El realizador napolitano Paolo Sorrentino ha presentado en Cannes –al igual que todas sus películas anteriores- su última y conspicua obra: Youth, en la que retrata la estancia en un lujoso hotel de los Alpes suizos de dos amigos octogenarios: Fred (Michael Caine), un compositor retirado, y Mick (Harvey Keitel), un director de cine que está trabajando en lo que él considera su testamento fílmico. Construida a base de sumar cortas set-pieces donde puebla tanto el gag, la astracanada, el lirismo o la tragedia, Youth vuelve a ser un compendio de todo lo mejor y todo lo peor que puede darnos su principal responsable. Sorrentino es un hombre de excesos, eso está claro, así que el resultado final de sus obras siempre depende de cómo sea capaz de dar orden a todo su estrambótico imaginario –La gran belleza sería su mejor ejemplo, mientras que Un lugar donde quedarse sigue siendo su peor película-; y en el caso que nos ocupa la balanza se inclina hacia lo negativo.
El caso es que muchas de las ideas que se muestran en la película caen en el bochorno más absoluto: chistes a lo Pajares y Esteso a costa de la modelo Madalina Diana Ghenea (en la película: Miss Universo), secuencias que emulan a Fellini 8 y ½ que son un escándalo de malas (las pesadillas de Mick) o cuando uno de los huéspedes se disfraza de dictador genocida para provocar el escándalo a la hora de la comida; haciendo difícilmente superable que empaticemos con la parte más humana del film: cuando ambos amigos pasean hablando sobre la vida, con sus glorias y sus miserias, o la estrecha relación afectiva que tiene Fred con su hija (Rachel Weisz). Es decir, que cuando Sorrentino se relaja y se deja de excentricidades acaba funcionando mejor que cuando rienda suelta a su énfasis más dislocado. Aunque como se demostró al cierre de la proyección sí hubo una sección de la prensa que comulga con la estética del realizador, desgraciadamente, no es mi caso.
Sylvia Chang, Jia Zhang Ke, Tao Zhao ('Mountains May Depart')
La sorpresa de ayer vino de la mano de un realizador al que creíamos perdido desde los tiempos de Naturaleza muerta (2006). Hablamos, claro, de Jia Zhangke, que presentaba Mountains May Depart, una película a la altura de sus grandes obras maestras: Unknown Pleasures, Platform y The World. Palabras mayores merecidas dado que Mountains… es un subyugante melodrama-río que conjuga la habitual sensibilidad y belleza con la que Jia configura personajes y tramas, con una estructura episódica que divide estilísticamente la obra en tres partes diferenciadas. La película sigue los pasos de tres amigos a lo largo de 26 años (no pienso hacer la comparación con Boyhood porque no tienen nada que ver), desde 1999 hasta el 2035, mostrando primero la compleja relación a tres bandas entre los dos chicos adolescentes pretendientes de la tercera en cuestión (magnífica Zhao Tao, la única rival de Cate Blanchett para llevarse el premio a Mejor Actriz) y finalizando en su último tramo en un Melbourne retro-futurista, donde el hijo de la mujer tratará de reencontrarse con su madre. Así mientras Jia nos retrata la decadencia de oriente y su inminente deglución en una globalización que borrará del mapa idiomas y costumbres autóctonos, nos cuenta una historia de amor y redención superlativa, donde no por más prosaica –la narrativa, salvo fugas puntuales, es de corte clásico- es menos bella y absoluta. Además posee el mejor plano final de la obra de su autor y, todo ello, mientras suena “Go West” de los Pet Shop Boys.
+ Todas las crónicas de Cannes por Alejandro G. Calvo
Día 1: Vivir y morir en Cannes
Día 2: 'Mad Max: Fury Road' arrasa con todo
Día 3: Matteo Garrone regresa a la versión pérfida de los cuentos de hadas con ‘Tale of Tales’
Día 3,5: Las comedias negras de Woody Allen y Yorgos Lanthimos
Día 4: Abucheos para Gus Van Sant y Matthew McConaughey por su 'The Sea of Trees'
Día 5: Ovación para ‘Carol’ de Todd Haynes, que apunta a Palma de Oro
Día 6: El festival llora a Amy Winehouse con ‘Amy’, su hagiografía definitiva
Día 7: Pixar vuelve a tocar el cielo con la maravillosa ‘Del revés (Inside Out)’
Día 8: Benicio del Toro se convierte en el ‘Sicario’ perfecto