Tatum O'Neal tiene el record de ser la persona más joven en ganar un Oscar en cualquier categoría. En concreto, ella ganó el Oscar a Mejor actriz secundaria por trabajar junto a su padre en Luna de papel (1973) cuando tenía 10 años. O'Neal no ha tenido una carrera tan prolífica como sus compañeros y, de hecho, su adicción a las drogas durante la década de los 90 la mantuvo alejada del cine. De 2005 a 2009 trabajó en Rescue Me, serie nominada a varios premios Emmy.
Cuando sólo tenía 11 años, Anna Paquin subió a recoger el Oscar a Mejor actriz secundaria por El piano (1993), convirtiéndose en una de las actrices (y actores) más jóvenes en ganar. Años después se convirtió en la Pícara de X-Men y en la Sookie de True Blood, además de aparecer en Jane Eyre, Descubriendo a Forrester o Una historia de Brooklyn. No ha vuelto a estar nominada al Oscar, pero ha ganado un Globo de Oro por su trabajo en True Blood.
Patty Duke apareció en El milagro de Ana Sullivan en 1962, cuando tenía 16 años, trabajo que le llevó a ganar un Oscar a Mejor actriz secundaria. A pesar de esto, la vida de la actriz no fue fácil, pues estuvo marcada por su dura infancia: su padre era alcohólico y su madre sufría depresión y era propensa a la violencia. Para que no viviese en ese ambiente, la madre llevó a su hija a vivir con Ethel y John Ross, quienes se convirtieron en sus representantes. Esta pareja controlaba sus ingresos y la empujaron al consumo de alcohol y drogas.
Shirley Temple es la ganadora más joven de un Oscar especial, título que ha mantenido durante 80 años. La joven actriz recibió el Premio juvenil de la Academia cuando solo tenía 6 años por su contribución a la difusión del cine como entretenimiento. Temple se convirtió en todo un icono, llegando a tener sus propias muñecas. Su filmografía se centra principalmente en la década de los 30 y los 40, pero luego abandonó el espectáculo, trabajando en el programa Shirley Temple's Storybook esporádicamente.