En Lejos de los hombres, estrenada en el Festival de Venecia de 2014, Viggo Mortensen da vida a Daru, un hijo de colonos españoles que anhela poder dedicarse a la enseñanza en la Argelia de 1954, el año del inicio de la Guerra de Independencia. En su escuela ayuda a los jóvenes niños árabes a leer y escribir en francés, pero una mañana un policía le confía a Mohammed (Reda Kateb), un argelino acusado de asesinar a su primo. Aferrados al instinto de supervivencia, ambos personajes iniciarán un largo y peligroso viaje por el desierto en busca de justicia, un viaje que les permitirá conocerse mejor a sí mismo. Sensacine ha conversado con Mortensen acerca de las claves del film, de Albert Camus, de su experiencia rodando escenas de acción, de su carácter políglota, de su editorial y proyectos futuros.
Lejos de los hombres plantea un interesante viaje de conocimiento personal en un contexto muy dramático.
Mi personaje es un hombre que intenta aferrarse al presente a través de pequeñas tareas cotidianas: cuidar su jardín, dar clases a sus pequeños alumnos... Pero en el fondo vive escapando de los fantasmas de su pasado como hombre de guerra. Su relación con Mohammed le llevará a apreciar la vida, el presente, como algo valioso. En líneas generales, el viaje de los dos protagonistas les lleva a reafirmar su fe en la vida.
¿Fue eso lo que más le atrajo del proyecto?
Me gustó ese aspecto de la historia. En otro nivel, me interesaba conocer mejor la historia del norte de África en aquel periodo. La realidad colonial siempre me ha fascinado, sea en Norteamérica, donde nací, o en Argentina, donde crecí, un país que se nutrió de mucha población europea. El choque entre culturas puede ser brutal y las cicatrices se pueden extender durante generaciones. Es algo muy presente en Oriente Medio. Hay un bando, Oriente, que intenta defender sus fronteras y sostener sus creencias. Y luego, del lado de Occidente, hay una lucha por la defensa de su fuerza cultural y su herencia humanista. Ambos deben liberarse de sus prejuicios si aspiran a llegar a un acuerdo.
Su personaje en la película afirma que para los franceses es un árabe y para los árabes un francés. ¿Se siente identificado con esa sensación teniendo en cuenta sus raíces danesas y su educación argentina?
Sí, en gran medida. A mí lo que me ocurre es que, en Argentina, mucha gente me toma por argentino cuando en realidad no soy originario de allí. Es bonito sentirte acogido de esa manera. Y hace que te preguntes cosas como: ¿qué es más importante: tu bandera, tu pasaporte o tu dimensión humana? Tendemos a cimentar nuestra identidad sobre ideas muy curiosas relacionadas con la identidad. En mi caso, mi bandera es la del equipo de fútbol del San Lorenzo de Almagro. Es lo único eterno para mí (sonrisa irónica).
En Lejos de los hombres, suma el árabe a la larga lista de idiomas en los que ha trabajado (castellano, inglés, danés, francés, italiano).
Al principio sentía cierto temor ante ese reto, porque no sabía nada de árabe. Pero luego descubrí que había numerosas conexiones entre el árabe y el castellano, eso me ayudó bastante.
Su carácter políglota le sitúa como una excepción entre las estrellas de Hollywood.
Creo que eso me viene de ser originario en un país pequeño (Dinamarca) y de haber viajado. Cuando naces y creces en un país grande, como Estados Unidos, imagino que no tienes la necesidad de aprender otros idiomas porque te sientes en el centro del mundo. En cualquier caso, conozco a actores de Hollywood que hablan castellano, y Jodie Foster habla francés.
Lejos de los hombres está basada en un relato de Albert Camus. ¿Qué significa para usted la obra de Camus?
Camus es un héroe para mí. Leí La plaga y El extranjero de adolescente y ahora, para preparar el papel, me leí sus diarios. Me apasiona su dimensión humanista, su capacidad para salirse de su zona de confort cuando algo le parecía mal. Se enfrentó a la izquierda de su época al criticar ciertas cosas que le preocupaban de lo que estaba ocurriendo en la Unión Soviética. Y lo mismo pasó con su postura ante la ocupación de Argelia. Debido a su honestidad, se ganó muchas enemistades. En el caso del personaje que interpreto en Lejos de los hombres, siento que hay una conexión autobiográfica con Camus. Este profesor humilde y solitario es lo que habría sido Camus de no haberse convertido en un escritor de éxito.
