La historia de Oskar Schindler se popularizó con la película de Steven Spielberg, pero no se llegó a conocer la vida del verdadero Oskar después de la Segunda Guerra Mundial. Cuando se acabó el conflicto, Schindler ya se había gastado todo su dinero en sus trabajadores y tuvo que recurrir a las organizaciones judías para poder vivir.
En 1949 se marchó a Argentina, donde intentó hacer negocio con la cría de pollos y nutrias. Tras su quiebra, regresó a Alemania y puso en marcha otras empresas que tampoco consiguieron salir adelante. De nuevo, las donaciones de los Judíos de Schindler le ayudaron a sobrevivir. Murió el 9 de octubre de 1974 y fue enterrado en el Monte Sion de Jerusalén, convirtiéndose en el único miembro del partido nazi en estar ahí.