Tras su éxito con Hipócrates, el médico y cineasta francés Thomas Lilti regresa a la gran pantalla con Un doctor en la campiña, una comedia dramática en la que vuelve a volcar su experiencia en la medicina para ofrecernos un retrato fiel de un oficio en peligro de extinción: el médico rural. Para ello, cuenta con un protagonista de lujo, el actor François Cluzet (Intocable), acompañado por Marianne Denicourt (La crème de la crème). En España se estrena este viernes 27 de mayo y en SensaCine hemos podido hablar con él con motivo de su reciente visita a Madrid.
¿Qué le motivó a rodar una película ambientada en el mundo rural?
Varias razones. La primera es que hice muchas sustituciones como médico rural que me marcaron muchísimo. No es una medicina que se aprenda en un hospital, sino que es una medicina que pide calidades humanas y para la que no todo el mundo está capacitado. Por tanto, quería rendir homenaje a ese oficio. En segundo lugar, me parece que no hay muchas películas que hablen del campo. Los cineastas normalmente son ciudadanos; son de ciudad, como me ocurre a mí, que soy de ciudad. Quería poner mi mirada en las personas que viven lejos de las ciudades.
Es un hecho que las zonas rurales están quedando despobladas y que la medicina rural se está perdiendo. ¿Cuáles van a ser socialmente las consecuencias de esto al cabo de unos años?
Las consecuencias son un poco dramáticas porque es un círculo vicioso. Los médicos desaparecen porque la vida en el campo se ha convertido en algo muy difícil y, si hay menos médicos, la gente se irá más del campo; las personas mayores se irán a vivir a las ciudades, las jóvenes mamás también, etc. Por tanto, es un círculo vicioso que favorece la desertificación médica. Y, sin embargo, hay mucha gente que sigue viviendo en el campo. Hay una vida rural en nuestros países a pesar de todo y es dramático si esa gente no tiene acceso a la medicina.
El éxito que ha tenido la película en Francia, ¿tiene que ver con la preocupación, al igual que ocurre en España, con la medicina en las zonas rurales?
Creo que la medicina es una preocupación general para todo el mundo. Pero, particularmente en Francia -ignoro cuál es la situación en España pero me imagino que habrá puntos en común-, hay muchísima preocupación en torno a este problema, lo que llamamos los "desiertos médicos", zonas enteras de territorios donde ya no hay médicos, donde los jóvenes médicos no quieren instalarse. En Francia hay muchos médicos y la mayor parte de ellos no quiere ir al campo. Tenemos un problema y los políticos no consiguen solucionarlo.
Se están perdiendo unos profesionales que son más cercanos, de mayor calidad humana. Al contrario que en la ciudad, donde todo es más global y automático. Ese contraste entre el campo y la ciudad en lo que respecta a la medicina, ¿quería mostrarlo en la película?
Sí. Quería contar esa medicina precisamente. En la película se ve el paralelismo entre la medicina hospitalaria y la medicina rural. La medicina rural, que exige mucha empatía, intercambio, conversación… es una medicina en la que se da mucho al paciente, pero el paciente da mucho al médico también. Eso es muy distinto en la medicina hospitalaria. Al final, el médico da al paciente su conocimiento pero no recibe demasiado. Quería mostrar la particularidad de la medicina rural.
En Cannes se ha hablado sobre si el cine debería ser político o no. ¿Cuál es su postura?
Creo que el cine siempre es político de todos modos, incluso cuando crees que no lo es. Incluso el no querer ser político es una posición política en cierto modo. Sea cine político, de entretenimiento o de autor, yo me veo como un cineasta comprometido en todo caso con todos los temas de mis películas. Evidentemente hay una dimensión novelesca, las ganas de entretener, de que el espectador pase un buen momento con una hermosa historia. Pero lo que siempre alimenta mis proyectos son las ganas de contar algo sobre el mundo que nos rodea, sobre nuestras sociedades, sobre temáticas que me gustan e interesan. Y eso es obligatoriamente una mirada comprometida y política sobre las cosas.
¿Hay alguna anécdota que haya vivido y que haya incluido en la película?
Sí. Los personajes son totalmente inventados pero, por ejemplo, la historia de ese señor mayor que quiere morir en su casa es algo a lo que me tuve que enfrentar como médico. Esta problemática se incluye dentro de la película. Dar el derecho a alguien que decide morir en su casa es algo que me afecta particularmente. Hay que tener en cuenta que el 80% de las personas en Francia, uno de los países más desarrollados del mundo -y me gustaría saber cuáles son los datos en España-, muere en el hospital. El 80%. Es enorme. No podemos morir en nuestra casa. Es una cuestión que trato de poner encima de la mesa. ¿Por qué? Aunque no dé respuestas. Es algo que me afecta particularmente, personalmente y como médico.
Ha dicho que su intención siempre ha sido regresar a la medicina, su verdadera vocación. Tras el éxito de esta película y de trabajar con un gran actor como François Cluzet, ¿volverá a la medicina o ahora su verdadera vocación es la dirección?
