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    Festival de Sitges 2015: Entrevista al director de ‘The Devil’s Candy’

    El realizador australiano Sean Byrne visitó el Festival de Sitges para presentar su segundo filme: un relato de terror, con sabor a los años 80, que combina el ‘psycho killer’ con el terror sobrenatural.

    El director de The Devil’s Candy, Sean Byrne,  ha visitado el Festival de Sitges 2015 para presentar su película y en Sensacine hemos podido hablar con él sobre su filme.

    The Devil’s Candy sigue a Jesse y a Astris que compran la casa de sus sueños en una zona rural de Texas. Esta casa cuenta con mucho espacio para que Jesse pueda dedicarse a la pintura. Pero lo que él no sabe es que en ella se esconde algo misterioso.

    ¿De dónde surge la idea de mezclar casas endemoniadas y asesinos en serie?

    Me interesaba sobre todo explorar de donde viene el mal: ¿el demonio es una persona en término literal o puede venir de algo más oscuro y sobrenatural? Es de ello de lo que hablamos en la película. La idea del asesino en masas viene de una vivencia propia. De la localidad de la que provengo, en Tasmania, es originario un asesino en serie llamado Martin Bryan. En el momento en el que lo detuvieron, este hombre tenía el coeficiente intelectual de un niño de once años. Era casi un chico atrapado en el cuerpo de un adulto. Tuve la sensación de que nunca había visto a un villano de estas características en la gran pantalla. Intenté combinar y hacer que encajara este tipo de ‘psycho killer’ con el subgénero de las casas encantadas.

    Tu primer filme The Loved Ones era bastante explícito, pero ahora en The Devil’s Candy prefieres la sugestión. ¿En cuál de las dos facetas te sientes más a gusto?

    Son dos películas totalmente diferentes y no se decirte con qué faceta me siento más a gusto. En los dos casos he intentado buscar la manera de explicar bien la historia. The Loved Ones, como entra en el género del ‘slasher’, me daba más libertad para ser muy explícito y más gore. En cambio, en The Devil’s Candy, tenemos una historia de terror con niños, por lo que tenía que tener más buen gusto a la hora de plasmarla.

    ¿Cómo convenciste a un galán como Ethan Embry para meterse en la piel de un heavy, melenudo y tatuado?

    En realidad no tuvimos que convencerle demasiado. Nuestros productores habían distribuido su película anterior: Cheap Thrills. En dicha película, él interpreta un papel mucho más oscuro de lo que nos tiene acostumbrados. Vi aquella cinta y también su trabajo anterior. Me alentaba y emocionaba el hecho de que podía interpretar la oscuridad interna que requería el personaje. Al principio de su carrera, en películas como Empire Records o Ya no puedo esperar, interpretaba a un personaje mucho más amable y divertido. Esta combinación de afable y oscuro era lo que requería el personaje de Jesse en la película.

    También debió ser compleja la elección de Pruitt Taylor Vince como el psicópata de la función…

    La verdad es que Pruitt era mi primera elección. Lo tuve claro desde que estaba escribiendo el guion, porque creo que tiene unas grandes dotes interpretativas para llevar un personaje a buen puerto. Era el actor perfecto para capturar esa esencia que te comentaba antes: el niño dentro del cuerpo de un adulto. Además siempre he admirado su trabajo, sobre todo su trabajo en Heavy junto a James Mangold. Tiene la capacidad de hacer a los personajes tridimensionales y con muchísimas capas. También tiene un tic en el ojo, que le hace abrirlo y cerrarlo constantemente, por lo que le hace perfecto para encarnar a un personaje desconocido e incómodo, aunque luego en la vida real sea un tipo muy lúcido y amable.

    El montaje de algunas escenas muy escabrosas a ritmo de música heavy ha debido tener mucho trabajo de postproducción detrás.

    Es difícil contestar esta pregunta, porque todo el rodaje estaba enfocado a la postproducción. De hecho, sabíamos desde el principio que los rojos se iban a subir de tono para que pareciesen más satánicos, o que el final con todas esas llamas se convirtiese en esa representación del cuadro que pinta Jesse a lo largo del metraje. En fin, elevar el infierno a la Tierra. Pero sabiendo que todo estaba encarado a la post producción, sí que me importaba que no hubiera ninguna sorpresa y nada con lo que no contásemos. Nos tomó mucho trabajo y fue muy complicado, ya que teníamos que trabajar al más mínimo detalle. Lo que más nos costó fue crear el cuadro, plasmar lo que nosotros queríamos. Había que trabajar a una escala muy grande y era una parte esencial de la narrativa de la película. Tenía que ser una imagen perturbadora, pero sobre todo que el público pudiese interpretar. Teníamos que intentar combinar lo sobrenatural con la claridad del relato. Por otra parte, el heavy metal ha sido definido tradicionalmente como música del diablo, así que ese aspecto se sumaba y teníamos que saber cómo trasladarlo al campo visual. Tuve que encontrar el equilibrio entre lo más abstracto y lo más lógico. Fue muy difícil llegar hasta allí, no sé si realmente lo conseguimos… Fueron interminables horas de trabajo y también mucha experimentación.

    ¿Has visto algunas de las películas con las que compites en la Sección Oficial del certamen?

    No. Acabamos la película, justo dos días antes de su estreno mundial en el Festival de Toronto, y no he tenido tiempo de nada. Desde que estoy en Sitges no he parado de dar entrevistas y hablar con gente de la industria, así que tampoco he podido comparar mi cinta con otras a concurso. Pero espero ver High Rise, y después escaparme al Retiro y ver todas las que pueda.

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