La desigualdad de género en la industria de Hollywood es algo que está tan interiorizado como la defensa de sus estereotipos. Sin embargo, la crítica es cada vez mayor a hechos como el último rechazo que ha sufrido Maggie Gyllenhaal, de 37 años, que ha sido considerada "demasiado mayor" para despertar el interés romántico en la ficción de un hombre de 55, es decir, 18 años por encima. Según declaraciones de la actriz a The Wrap, la excusa fue "muy impactante", y confiesa que pasó por diversos estados cuando supo el veredicto. "Primero me sentí mal, luego me enfadé y acabé riéndome del tema".
No es nada nuevo. En la última gala de los Oscar, Patricia Arquette (Boyhood) ya pedía un cambio en Hollywood, que recoge una gran cantidad de títulos en su historia -¿Quién no recuerda Casablanca, Cantando bajo la lluvia o Pretty woman?- con actrices hasta 20 años menores que su amante. De hecho, la propia Gyllenhaal protagoniza Corazón Rebelde junto a un Jeff Bridges, 28 años mayor.
De momento, el hecho es que el poder en la Meca del cine está manejado por hombres: tan solo el 4% de las películas están dirigidas por mujeres, porcentaje que desciende a menos del 2% en 2014, según datos recogidos por la Unión Estadounidense por las Libertades Civiles. Esto hace que, inevitablemente, el estándar masculino se vea reflejado en las producciones y que diferentes asociaciones estén exigiendo medidas para acabar con la discriminación actual, que solo refleja las preferencias de una parte de los consumidores de cine. Sin embargo, nuevos trabajos como Suffragette dan esperanzas a un futuro cinematográfico más diverso, tolerante y abierto que el actual.