La primera película de la franquicia se realizó con 15.000 dólares, actores desconocidos y usando la propia casa del director como escenario. Acabó cosechando más de 100 millones de dólares en la taquilla de Estados Unidos. El filme triunfó gracias a su campaña de marketing, ya que los productores dejaron el poder a los espectadores para decidir donde se exhibía. Quien quisiera verla en pantalla grande, podía firmar una petición online para que la película llegase a su ciudad. Si llegaba a un millón de peticiones, Paranormal Activity se estrenaría en todo el territorio nacional.
Para las siguientes entregas, la productora ideó otra campaña diferente y fue publicando progresivamente pequeños vídeos de terror que se propagaron rápidamente por las redes sociales. En ellos se veía a Katie y su hermana durante la infancia siendo atormentadas por el demonio.