En una calurosa noche de verano, las vidas de varias personas se entrecruzan en medio de una gran ciudad. En seis vehículos viajan personas que llevan consigo su pesado equipaje vital, sin ser conscientes de que sus destinos están conectados. Así comienza Rumbos, una historia coral dirigida por Manuela Barló Moreno (Cómo sobrevivir a una despedida), que llega este viernes 10 de junio a los cines. Aprovechando su estreno, hemos hablado con sus actrices Carmen Machi y Pilar López de Ayala.
La película se sustenta fundamentalmente en los diálogos. ¿Ha supuesto esto un reto a la hora de interpretar a vuestros personajes?
Carmen Machi: Más que un reto, ha sido un aliciente. Para mí, que hago teatro con continuidad, son muy importantes los textos y, cuando me llegó el guion de Manuela, lo que más me llamó la atención fue su manera de dialogar, ya que el peso de la película está en lo que se dice. Eso me parece importantísimo y es lo que me hizo decir que sí sin pensármelo. Y es la virtud de la película, además de que la directora tiene una mano magistral porque sabe lo que quiere contar y cómo quiere contarlo. Así que no era un problema porque, afortunadamente, tiene unos diálogos muy buenos, frescos, bien construidos, muy duros por otro lado, y con muchísima verdad.
Pilar López de Ayala: Es verdad. Son personajes diferentes porque hablan mucho. Y se agradece hacer algo distinto. Ha sido muy enriquecedor. Me gusta que sea un personaje verborreico, que tenga una vis cómica y que se tome la vida con humor. También me parecía un desafío porque había mucho llanto. Además, tenía la sensación de estar interpretando al alter ego de Manuela, y lo tenía muy fácil porque ella estaba delante.
¿Y por qué creéis que no se apuesta más por ese tipo de cine, no se confía en el espectador?
C.M.: Creo que hay pánico a que se hable mucho. No es la primera vez que veo guiones que son retocados porque al productor le da mucho miedo que los personajes hablen demasiado. Quizá piensen que el espectador se va a aburrir... Pero no creo que no se confíe; lo que sucede es que no se conoce suficiente a la audiencia, y al espectador le gusta empatizar con algo que le es cercano. Rumbos tiene un lenguaje universal y una línea que no es muy típica. Solo la he visto con público en el Festival de Málaga y allí manifestaban sus emociones, reían, lloraban, aplaudían… y salían con una sonrisa. Creo que es una película muy luminosa y con un gran toque de esperanza.
P.L.: La recepción del público en Málaga fue muy cálida y entusiasta. Entraron muchísimo en la película y hubo carcajadas, lo que fue sorprendente porque no la concebimos así. Pero sí es una película de sonrisa permanente en los labios con la que muchos se van a identificar porque, además, cada historia es sobre una generación diferente y eso abarca a un público muy amplio. Son trocitos muy cotidianos de la vida de cualquiera de nosotros, por lo que creo que va a conectar con la gente.
Pilar. En Rumbos interpretas a Lucía, que acaba de romper con su novio, aunque no entiende bien el motivo. Mientras que tú, Carmen, das vida a Lupe, una veterana prostituta que se define por ser una mujer marcada por el dolor de la pérdida. Habladnos de vuestros personajes...
P.L.: Lucía es una muchacha muy inocente que representa la fe en el amor y demuestra que este es ciego, porque no se ha dado cuenta -llevando tres años con su pareja- que él no siente lo mismo. Ella quiere una vida convencional, comprar una casa, tener una familia, ir a pilates… mientras que su pareja está con otra. Y eso le lleva a tomar una decisión que cambia el rumbo de su vida. Como el resto de los personajes, todos de alguna forma están en un momento crucial de sus vidas. Por eso es una película de decisiones, pero en la que también interviene el destino de alguna forma.
C.M.: Es curioso porque Lupe es una prostituta, pero eso es lo de menos. Es una mujer en un momento de su vida en el que ya tiene establecido su camino, que puede parecer un poco estancado. Se ha acostumbrado a vivir en soledad y con esa pérdida, pero me gusta mucho que ella no es victimista, no quiere contagiar al otro de su dolor. Lupe ha superado la ausencia, aunque el dolor está, y la vida le depara una bonita sorpresa.
Según tengo entendido, Manuela Barló Moreno no da pie a la improvisación y antes de grabar tuvisteis que ensayar mucho. ¿Cómo es trabajar a sus órdenes?
