Sexo fácil, películas tristes cuenta la historia de Pablo, interpretado por Ernesto Alterio, un guionista al que le encargan una guion para una comedia romántica a la vez que su vida se viene abajo. Comparte protagonismo con Marta Etura y Quim Gutiérrez. Antes de que se estrene la película el 24 de abril, en SensaCine hemos podido hablar con el actor argentino.
¿Crees que el amor de las películas es posible en la vida real?
Depende. La realidad siempre supera a la ficción. Es un tópico pero creo que es cierto. Julio Verne imaginó submarinos y luego se hicieron realidad.
En la película encarnas a un guionista. ¿Fue complicado prepararse este papel?
Pues un poco sí. Es alguien muy diferente a mí. Yo por mi trabajo necesito involucrar mucho el cuerpo y este es un personaje muy mental, pasa mucho tiempo solo, dándole mucho a la cabeza. Su manera de seducir o de relacionarse pasa por algo muy intelectual. Pensé que no me resultaría tan difícil pero sí. Comencé a pasar tiempo escribiendo, sentado en un ordenador, a ver qué sensaciones me producía y cómo me modificaba eso.
¿Qué fue lo que más te gustó de tu personaje?
Me gustaba que era alguien muy diferente a mí. Tiene una paleta expresiva muy acotada y me parecía interesante cómo resultar expresivo y mostrar los sentimientos siendo alguien que tiene una dificultad para expresarse. Como actor me pareció un desafío.
¿Qué tiene Sexo fácil, películas tristes de diferente a otras comedias románticas?
Su propia estructura. Propone un juego al espectador e ironiza sobre las estructuras clásicas de las comedias románticas. Existe este juego entre la realidad y la ficción. No es sólo una comedia romántica al uso sino de los vericuetos de un creador, de cómo articula sus pensamientos. Cómo su vida influye en su obra y cómo ciertas cosas que vive se van reflejando en su obra y al revés. Esa sinergia me parecía interesante.
A tu personaje no le gusta que las películas se parezcan a la vida, ¿opinas como él?
Habría que enmarcarlo en el momento en que lo dice. Él querría seguir teniendo la posibilidad de soñar con las películas, que tengan un cierto desencanto. En la vida hay cosas que son desagradables o difíciles y entonces él siente que en las películas hay momentos que permanecen eternos. Creo que de lo que habla en realidad esa frase es de lo eterno y lo perecedero. En la vida todo se deteriora y en las películas las cosas quedan inalterables.
Tu personaje dice en un momento determinado que no puede ser tan difícil escribir el guión de una comedia romántica, ¿Qué opinas?
Creo que sí, que es complicado. Producir una obra sea del carácter que sea y ser sincero, auténtico y que eso genere interés es complicadísimo. Lo que pasa es que él subestima ese encargo que le hacen. Es algo que al principio rechaza pero que finalmente acepta porque necesita dinero. No hay un género fácil, ni un encargo menor. Para mí no existe una obra menor ni un personaje pequeño.
¿Crees que en el cine las comedias románticas están poco valoradas? ¿Por qué?
No. Ha habido grandes éxitos mundiales de comedias románticas que perdurarán siempre. Pero depende de cómo lo hablemos. Acceden menos a los premios, sí. Pero afecta a la comedia en general, porque parece que son menos serias. Es complicadísimo y siento que hay mucha profundidad y mucha hondura en el humor.
¿Qué crees que es más complicado en el cine: hacer llorar o hacer reír?
Creo que generar una emoción en el espectador, auténtica sin ser forzada, es complicadísimo. Ya sea para hacer reír o hacer llorar. Tocarle el corazón a la gente tiene que ver con el arte y con la sensibilidad.
La película reinterpreta los clichés y se burla de ellos. ¿Cuáles son los clichés que más te gustan y los que menos en una comedia romántica?
No me gustan los clichés en general. Las etiquetas ni las cosas establecidas, no conecto mucho con todo eso. Ni que algo tenga que ser de una manera u otra, que haya reglas. Tengo problemas con las reglas.
¿Crees que 8 apellidos vascos ha abierto un boom de comedias románticas?
Pues ojalá. Ha sido algo muy importante que ha pasado, ha sido algo muy bueno para el cine español en general. Algo que ha conectado a los espectadores, que ha movilizado a muchísima gente y ha reconciliado y revitalizado la fisura, si es que la había, entre los espectadores españoles y el cine. Es algo súper positivo, ojalá siga pasando eso.