Imagina la escena de una película en la que aparece un hombre andando por la nieve. Seguro que también te has imaginado el característico crujido que hacen sus pies al pasar por el blanco paisaje, ¿sabías que ese efecto sonoro se hace en realidad con una bolsa de cuero rellena de harina? Muchos de los sonidos del cine provienen de materiales completamente diferentes a lo que se ve en pantalla.
Esos efectos son los llamados foleys, los que dan el último retoque al filme antes de que el director la dé por terminada. Su nombre proviene de Jack Foley, un emprendedor del que se dice que recorrió más de 8.000km para recrear el sonido de los pasos de los principales actores de Hollywood como Tony Curtis o Marlon Brando. El primer foley de la historia se usó en el musical, Show Boat (1929) –dirigido por él mismo-, algo que, desde entonces, ayudaría a reducir costes en los rodajes. La última película que dirigió fue Espartaco en 1960, donde simuló el sonido de las cadenas de los esclavos con un llavero.
Aunque el trabajo de los autores de foleys no es reconocido por el gran público, lo cierto es que marca una gran diferencia en las escenas: saber si una habitación es grande o pequeña, crear ambiente de tensión, saber cuándo se aproxima un gran momento... Sin embargo, estos profesionales son muy demandados en el sector y algunos como Skip Lievsay reciben muchas nominaciones a los Oscar.
Para sentir toda la potencia de los mejores efectos sonoros en las películas de este año, lo mejor es verlas en Dolby Atmos en cines seleccionados. En lugar de mezclar varios sonidos juntos como ocurre en los sistemas de sonido tradicionales, Dolby Atmos® puede soportar 64 canales independientes capaces de emitir hasta 128 sonidos simultáneos para crear un entorno envolvente que permite disfrutar de los filmes de forma diferente. Los sonidos invadirán la sala, creando la sensación de estar metido en la película.