Usted es famoso por preparar intensamente sus papeles.
Me gusta meterme en el universo de mi personaje y en el del conjunto de la película. Para Lejos de los hombres, tuve la oportunidad de pasar un tiempo en Argelia y, aunque no es el lugar más seguro del mundo si eres un occidental, fue muy interesante. La preparación es de gran ayuda luego, durante el rodaje. Hay una escena en la que Mohammed y mi personaje están presos y él me confiesa que nunca ha estado con una mujer, y me pregunta si estoy casado. Entonces describo la iglesia en que me casé con mucho detalle. Eso estaba en el guión y no era necesario conocer el lugar. Pero yo fui a visitar la iglesia y me impregné de su magia. Eso me ayudó en aquella escena. Al conocer el lugar tenía una cosa menos que fingir.
¿Cuál es su próximo proyecto?
Estoy a punto de empezar a rodar una película titulada Captain Fantástic dirigida por Matt Ross. Su primera película (28 Hotel Rooms) era bastante intimista y esta será más ambiciosa. Cuenta la historia de un hombre que vive con sus seis hijos en plena naturaleza. Los niños han leído a Noam Chomsky y a Arthur Schopenhauer. Les vemos cazar, despedazar y cocinar un ciervo. Y, luego, en un momento dado, entran en contacto con ciertos elementos de la sociedad y se produce un choque muy interesante; en el fondo, es algo parecido a lo que ocurre en Lejos de los hombres. Hay algo de humor y una reflexión muy suculenta sobre el choque cultural.
Parece una elección arriesgada, igual que en el caso de Jauja. ¿Qué le lleva hacia ese tipo de proyecto?
Las historias. Son películas de las que da gusto hablar. Si vas a estar meses metido en una historia, y luego vas a tener que pasar días hablando de ella con periodistas, más vale que sea algo interesante. Prefiero mil veces hablar de estas películas que sentarme a promocionar... no sé, Superman 13, por ejemplo.
¿Ha tenido alguna experiencia de ese tipo?
No demasiadas. No importa que sea una película independiente o una superproducción, lo que me interesa es hacer películas que iría a ver al cine.
¿Qué le parece la banda sonora que han compuesto Nick Cave y Warren Ellis para Lejos de los hombres?
Es increíble. Es la segunda película en la que trabajo con música de ellos, después de The Road. Me gusta que para Lejos de los hombres no hayan compuesto la típica partitura impregnada de las melodías del norte de Africa. Suena diferente y suena bien.
En Lejos de los hombres, usted aparece como coproductor del film, como ocurría en Jauja. ¿Qué le interesa de la tarea de productor?
También produje Todos tenemos un plan de Ana Piterbarg. Para mí, lo principal es ayudar a mantener intacta la visión del director. Si decido entrar en un proyecto porque admiro a su director, que es lo más habitual, entonces mi deseo es conservar su visión. Es algo parecido a lo que hago en Perceval Press, mi editorial, que fundé en 2001 y con la que publico libros de sociología, fotografía, poesía, ciencia política... Cuando publicas un libro, ayudas al autor a elegir la mejor forma de presentar su obra: la forma del libro, la portada, la fuente de letra... Pero el texto queda intacto.
En Lejos de los hombres protagoniza una par de magníficas escenas de acción, algo que ya le hemos visto hacer en grandes producciones o en las películas de David Cronenberg. ¿Le resulta interesante trabajar la parte física de sus personajes?
La verdad es que, gracias a mi experiencia en numerosas películas, he llegado a conocer bastante bien el modo en que se filma la acción, sea en escenas con caballos, corriendo o con armas. En la escena de Lejos de los hombres en la que desarmo a un hombre que va a caballo, vi rápidamente cómo debíamos hacer la escena para que pareciese realista. Fui de ayuda para el director. En el fondo, las buenas escenas de acción dicen mucho de los personajes. Esta escena que acabo de comentar ayuda a comprender que el protagonista no es solo un profesor de colegio sino que es un antiguo comandante del ejército que luchó en Algeria durante la Segunda Guerra Mundial.