conocía todo el mundo. Cuando haces una película, se necesita mucho de esto. Es algo que da mucha energía: tener a alguien que unifica a los jóvenes, los más mayores…
¿Qué es lo más importante que has aprendido al rodar El país de las maravillas?
Hay tantas cosas que es difícil. Se aprende a hacer un trabajo pero que, cada vez que lo haces, quieres hacerlo mejor. Nunca se aprende algo de forma definitiva. Es un misterio porque es como un funambulista. Lo más que quiero aprender en mi vida es caminar sobre una cuerda, haciendo equilibrismo, con todos los músculos tensos y concentrados. Pero esto no se puede aprender. Lo puedes saber hacer o no; no hay nada definitivo. Incluso el mejor funambulista del mundo no puede decir: "Sé hacerlo". Porque siempre puede pasarle que se caiga.
Algo que sí has hecho ha sido devolverle la vida a una casa abandonada.
La primera voluntad de hacer este filme venía de todo este andar de casas abandonadas. Hay muchas casas abandonadas en mi país. Para mí es importante hacerlo y es que no hay nada que se pueda acabar ni comenzar. En la misma casa hay mucho tiempo diferente. La cortina del filme, de la última escena, fue la primera que grabamos mientras estábamos de reformas. Vi esta cortina y me encantó. Parecía que estaba respirando. Después revelamos la película y pensé que teníamos que contar la historia de esta cortina, que es la cortina de la habitación de los niños.
¿No se sentían incómodos los actores?
Los primeros días todos estaban muy ansiosos. Después nos acostumbramos.
¿Tienes alguna idea para un proyecto futuro? ¿Te gustaría que siguiese esta línea?
Me gustaría siempre que fuese así, de una forma de comunidad diferente o de una contradicción comunitaria. Estoy escribiendo aún, pero todavía no se puede contar nada. Es temprano.
¿Pero tienes tiempo para pensar en otros proyectos?
(Risas). Ahora estoy actuando. Realmente, estoy pensando sólo en el nuevo proyecto.