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    Entrevista a Daniel Grao e Ingrid García Jonsson ('Acantilado'): "A todos nos gusta tener secretos"

    El 'thriller' que dirige Helena Taberna y co-protagonizan Goya Toledo y Juana Acosta ya está disponible en cines.

    En Gran Canaria acaba de tener lugar un suicidio colectivo. Todos los fallecidos pertenecían a una misteriosa secta con varias conexiones económicas a lo largo de Europa, y el caso ha provocado que Gabriel (Daniel Grao) viaje a la isla para comprobar qué ha sido de su hermana Cordelia (Ingrid García Jonsson), una de las integrantes de la secta, que se encuentra en paradero desconocido. En su investigación se verá ayudado por Helena (Juana Acosta), la persona que mejor conoció a Cordelia, y por una temperamental inspectora de policía interpretada por Goya Toledo.

    Éste es el punto de partida de Acantilado, la última película de Helena Taberna, un 'thriller' psicológico que explora las angustias del ser humano y su constante necesidad de sentirse aceptado. El filme ya se encuentra en cines y, aprovechando la ocasión, SensaCine ha podido hablar con Daniel Grao e Ingrid García Jonsson. La cinta adapta la novela El contenido del silencio de Lucía Etxebarria.

    ¿Cómo llegasteis a una película como Acantilado? ¿Qué es lo que os atrajo de ella?

    Daniel Grao: A mí me atrajo, por un lado, lo rara que es la película, la mezcla de géneros que propone. Hay un híbrido entre 'thriller' y película intimista, un drama de personajes muy turbio que me llamó mucho la atención. Y, por otra parte, estaba Juana Acosta. Cuando Helena Taberna me propuso el personaje de Gabriel, sólo había una actriz confirmada, que era Juana. Teníamos muchas ganas de trabajar juntos, y lo primero que hice fue llamarla y asegurarme de que la iba a hacer.

    Ingrid García Jonsson: Pues yo acabé en la peli tras un cásting súper largo. Tuve que hacer muchas pruebas, me dijeron que no, luego que a lo mejor sí, luego otra vez que no... Un mareo, la verdad, nunca había hecho tanto cásting para un papel. Y al final, Helena se decidió definitivamente por mí, y aquí estoy. Fue un proceso muy largo y muy desconcertante, como la película en sí.

    Lamia

    Habladnos de vuestros personajes, Gabriel y Cordelia.

    D.G.: Al principio de Acantilado, Gabriel es un fiscal de éxito, con el futuro resuelto y felizmente casado, pero poco a poco vamos viendo que la base en la que se apoya es muy poco sólida y, en cuanto la vida le pone en contacto con lo más incómodo, cuando desaparece su hermana, se encuentra desconcertado, negándose a ser honesto consigo mismo. No quiere escucharse, es incapaz de asumir lo que siente, y trata de no escuchar todo aquello que le incomoda.

    I.G.J.: Cordelia es la chica que desaparece. Es la hermana de Gabriel, y ambos llevan sin verse un montón de años porque pasó una cosa entre ellos que ninguno de los dos se puede perdonar. Es un personaje que deambula durante toda la película entre la vida y la muerte, entre la lucidez y la locura, con una personalidad depresiva que tiende mucho a irse al lado oscuro... alguien vulnerable, y muy diferente a todo lo que había hecho con anterioridad.

    Entonces, ¿fue difícil para vosotros, como actores, interpretar a personajes tan peculiares?

    D.G.: La dificultad que he tenido con Gabriel ha sido, sobre todo, la contención máxima que me pedía Helena, y el poco diálogo que tiene. Debía tener muy claro qué es lo que estaba pasando en todo momento por su cabeza, y compactarlo mucho para que se viese lo que Helena quería. Intenté desparramarme en algún momento, pero ella me ataba en corto, porque quería dibujar un personaje con grandes dificultades para vivir emocionalmente. Todos los personajes de Acantilado tienen carencias efectivas, y son bastante torpes a la hora de transmitirlas. Tuve que manejarme en esa cuerda de la no-acción, e intentar transmitir lo que me pedían con muy poco discurso en el que poder plasmarlo.

    I.G.J.: Cordelia es un personaje muy fragmentado, y tuve que crear una base muy sólida para poder contar su historia. De no haberlo hecho habría quedado una cosa completamente deshilachada, y yo tenía que comprenderla, saber de dónde viene y adónde va, aunque no se cuente en la película. Helena me dio mucha libertad a la hora de construirlo porque, al final, quien tenía que entender a Cordelia era yo, y fue muy interesante conocerla y tratar con psicoanalistas para documentarme sobre el personaje.

    La relación entre Gabriel y Cordelia supone una de las claves de la película, aunque no compartáis demasiadas escenas. ¿Cómo fue vuestra relación en el 'set'?

