Qué gran responsabilidad interpretar a uno de los mayores ídolos del cine mexicano, siendo español, ¿verdad?
Yo no pensaba en la responsabilidad y mira que han llenado portadas en periódicos nacionales allí cuestionando tu elección. Uno no se plantea eso, ya tengo bastante con interpretar a dos personajes que son Mario Moreno y Cantinflas, algo que me iba a llevar mucho trabajo por delante.
Pero a pesar de estar cuestionado al principio, luego tu interpretación recibió grandes elogios allí…
Me considero un actor de precisión. Era un proyecto que me interesaba mucho. Cuando quise hacer la película sobre Mario Moreno, era porque no entendía como un actor de ese nivel permitía ese encasillamiento en un sólo personaje. Necesitaba saber, a pesar de tener muchos ejemplos de su cine en casa y que había visto en la televisión española, cómo había llegado a convertirse en una entidad internacional en una época en la que no había Internet ni nada, y llegó tan lejos. Tenía que conocer cómo ese actor lidiaba con este aspecto. Me interesaba muchísimo. Quería separar diametralmente a Mario Moreno y a Cantinflas. Y descubrir a la gente la verdad: la gente pensaba que eran la misma persona. Todas esas cosas eran las que quería yo enseñar. Así que tuve que trabajar por un lado a Mario Moreno y por otro a Cantinflas, eso es algo que la gente ha sabido apreciar. No me he ido a la imitación, ni me he centrado en hacer mi película al estilo Cantinflas… Al revés: me he encaminado hacia las lágrimas que conlleva vender un personaje a un intérprete, trabajo en el que se queda sin vida.
¿Cuánto tiempo te llevó esta preparación que me comentas?
Cuatro meses de preparación y dos de rodaje. Yo nunca había estado en México y de hecho la primera vez que pisé suelo mexicano fue para la audición. Fue mucho trabajo de aprendizaje de la historia, la cultura, el momento sociopolítico que vivió Mario Moreno… Hubo que inmiscuirse mucho en la cultura de la época. Teníamos que trabajar a Cantinflas, un personaje al que yo nunca había imitado y era ajeno a mí, aunque me resultaba muy interesante.
Camarón, ahora Cantinflas… ¿A qué otro personaje de la cultura popular te gustaría interpretar?
A Dalí.
¿Qué me puedes contar sobre tus nuevos proyectos internacionales?
Tengo tres películas a estrenar: Hands of Stone con Robert De Niro, John Turturro, Edgar Ramírez… Un grandísimo reparto. Luego tengo pendiente la británica The Healer, en la que soy protagonista, y la estadounidense The Words en la que comparto cartel con Marcy Gray Harden. Sobre lo que voy a rodar, no tengo ni idea. Hay muchas cosas habladas, proyectos medio cerrados… Pero hasta que no estemos trabajando, nada.
¿Algún proyecto en España?
Sí. Tengo dos propuestas interesantes y que espero que se lleven a cabo. Una, ya en producción: Oro, con el maestro Agustín Díaz Llanes y otra con la directora Ana Rodríguez Rosell, con la que ya trabajé en Buscando a Eimish. Con la primera estoy muy ilusionado, Tano (Díaz Llanes) me parece uno de los grandes y siempre es independiente. Además esta cinta cuenta con la producción de Apaches Entertainment, algo que me gusta mucho.
Acabas de cumplir 40 años, ¿cómo lleva la crisis de la mediana un actor?
Tengo la crisis, pero la llevo bien. Creo que es una segunda juventud. Viendo el final del túnel más cerca, vas a vivir otra vez como si fueses joven. La madurez me la da tener un hijo de cuatro años y el estar trabajando en lo que a uno le gusta.
¿Cómo ves la situación del cine español en estos momentos? Parece que ahora se vuelven a llevar mucho las comedias…
Bien, pero muy local. Todo lo que sea en desmesura estará mal, aunque creo que alcanzarán un equilibrio. Mientras de trabajo a gente que se dedica al cine, bien desde luego. Contento.
¿Esta definición de “cine local”, es lo que te está llevando a salir a trabajar fuera de nuestro país?
Es que aquí se ha perdido la independencia. El director depende de lo que le diga la productora. Es como si a un pintor le dices: "píntame con color azul y rojo”. El artista te va a contestar: “muy jod… tengo que estar para pintar sólo con esos dos colores". No se puede quitar la independencia a un pintor. Pues lo mismo se aplica aquí. Y creo que algo básico es la independencia del autor. Sin esta característica, no hay cine.