Si no has visto la película es mejor que no sigas leyendo o leerás algún spoiler. La película dirigida por Danny Boyle tiene una escena muy explícita en la que el personaje interpretado por James Franco tiene que cortarse el brazo para seguir con vida. El director decidió no recurrir a la magia del CGI y, en su lugar, construyó un brazo falso que tenía sangre, tendones, nervios... No se olvidaron de ningún detalle.
La magia del cine es aún mayor gracias al CGI pero estos directores se niegan a utilizarlo.