Mi vocación siempre ha sido la medicina y continúa siéndolo. Hago películas que hablan de medicina. Las hago sobre todo como médico. Mi formación es de médico. No aprendí el oficio de cineasta y mi mirada sobre las cosas creo que es la de un médico. Pero los otros hablarán mejor que yo de eso. Por ejemplo, François Cluzet me lo suele decir. Ve al médico en mí. Cuando dirijo, cuando doy consejos, cuando hablo con los actores, cuando estoy en el plató… Tiene la sensación de que es la mirada de un médico.
Como médico, ¿cómo ayudó a François Cluzet a prepararse el papel?
Trabajamos muchísimo en el guion antes de empezar el rodaje. Muchísimas lecturas para tratar de entender, sobre todo, quién era ese personaje. Antes de ser médico, quién es ese hombre que se cierra en sí mismo a la vez que es muy generoso con sus pacientes y que, al final, tiene una vida minúscula. Sobre todo, eso es lo que él trabajó. Fue buscando en su interior cosas que le permitían contar cómo era ese hombre. Luego, todo lo que es medicina; los gestos... Se lo enseñé yo. Pero eso es lo más fácil. Lo más difícil es hacer que se crean un personaje completamente inventado y hacer que nos creamos que tienen un pasado, un futuro y un presente. Esa es la fuerza del actor.
¿Y en el caso de Marianne Denicourt? Quizá sea más complejo por su mayor evolución...
No es que fuera más complejo. Siempre es complicado preparar un papel. Pero, sobre todo, es que Marianne es diferente de François. Para estar tranquila, ella necesitaba aprender mucho de medicina y pasó un largo tiempo con médicos, hizo prácticas y hasta cursos de socorrismo. Hizo muchas cosas y llegó al rodaje muy alimentada por esas experiencias. Luego el personaje lo trabajó conmigo y con François, sobre todo. Fue como un encuentro entre ambos actores y les gustó mucho trabajar juntos. Eran muy generosos en su relación de reparto y todo fue muy, muy fácil para mí.
Ya tiene un bagaje como director. ¿Hará alguna película no relacionada con la medicina?
Sí, claro. Por qué no. Pero al mismo tiempo, tengo la sensación de que hago películas que cuentan más que sólo cosas sobre la medicina. Si las dos películas que he hecho tienen tanto éxito es porque van más allá de la medicina. Hipócrates cuenta algo sobre la juventud que superaba el marco del hospital y en Un doctor en la campiña hablo del mundo rural, de la dificultad del mundo de hoy para tener una vida modesta, una vida volcada en los demás, generosa y altruista. No tendría ningún problema en contar historias partiendo del tema de la medicina, pero mis protagonistas no siempre son médicos.
El personaje de Cluzet padece una grave enfermedad, pero se le resta importancia, y él incluso continúa ejerciendo como médico al margen de su situación personal. ¿Con ello quiere mostrar que la medicina es fundamental? ¿Que la necesitamos a pesar de todo?
No es exactamente eso, pero más o menos. Por una parte, quería mostrar al médico enfermo porque, si hablas con médicos que han estado enfermos -caen enfermos como todo el mundo-, es algo muy complicado para ellos: aceptar su propia enfermedad. Tenía ganas de contar eso. Cuando estás enfermo, nunca piensas que tu médico pueda estar enfermo y, si lo supieras -incluso que esté más malo que tú-, te molestaría mucho tener que ir con una enfermedad sin importancia mientras que él está realmente enfermo. Eso quería contar. spoiler: Luego, evidentemente, se va a curar. Porque hago una película optimista, que quiere contar que la medicina cura. Si al final el protagonista muere por su propia enfermedad, ¿qué estoy contando? Que la medicina no sirve para nada. Evidentemente, tenía que curarse. Es una película optimista en ese sentido. Eso no quita que todos sabemos que la enfermedad es grave y que puedes morir por ese tipo de enfermedad.
¿Ha tenido algún director como referente cuando se adentró en el cine?
No. He tenido siempre gustos muy eclécticos. Hay muchos directores, algunos con los que puedo tener cierta proximidad. Obligatoriamente tiene que haber puntos en común, como podría ser el cine social inglés. Me gusta mucho Ken Loach, pero también el cine negro americano, el neorrealismo francés, el cine italiano… Me encanta el cine de género. Como espectador veo muchas películas distintas.
¿Algún médico del cine que le guste especialmente?
Hay muchos médicos en el cine. A menudo, el hecho de que sean médicos los define en cierto sentido y a menudo suele ser dentro de un contexto social. Un personaje que es médico en el cine se emplea más para escribirlo en una realidad social. Suele venir de un extracto social alto, ser una persona bien cultivada... No se le muestra tanto como médico. Pero luego hay médicos en el cine, por ejemplo, sin ir más lejos, el presidente del Jurado de Cannes, George Miller, es médico también.