Este viernes 12 de junio llega a las pantallas de cine españolas la nueva cinta de Joaquín Oristrell, una película en la que los actores crearon sus propias historias. La actriz Marta Etura con la que en SensaCine hemos tenido la oportunidad de charlar, eligió para Hablar la historia de esos jóvenes 'sobre-cualificados' que tienen que emigrar del país porque no se les ofrece una oportunidad laboral.
En la Sala Mirador, en pleno Barrio de Lavapiés, la actriz nos cuenta cómo ha sido la experiencia de trabajar en esta película rodada en un plano secuencia.
¿De qué trata Hablar?
Yo creo que habla de varias cosas, tiene como varios frentes abiertos. A mí la palabra hablar me sugiere comunicación, pero en la película muestra más bien la sordera, hay muchos personajes que tratan de expresar y comunicar lo que les pasa y sin embargo nadie les escucha; cada uno habla de sus cosas pero se quedan muy perdidas.
¿Qué es lo que más te ha atraído de la película para participar en ella?
Era un proyecto muy especial para mí porque volvía a trabajar con Joaquín Oristrell y Cristina Rota. Mi primera película la realizaron ellos dos, por lo que era como volver a encontrarme quince años después en un proyecto muy parecido, en el sentido de que era el mismo equipo. Había mucha gente del teatro y de repente sucedía algo, que también pasó en Sin vergüenza, la mezcla de gente experta en cine con otros inexpertos que acababan de empezar. Hace quince años era yo la que empezaba y trabajaba con gente muy consagrada como Verónica Forqué o Jorge Sanz, y en este caso es al revés. Pero, en esta película, lo realmente atractivo como actriz era el reto de hacer un plano secuencia, hacer teatro en cine, porque la premisa era que una vez que decimos acción no se corta hasta el final.
¿Ha sido diferente el trabajo de equipo en esta película que en otras anteriores?
El cine es siempre trabajo de equipo, pero aquí teníamos que estar todos en un estado de alerta y hacer encaje de bolillos. Ha sido genial por eso, porque sabíamos que la cámara empezaba en un lugar pero podía acabar en cualquier otro; por ejemplo yo salía del metro junto al cámara y sabía que tenía que ir a un segundo lugar mientras la cámara se quedaba detrás con otros personajes, pasaban muchas cosas y cuando la cámara llegaba a mí, sabía que tenía que continuar e ir a un tercer puesto, y así sucesivamente.
Era como estar todo el rato presente y a la vez no saber lo que está pasando a doscientos metros, donde está la cámara. Era algo muy excitante y con mucha responsabilidad porque todos teníamos miedo de fastidiarla. Aunque ese miedo era el que nos mantenía muy alerta y lo que nos hacía poner toda la carne en el asador para que, pasara lo que pasara, pudiéramos salvarlo.
¿Cómo es tu personaje?
Partiendo de la premisa del plano secuencia dije: "¿de qué vamos a hablar?"; y esa palabra estaba presente todo el rato, pero como era un marco tan amplio todo se redujo a "habla de lo que tú quieras" por lo que el inicio fue el hablar de lo que pasa aquí y ahora en Madrid, para concretar.
Entonces quise mostrar el reflejo de una crisis, tanto personal como social; de lo que sucede en este país con la gente que está muy preparada y que en su día se formó porque era lo que se pedía, y ahora esas personas no tienen cabida ni lugar. Quería mostrar esa frustración tan difícil de manejar, donde uno se ha preparado mucho y no le queda otra que marcharse del país o mentir y quitarse parte de vida, porque normalmente la gente hace lo contrario, rellena el currículum, pero en Hablar la rabia sale cuando ella se tiene que quitar valía.
¿Cómo ha sido trabajar con un elenco tan amplio?
Un experimento. Cuando me propusieron el proyecto pensé que iba a ser una historia de cuatro o cinco personajes, pero cuando descubrí que eramos treinta y ocho todo se complicó, pero era difícil en el sentido de saber que no tienes que fallar, que es algo muy concreto. También tenía su parte buena, como es contar con un equipo semejante de actorazos que aportan con unas ideas muy divertidas y dispares dentro de esta locura.