    D.G.: Ingrid es maravillosa y, además de ser un pedazo de actriz, es muy divertida. Tiene algo. Yo tengo una hermana también, e Ingrid me recuerda mucho a su carácter, lo cual me ayudó mucho para el papel. Tiene una faceta gamberra, políticamente incorrecta, que me hace mucha gracia y me despierta mucha ternura. Yo no la conocía y, desde el primer momento, sentí esa familiaridad.

    I.G.J.: Es cierto que Dani y yo no tenemos muchas escenas juntos, pero sí compartimos mucho tiempo en el 'set'. Y la verdad es que nos comportamos como hermanos, y seguimos teniendo esa relación. Ayer, de hecho, fuimos de promoción a la tele y después nos fuimos a tomar una copa y, llegado un momento, dijo que se iba a casa, me miró, y me dijo: "Tú también deberías irte a casa" (Risas). Aún mantenemos esa relación de hermano mayor y hermana pequeña.

    Daniel. Recientemente, estrenaste en Cannes Julieta, de Pedro Almodóvar. Y por tu parte, Ingrid, presentaste en el pasado Festival de Málaga hasta tres películas: Toro, Guernica y Acantilado. ¿Créeis que os encontráis en un punto de inflexión de vuestras carreras?

    D.G.: No me había parado a pensarlo pero, con perspectiva, me doy cuenta de que sí, de que han coincidido varias cosas en el tiempo, y tengo la sensación de recoger los frutos. Para mucha gente, he aparecido por primera vez, pero son ya unos cuantos años trabajándomelo. En el caso de Julieta, además, el universo 'almodovariano' te da una visibilidad mayor, sobre todo internacionalmente, y haber vivido Cannes ha sido precioso. Es un momento, además, en el que creo que he de tener más cuidado con la elección de los proyectos. Afortunadamente, siempre o casi siempre ha coincidido que los que he hecho los he querido hacer. No me he visto movido por la necesidad, pero ahora sí que estoy haciendo apuestas, y estoy viendo que es muy difícil, por ejemplo, decir que no cuatro veces seguidas.

    I.G.J.: No lo sé. Sinceramente, estoy un poco asustada. El año pasado enlacé muchos curros, uno detrás de otro, o incluso varios a la vez: rodaba por el día una cosa, por la noche otra... y tengo un poco el miedo de "quien mucho abarca poco aprieta", porque no sé si he apretado suficiente. Pero la verdad es que estoy muy contenta. He hecho personajes muy diferentes. He aprendido mucho, conocido gente...

    Lamia

    ¿Cuáles son vuestros planes de futuro?

    D.G.: La promoción de Julieta acaba de empezar y vamos a ir presentándola por varios sitios. Luego, en septiembre, vuelvo con la función teatral La piedra oscura a Madrid, al Teatro Galileo. Más tarde estrenaré La sonata del silencio, una miniserie para TVE basada en la novela del mismo título, que se ambienta en el Madrid de la Posguerra y tiene a Marta Etura como protagonista... y comenzaré pronto a rodar para Atresmedia La catedral del mar, una miniserie de siete capítulos.

    I.G.J.: Pues aún queda por estrenarse Guernica, también está En zona hostil, y ahora hago una colaboración en Golpe Maestro, que es una peli 'lowcost' de las que me gustan a mí. Después de esto, me meto en un berenjenal que se llama Ana de día, otra peli independiente donde tengo un personajazo. Y eso es todo. Luego... yo me quiero ir de vacaciones (Risas). Desde Toro es que no he parado, y Guernica se estrena en breve, y llevo un curro de promoción... Nunca había hablado tanto con tanta gente, y la verdad que me apetece a un retiro espiritual; no como el de Acantilado, pero sí uno en el que no tenga que hablar más de mí, y probar a preguntarle a la gente que qué tal están ellos. Lo único que espero, Dios me oiga, es que no se me vuelvan a juntar más curros, porque no quiero decirle que no a cosas que merezcan la pena.

    Por último, puestos a filosofar, ¿creéis que en el momento por el que pasa nuestro país se pueden dar más fácilmente situaciones como las que propone Acantilado, con personas deprimidas siendo absorbidas por las sectas?

    I.G.J.: No me lo había planteado, pero las sectas llevan existiendo miles de años. Siempre han estado ahí, y siempre han hecho falta, porque hay gente que se siente muy sola y necesita pertenecer a grupos. No sé si la crisis habrá propiciado que esto esté en auge o no. Hay muchos tipos de sectas, no sólo de tipo religioso, sino también de deporte, de amigos... todos los grupos pueden tener comportamientos sectarios. Creo que es algo intrínseco en el ser humano, pero no nos atrevemos a reconocerlo. A todos nos gusta tener secretos, pertenecer a un grupo, sentirnos especiales. Las sectas en general son malas porque luego abusan de ti, o te estafan... pero que tú pertenezcas a un grupo en el que te acepten tal y como eres, y en el que estés feliz y no hagas daño a nadie, jamás me parecerá mal. Quién soy yo para juzgar las ideologías de nadie... ya tengo cosas suficientemente locas en la cabeza.

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