Abucheada tras la proyección y hundida por la crítica, es difícil encontrar argumentos en defensa de The Sea of Trees. En la rueda de prensa, Gus Van Sant, otrora figura de culto aquí en Cannes y emblema del cine del nuevo siglo con su extraordinaria “Trilogía de la Muerte”, se ha enfrentado a la difícil labor de defenderla en la rueda de prensa posterior: “He leído una crítica esta mañana que defendía la película, pero luego he comprendido que la opinión general es muy contraria al filme, y entonces me he puesto un poco nervioso. Pero luego he pensado que también hubo mucha controversia después de Elephant aquí en Cannes [que obtuvo la Palma de Oro], incluso escuché que hubo verdaderas peleas, así que uno nunca sabe qué sacar en claro de las reacciones de la crítica”.
Escoltado por Matthew McCounaghey y Naomi Watts –y en ausencia del tercer protagonista, Ken Watanabe–, Van Sant afirmó que se incorporó al proyecto cuando el guión ya estaba terminado y que sobre todo “estaba interesado en el rompecabezas del relato, porque en parte ofrecía el desafío de controlar la historia, decidir cómo ir deslizando la información en fragmentos para comprender no solo el relato sino sobre todo al personaje, alguien que también a medida que avanza la película va encontrando la forma de romper su contención”. Se trata de Arthur Brennan, un hombre roto por dentro que al principio del filme viaja a Japón con lo puesto para quitarse la vida en las faldas del monte Fuji, una especie de cementerio de espíritus. “Me encantó el equilibrio del filme entre drama social y drama espiritual –explicó McCounaghey–. En su viaje casi sobrenatural por el purgatorio, mi personaje debe enfrentarse a la muerte para encontrar la vida. Lo milagroso es que la tragedia entre el personaje de Naomi y el mío es lo que nos une”.
La mujer de Brennan, cuyas trágicas vidas en pareja retrata el filme mediante diversos flashbacks, está interpretada por la actriz australiana que se dio a conocer al mundo en Mullholand Drive, ““fue una experiencia memorable y volver aquí es algo fantástico, me siento muy agradecida”. Respecto al filme, Watts se sintió atraída “por la hermosa historia de amor, que era dolorosa y trágica, pero que al mismo tiempo era muy pura y humana, que nos habla del perdón y de la realización personal”. La actriz afirmó que “en todas las expresiones artísticas, la exploración de la muerte es una de las mejores formas de reflexionar sobre nuestras existencias y tratar de comprender lo que hay más allá de nuestras vidas.”. La muerte es de hecho uno de los temas cardinales en el cineasta de Portland, algo a lo que también hizo referencia: “En verdad todas mis películas tienen una existencia autónoma y esta la contemplo como una más, pero sí reconozco que hay diferentes aspectos de la muerte, incluyendo esta, que me han interesado. Aquí utilizo la muerte de un personaje como un punto central a partir del cual desarrollar al resto de personajes. Pero no creo que la película trate realmente sobre la muerte o sobre el más allá”. Y añadió posteriormente: “Last Days y Elephant fueron reacciones al periodismo, porque los periodistas explotaban la tragedia de la muerte como portada para sus medios, pero a los artistas no se nos permitía hacer dramas a partir de Columbine, así que busqué otras formas de investigar los mecanismos psicológicos de la muerte, en esa tierra de nadie entre registros documentales y de ficción”.
McCounaghey es en The Sea of Trees un matemático que actúa en base a la lógica científica, y que a través de una experiencia trascendental descubre ciertos mecanismos espirituales, cosmológicos del universo. “Creo que somos los arquitectos de nuestra vida –comentó el actor norteamericano–, pero también me encuentro numerosas coincidencias misteriosas a lo largo de mi vida, que para mí forman parte de un mundo que no podemos controlar y que tiene está propulsado por una poderosa energía espiritual”. Como en Dallas Buyers Club y en Interstellar, también en esta película McCounaghey se enfrenta a una escena en la que su personaje es llevado por una crisis de llanto: “He aprendido el truco de que hay que relajarse para hacer estas escenas tan intensas. La tensión es tu peor enemigo en esos momentos, porque estás experimentado una situación muy personal y te colocas en un lugar muy vulnerable”.
Respecto a la posible percepción que pueda tener la película entre el gran público, Van Sant cree que dependerá mucho del ámbito geográfico: “Definitivamente se va percibir de forma distinta en Japón que en Europa y en Estados Unidos. La cultura occidental se enfrenta a la muerte de una forma muy distinta. Creo que en los carteles clavados en los árboles del bosque, y que muestro al principio del filme, está sintetizada de algún modo esa distinción. Son mensajes poéticos que recuerdan al visitante que su vida es un don y merece ser vivida, y la verdad es que ese tipo de mensajes no los imagino en el Golden Gate de San Francisco, otra famosa zona de suicidas”.
Cannes 2015: La alfombra roja del festival