Las garras con las que Freddy Krueger atemoriza a los niños en sus sueños en la franquicia Pesadilla en Elm Street se han convertido en todo un icono del cine de terror, junto a la máscara de Scream o la de Jason Voorhees. El director Wes Craven no eligió ese intimidante guante al azar, sino que detrás hay un razonamiento fruto de horas de reflexión.
Craven quería dar a su personaje un arma única e inconfundible, pero también algo que fuese barato y fácil de transportar. Durante el proceso de creación estudió los miedos más primarios de la humanidad, aquellos que existen en el subconsciente de personas de diferentes culturas, y descubrió que el ser humano teme ser atacado por las garras de un animal. Al mismo tiempo, el cineasta vio cómo su gato sacaba las garras y, de algún modo, los dos conceptos se fusionaron.
El director habló con el encargado de los efectos especiales, Jim Doyle, y le dijo "He pensado... ¿Qué tal si hacemos un guante con cuchillos para carne?". Se hicieron dos modelos: uno afilado para cortar algo en caso de que se necesitase -se conocía como "guante de héroe"- y otro que no causase heridas.
Según comentó Wes Craven en su cuenta de Twitter cuando el filme cumplía 30 años, el resto de la apariencia personaje se inspira en un extraño hombre que se le quedó mirando a través de la ventana. Esperamos que no llegase a más.