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    Vincent Lindon ('La Ley del Mercado'): 'Interpretar a un personaje así me obliga a ser un hombre recto'

    El renombrado actor francés ha sido premiado en Cannes por su interpretación en esta cinta que se estrena este 12 de febrero en las salas españolas.

    Golem Distribución

    El renombrado actor francés Vincent Lindon tiene una prolífica carrera en el cine francés. Lindon se inició en la industria como ayudante de vestuario en una película de Alain Resnais y muchos años han pasado hasta que este experimentado intérprete sea reconocido con el Premio al Mejor actor en la más reciente edición del Festival de Cannes por La Ley del Mercado, película que estrena este viernes 12 de febrero en las salas nacionales.

    ¿Qué le interesó del proyecto?

    Es como si le preguntaras a alguien por qué te has enamorado, y 20 años después piensas que fue por algo, pero al principio solo son esos 3 segundos iniciales, son un flechazo. Yo estaba comiendo con Stephane, con quien ya he hecho dos películas y me habló del personaje. Le dije que me apetecía mucho ser él. Fueron esos segundos iniciales. El guión llegó mucho más tiempo después.

    En la película interpreta a Thierry, un personaje desempleado con dificultades económicas que pasa por un momento psicológico muy delicado, ¿cómo se prepara un personaje así?

    No lo preparo. Yo no preparo los personajes, los encarno, me meto dentro. Él soy yo, y yo soy él. Es así. No quiero perder esa posibilidad de inconsciencia para poder encarnar al personaje y trabajar como trabajo.

    Usted ha dicho que interpretar a cualquiera de sus personajes, le supone una suerte de negocio, un intercambio. ¿Qué le ha ofrecido Thierry esta vez?

    El hecho de haber interpretado a Thierry no me permite, por ejemplo, conducir un Ferrari. La gente me llamaría mentiroso. No puedo dar entrevistas en hoteles lujosos ni tengo guardaespaldas. Tengo una vida dentro del estrellato que es bastante normal socialmente. En París cojo el metro, voy en Vespa, voy de compras con los niños.  Interpretar a personajes como Thierry me sirve como cuando tienes un árbol joven y le colocas una guía para que no se tuerza. Es un personaje que cuando estoy a punto de torcerme, me dice 'Eh, cuidado'. Me obliga a ser un hombre recto.

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    ¿Cómo ha sido la experiencia de compartir pantalla con actores no profesionales sin ningún tipo de experiencia?

    Cuando trabajo con un actor, no pienso todo el tiempo en si es o no profesional. De hecho, conozco actores profesionales que no son nada profesionales. En vez de llamarlos profesionales, prefiero decir que he interpretado junto a personas que actuaban por primera vez.

    Al ser una película tan realista, ¿cuánta libertad tenías como actor y cuánto era improvisado?

    Por las noches, Stephane me enviaba un largo correo electrónico si me tenía que especificar algo técnico. Todo estaba dentro del texto, pero con la intención de que sean conversaciones lo más naturales y reales posibles. Dicho así, suena como una gran libertad, pero no es tal, es una libertad muy vigilada, que, en realidad, es mucho mejor que la libertad para improvisar. La libertad dentro de un marco es la verdadera libertad, así sabes por dónde moverte, al menos para crear. Porque, claro, en el cine hay leyes muy estrictas, unos códigos.

    También ha mencionado en el pasado que su forma de expresar opiniones sobre la actualidad política era hacer películas. Si tuviera que resumir lo que quería expresar con una película como La Ley del Mercado, ¿cómo lo haría?

    Mi forma de hacer política, de concienciar, es hacer películas como esta, interpretando a personajes como Thierry, que se suicida socialmente antes de perder su ética; o mi personaje en Welcome, un maestro de natación que lo da todo por enseñar a nadar a este chico y ayudarle a cumplir sus sueños; o en Algunas horas de primavera, donde mi personaje acompaña a su madre para realizar el suicidio asistido en Suiza; o Pater, donde hago de Primer Ministro y propongo la medida de que la diferencia entre el salario mínimo y el máximo no puede ser mayor que diez veces. Esa es mi forma de hacer política.

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    ¿Hasta qué punto, como ciudadanía, somos cómplices de este sistema que deja al ser humano en segundo plano?

    Creo que somos profundamente culpables. Es como un baile. No siempre es la culpa del Estado, también lo es de los que estamos en el otro lado, de los dos, y es como si estuviéramos bailando en pareja. Es una cosa sadomasoquista: si hay un sadista, hay un masoquista. 

    Para solucionar esto, hay que organizarnos, nadie sabe qué hacer, nadie tiene programa. Todo el mundo está solo ahora delante de una pantalla. Antes, en cualquier café se debatía, compartías ideas, te manifestabas. Mira Woodstock, por ejemplo.

    ¿Tiene el cine un compromiso que no está cumpliendo?

    No, pienso lo opuesto a eso. Lo que no me parece normal es que esta película en Francia haga hablar a la gente del paro. ¿Qué pasa? ¿No había paro antes de La Ley del Mercado? Churchill no esperó a que una película le dijera que Hitler estaba ahí. Él se enfrentó al nazismo sin necesidad de que algo le dijera lo que fuese. Todo lo que dice esta película ya lo sabían, ¿verdad? Pero ninguna persona ha hecho nada para cambiar las cosas. 

    Como decía mi padre, si una sola persona pensara de forma diferente después de ver esta película e hiciera algo... con eso bastaría. Por esa persona habría valido la pena haber hecho esta película.

    ¿Cree que, como dice el lema de la película, todos tenemos un precio?

    Sí, es posible, pero hay que saber dónde colocar la barra, saber hasta dónde llegas. Y saber si todos seríamos capaces de suicidarnos socialmente para mantener nuestra ética. Si todos hiciéramos eso, no estaríamos donde estamos ahora.

    Esta mañana me entrevistó un periodista joven, fuerte, con poder. La entrevista era para una radio, pero nos empezó a filmarme en vídeo, como algo muy natural. Y le dije 'O eres radio o eres web, no eres las dos cosas'. Y me respondió 'Ya, a mí tampoco me gusta, pero es así'. Este chico podría ser como Thierry, pero agacha la cabeza, podría tener un hijo, un alquiler que pagar. Todos nosotros tenemos miedo. Los políticos hacen con nosotros lo que ellos quieren, somos marionetas, tiran de los hilos, y eso es porque estamos cagados.

     

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