Para esta entrega de James Bond, el equipo decidió usar lo menos posible los efectos creador por CGI. La escena en la que el Aston Martin tiene un accidente y da siete vueltas de campana es completamente real. El conductor especialista que lo llevaba utilizó un cañón de aire situado en la parte de atrás para propulsar el coche. Este espectáculo les valió para entrar en el Libro Guinness de los récords por haber dado más vueltas de campana que nadie.
La magia del cine es aún mayor gracias al CGI pero estos directores se niegan a utilizarlo.