El 8 de enero se estrena en España No es mi tipo, una comedia francesa dirigida por el belga Lucas Belvaux (Escapando, Después de la vida), basada en la novela de Philippe Vilain y protagonizada por Émilie Dequenne (La chica del tren, Rosetta) y Loïc Corbery. Su director ha visitado recientemente Madrid y SensaCine ha tenido la oportunidad de poder charlar con él.
No es mi tipo cuenta la historia de Clément (Loïc Corbery), un profesor de filosofía parisino que es destinado por un año a la ciudad de Arras. Allí, conoce a la bella peluquera Jennifer (Émilie Dequenne). Aunque los dos acaban perdidamente enamorados, no podrán olvidarse de las barreras socioculturales y sociales que existen entre ambos. En el encuentro nos recibe un hombre amable y de actitud risueña. Espontáneo y alegre.
¿Cómo surgió su interés por llevar esta obra a la gran pantalla?
En el origen hay un libro. Un día escuché en la radio a un periodista que estaba hablando sobre él y me gustó tanto lo que decía que, antes de leerlo, ya tenía ganas de hacer la película. Sobre todo me interesaban los personajes. Por sus diferencias, no conseguían amarse y yo quería que se amaran. Fueron esas ganas las que me llevaron a hacer la película.
En relación a los dos personajes protagonistas, los cuáles están detalladamente definidos, ¿qué destacaría de cada uno?
De ella, destaco la capacidad para cambiar su vida y no quedarse en el nivel que le han propuesto a priori. Todo lo que tiene lo ha conseguido por sus propios esfuerzos y por su gran voluntad para ser feliz. A pesar de las dificultades, es feliz porque así lo ha decidido. De él, me interesaba justo lo contrario. Tiene todo lo que necesita para ser feliz y, sin embargo, no es capaz de serlo. No canta, no baila, ni siquiera es capaz de amar, hasta el punto de dejar escapar a la mujer de su vida.
La novela original está contada en primera persona, sin embargo, en su versión cinematográfica, se centra en la visión de ambos personajes, ¿por qué?
La razón es que me sentía tan cercano al uno como al otro. Son tan distintos social y culturalmente que me daba la sensación de ser en parte Clément y en parte Jennifer. Además, creo que una historia de amor siempre es cosa de dos y ambos deben estar al mismo nivel. Si no hay esa igualdad, no es tan interesante.
Para la realización de esta película ha podido contar con grandes actores, entre los que se encuentran Émilie Dequenne y Loïc Corbery, ¿cómo ha sido la experiencia de trabajar con ellos?
Ha sido realmente hermoso. Tuve la oportunidad de ver un encuentro entre dos actores de naturaleza muy distinta y me llamó especialmente la atención lo mucho que se interesaba el uno por el otro. Trabajaban de una manera muy diferente y veía en sus miradas el entusiasmo a la hora de aprender de lo que el otro hacía. Émilie comenzó como actriz muy joven y desde entonces ha rodado varias películas interpretando grandes papeles. Loïc viene de haber trabajado en teatro, donde todo es distinto al cine, por lo que tenía otras técnicas, sin embargo, ambos se apoyaron tanto que no hubo ningún problema.
Ha recibido muy buenas críticas por esta película, y de ella se ha destacado mucho, además de la gran interpretación de los actores, la originalidad y delicadeza con la que se escenifica la historia de amor, y la calidad del guión. ¿Qué es lo más valora de todo lo que han dicho?
Realmente no sabría qué decir. La manera en la que uno recibe las críticas es muy especial. Comienzan a llegar en un momento en el que te sientes muy frágil, justo antes de que se vaya a estrenar. En cierto modo, eres consciente de que la vida de la película está en manos de la crítica por lo que, cuando estas son buenas, la alegría es inmensa. Es un sentimiento muy paradójico, hablan de la película pero, al mismo tiempo, creo que la película soy yo, por lo que tengo la presión de que hablan de mí. Hay que saber marcar la diferencia y eso es una responsabilidad enorme.
Antes de empezar a dirigir, inició su carrera como actor, después de probar ambas facetas, ¿con cuál se queda?
Sin duda prefiero ser director. Empecé a trabajar como actor desde muy joven y siempre pensé que esa era mi verdadera vocación, sin embargo, cuando ya llevaba 10 años interpretando, descubrí el oficio de realizador viendo a la gente que trabajaba conmigo y me di cuenta de que era lo que realmente quería. Creo que ser actor es mucho más complejo.
¿Cuál ha sido la obra o secuencia más difícil de dirigir?
Las dificultades siempre vienen de los elementos externos. El primer día de rodaje para esta película, teníamos que grabar una escena en la playa y, de repente, empezó a llover durante todo el día. Tuvimos que deshacernos del planning establecido y cambiar de escenario. Los problemas pueden aparecer en cualquier momento. Recuerdo en especial lo que me sucedió el 11 de septiembre de 2001. Estábamos en EE.UU. rodando con un montón de extras y estaba furioso porque vi que nadie me hacía caso, todos parecían desconcentrados mirando sus teléfonos móviles, entonces me di cuenta de que algo raro pasaba, los atentados a las torres gemelas acababan de producirse. Por supuesto, suspendimos el rodaje pero los días siguientes también fueron difíciles. Ninguna de las autorizaciones que teníamos para rodar se consideraban válidas y el caos reinaba.
Bueno, háblenos de sus próximos proyectos, ¿qué tiene en mente para el próximo año?
Me encuentro en la preproducción de una película muy distinta a esta. No es una comedia y ni es de amor. Se centra en la situación política de Francia y la subida experimentada por la extrema derecha, por lo que no es precisamente graciosa.