Alfonso Gómez-Rejón dirige la película Yo, él y Raquel, protagonizada por Thomas Mann, Olivia Cooke y RJ Cyler. El filme narra la historia de Greg, un estudiante cuya única motivación es hacer versiones de películas clásicas junto a su amigo Earl. Su vida cambia cuando su madre le fuerza a visitar a Raquel, una chica de su instituto a la que diagnostican leucemia.
¿Qué tal fue ganar en Sundance?
Como un sueño. O, mejor, como si hubiese tenido mucha fiebre. Todo era muy extremo. Surgió el pánico a que la película se me escapara. Las películas no se acaban nunca, se escapan. En el pase oficial yo sólo podía pensar en los defectos que aún tenía: un sonido por aquí, una respuesta de un actor por acá. Y el público se entregó totalmente, dijeron cosas realmente lindas. Era todo abrumador, piensa que esta es una película tremendamente personal… Yo soy, básicamente, Greg (el protagonista). Fue una semana inolvidable.
¿Dirías que Yo, él y Raquel funciona como retrato generacional?
La película tiene un único narrador: Greg. Él te cuenta la película. Y, claro, es un cineasta. Por lo tanto también pone en escena su relato. Así que el realismo se desdeña, porque le estamos viendo es el mundo a través de los ojos de Greg. Y la generación de chavales retratada no es más que cómo ve a sus compañeros el protagonista. Hasta que llegamos a la mitad de la película y todo cambia. Ahí Greg pierde el control de su vida, de su drama y también de su narración. Y ese contraste es importante. No quiero “spoilear” pero piensa en la secuencia que es un plano fijo de siete minutos. Ahí es donde Greg pierde el control. Algo más es quién lleva el volante a partir de ese momento. Cualquiera se bloquearía, pero es que Greg además tiene 17 años. Lo cual es más devastador.
¿Cómo encontraste a los actores?
Audiciones. Primero encontré a Olivia Cooke (Raquel) que es, sencillamente, sensacional. Y la búsqueda del actor que diera vida a Greg se basó en que hubiera química con Olivia. La prueba que hizo con Thomas Mann fue eléctrica. Fue el claro vencedor. RJ Cyler (Earl) llegó a última hora y nos deslumbró. De hecho el Earl de la novela no tiene nada que ver con el RJ, físicamente hablando. Pero estaba tan claro que tenía que ser él, que no tuvimos opción. Un gran elenco, sin duda.
En castellano le han dado la vuelto al título de la película: “Yo, Earl y la chica moribunda” se ha transformado en Yo, él y Raquel
Dicen que la expresión “dying girl” (chica moribunda) asusta a la gente a ir al cine. Así que en muchos países se ha cambiado. Pasa algo parecido con “Earl”, que en algunos idiomas es impronunciable, como en francés. A mí me gusta cómo quedó aquí, creo que el juego léxico funciona.
La parte más divertida de la película es sin duda donde muestras todo lo relacionado con la realización de los cortos cinéfilos de Greg y Earl
A mí me encanta. No los hice yo, sino un par de realizadores amigos míos de Pittsburg a los que iba dando indicaciones.Yo elegía la película y ellos me aportaban las ideas. O a veces era al revés y yo les explicaba secuencias que quería que parodiaran. Todas ellas son películas que me importan o de gente que me importa. Como Peeping Tom, que en la película es “Pooping Tom”. Yo considero a Thelma Schoonmaker –viuda de Michael Powell, director de la película- mi maestra. Tengo una gran relación con ella y, debido a eso, también pude conocer a Martin Scorsese. Así que era inevitable que en una película tan cinéfila como Yo, él y Raquel hubiera múltiples referencias tanto a Telma, como a Michael Powell.
¿Había alguna regla para la realización de los cortos?
¡Había muchas reglas! (risas) Como que tenía que usar exteriores de Pittsburg, tenían que estar hechos con materiales que se pudieran encontrar en una casa, la producción tenía que ser amateur, tenían que haber evolucionado a lo largo de los años… Puesto que no es lo mismo un corto hecho por chavales de siete años que de diecisiete.
Además de tu conexión con Scorsese/Schoonmaker, has trabajado con cineastas como Kevin Macdonald o Alejandro González Iñárritu, ¿qué dirías que has aprendido de ellos?
Siempre aprendes de todos. Pero no se puede copiar. Tú no puedes plagiar la forma que tiene Scorsese de ver el mundo, entre otras cosas, porque jamás lo conseguirías. Es pura inspiración. Estar con Scorsese en un rodaje es como ver pintar a Velázquez. De todos aprendí cosas: Kevin, Alejandro, Nora Ephron… Y siempre me ocurre lo mismo cuando estoy con alguien de ese tamaño: me asombra su sencillez. Su humanidad. Su humildad.