Ramón Térmens dirige El mal que hacen los hombres, un 'thriller' sobre el mundo del narcotráfico ambientado en la frontera entre México y EE.UU, donde un sicario y un médico que trabajan para un cártel reciben un curioso paquete: una niña de 10 años, hija de un capo rival, que tendrán que custodiar a la espera de instrucciones. Charlamos con el director acerca de su último trabajo en el celuloide, protagonizado por Daniel Faraldo, Sergio Peris-Mencheta, Andrew Tarbet y la joven Priscilla Delgado.
¿Cómo surgió este proyecto?
Tuvo mucho que ver con el espacio de esta nave impresionante donde rodamos la película. Daniel Faraldo tenía una historia de sicarios en Los Ángeles, y yo por mi parte tenía otra de una niña que secuestraban, así que las juntamos cuando supimos que teníamos la posibilidad de usar esta nave, y entonces configuramos la sinopsis y la estructura de El mal que hacen los hombres hasta que finalmente Daniel se lanzó a escribir el guión.
Daniel Faraldo, además de escribir el guión, da vida al sicario Santiago...
Daniel ya ha hecho con anterioridad papeles de “latino malo” en Estados Unidos, y creo que lo que ahora escribe de alguna manera le da la vuelta a eso. La diferencia es que en este caso se trata de un villano con profundidad, un mafioso humano, que, por tanto, es distinto a los personajes algo más superficiales que había hecho antes. Ya en Negro Buenos Aires -que rodamos juntos- hizo un gran papel, y aquí le vuelve a dar la vuelta al rol. Santiago me recuerda a personajes como el de Henry Fonda en Fort Apache o algunas interpretaciones de Bogart, que durante la película cambian.
¿Y qué nos puede decir del trabajo del actor español Sergio Peris-Mencheta?
Lo bueno de Sergio es que ya de entrada tiene esa gran presencia física que recuerda a actores como Bardem o incluso Brando, que es algo que muy pocos tienen. Y luego es un actor con muchos registros. Ahora va a rodar una serie en Los Ángeles y creo que le espera un gran futuro.
La joven Priscilla Delgado, que de vida a la niña secuestrada, es todo un talento...
¡Desde luego! Al leer el guión, me decía a mí mismo: “¡Uf! ¿Cómo vamos a encontrar a la niña?”. Y luego una vez que di con ella, la pregunta era: “¿Y ahora cómo la dirijo?”. Pero tengo que decir que ella estuvo muy dispuesta y me lo puso fácil, y en ese sentido también tengo que agradecer el apoyo de sus padres, que estuvieron muy colaboradores y la arroparon. Gracias a todo eso, logró esta gran interpretación, ¡Y ahora acaba de rodar Julieta con Pedro Almodóvar! Priscilla tiene un futuro increíble.
Háblenos de la importancia de la localización: esa nave industrial.
Es muy importante, porque la utilización del espacio en el cine es una de las cosas que a mí siempre me han interesado más. Así que en mis películas he intentado cuidar las localizaciones, porque te dan los planos y los encuadres. Y esta especie de nave semidestruida que encontramos en Martorellas, a unos 15 minutos de Barcelona, daba para eso, ayudándome a crear una sensación de laberinto. Por cierto, ahora la han destruido…
Entonces, ¿qué ha buscado conseguir con este filme?
Quería darle una vuelta a la típica película de narcos, llevándola incluso a Shakespeare, creando conflictos morales. Y es que detrás de cualquier monstruo hay una persona.