Las películas de animación casi siempre tienen que pasar por un largo proceso de creación, pero el de La bella y la bestia fue demasiado extenso. Disney había intentado adaptar la historia a la gran pantalla desde sus primeros años, cuando se estrenó Blancanieves y los 7 enanitos, pero el proyecto no llegaba a convencer.
En 1988 hubo un nuevo intento para realizar la película gracias al guionista Jim Cox, pero la Casa de Mickey Mouse, concretamente Katzenberg, rechazó la propuesta porque estaba demasiado cerca de los cuentos de hadas originales. Contrataron a Richard Purdum y el equipo se puso a trabajar de nuevo al mismo tiempo que La Sirenita llegaba a los cines.
La película de Ariel fue muy criticada porque percibían que la protagonista no tenía capacidad de decisión, ya que creían que siempre estaba manipulada por su padre, Úrsula o por Eric. Tras recibir estos comentarios, Katzenberg fue a ver la primera versión de La bella y la bestia y no le gustó, por lo que obligó al equipo a comenzar de nuevo. El nuevo guion incluía a los objetos animados para rebajar la tensión de la historia, algo que no estaba en el libreto anterior, y la guionista Woolverton se basó en la Katharine Hepburn de Mujercitas para construir el personaje de Bella.
También se incluyó el tiempo límite que tenía la Bestia para encontrar el amor verdadero y se convirtió a Gastón, originalmente un cobarde, en un adversario más fuerte. Como consecuencia de todos estos cambios, La bella y la bestia se convirtió en la primera película de animación en ser nominada al Oscar como Mejor Película.