C.M.: La improvisación no es tampoco tan usual, y a mí al menos no me gusta nada. Prefiero decir lo que pone en los textos y lo que quiere el director, pues no dejamos de ser un vehículo para contar las historias. Y Manuela es una mujer con un espíritu muy inquieto, muy vivo, que estalla a borbotones. Tiene mucha necesidad de contar cosas y siempre lo hace desde un lugar muy bonito, muy fino. Sabe qué es lo importante de lo que cuenta, le gusta sorprenderse y es entusiasta con lo que hace. Y me sorprende muchísimo porque lo que yo imaginé al leer el guion es lo que he visto en la pantalla. Ha conseguido que todas las historias y todos los actores encajen. Trabajar con ella es agotador porque es tremendamente exigente, consigo misma y con los demás. Y ha hecho la película que quería hacer. Por eso espero que la vea mucha gente, porque es una película necesaria, que habla de la vida. Y creo que sales del cine pensando: "Me he gastado muy bien mi dinerito".
P.L.: Hemos ensayado lo suficiente, tampoco mucho. Pero es verdad que Manuela estaba muy receptiva a las distintas propuestas interpretativas. Y ella es una persona muy entusiasta, muy positiva, apasionada y muy expresiva con todo lo que le gusta. Ha sido muy fácil, porque eran como inyecciones de buen rollo que generaban un ambiente de trabajo muy fácil. Improvisación es cierto que no ha habido mucha, pero porque ella tiene muy claro lo que quiere. A lo mejor repetíamos algo hasta que Manuela escuchaba un tono que le gustaba pero, en ese sentido, como lo tenía tan claro, nos dejábamos llevar. Manuela ha sido muy hábil creando personajes que no caen en los estereotipos, que están llenos de matices y colores que los hacen complejos.
El rodaje tuvo lugar de noche, en verano y en el interior de vehículos. ¿Fue difícil?
C.M.: Fue horroroso. Grabar de noche es siempre algo muy agotador porque necesitas la luz del sol, aunque sea un poco, para que te de energía. Y era muy intenso, pero no pasaba de la semana de rodaje en la mayoría de los casos, por lo que fue soportable. Y luego es verdad que al estar encerrado en un vehículo tienes muy poco margen porque tu espacio está invadido por las cámaras, el micro… Éramos como 20 personas dentro. Pero creo que todo el equipo ha hecho un trabajo soberbio.
P.L.: En mi caso a los cámaras ni los veía. Actuar dentro de un vehículo favorece una intimidad y una manera de trabajar que fuera no se daría. Y yo creo que eso es un poco lo que buscaba Manuela: las confesiones nocturnas… Está todo relacionado, ese microcosmos de intimidad que se da en los vehículos, que te permite hasta abrirte a un desconocido, como hace mi personaje.
Carmen. Compartes la mayoría de tus escenas con Fernando Albizu. Y tú, Pilar, con Miki Esparbé y Karra Elejalde. ¿Habéis trabajado cómodos juntos?
C.M.: Fernando Albizu es un actor descomunal, como su físico. Él es un tipo muy abierto a todo lo que está pasando y le da una humanidad increíble al personaje, porque él la tiene como tío. Ha sido muy gratificante y yo repetiría con él una y mil veces.
P.L.: Yo he estado muy cómoda. Karra Elejalde es fantástico, el mejor compañero que se puede tener. Y con Miki también ha sido fácil. Cuando entras en el coche, ya solo tienes que mirar a tu compañero y dejarte llevar por lo que sucede, contagiarte un poco por las emociones que te dan. Uno no puede trabajar solo.
En vuestras carreras habéis tocado distintos géneros. En tu caso, Carmen, tu registro va de la comedia al drama. ¿En cuál te sientes más cómoda?
C.M.: Yo disfruto mucho más haciendo drama, porque la comedia es muy agotadora, pues requiere de un resultado inmediato y el vértigo es mucho mayor. Aunque he hecho mucha comedia, he hecho bastante más drama. Pero tengo el código de la comedia muy captado; tiene que ver con el ritmo y con la técnica, se siente desde otro lugar. El drama te proporciona por dentro unas cosquillas muy buenas, y yo me lo paso muy bien porque, además, es mentira y te permite llorar aunque sabes que no está pasando nada. El drama es muy estimulante para un actor. Pero no prefiero ni una cosa ni otra. Lo que te apetece son grandes personajes, buenas historias, estar rodeada de gente con talento… De eso es lo que se trata más allá del género. Pero como disfrute, disfruto mucho haciendo drama y tragedia.
Por tu parte, Pilar, por ahora has actuado en más películas dramáticas que en comedias. ¿Te gustaría adentrarte más en este género en un futuro?
P.L.: Sí, pero no depende de mí. Creo que faltan riesgo e imaginación para ver actores en diferentes registros. Basta que hayas hecho un drama que haya tenido éxito para que te llamen solo para eso. Se tienden a repetir fórmulas que han funcionado y, en este caso, espero que Rumbos me dé la oportunidad de recibir comedias. Bueno, Manuela se fijó en Besos para todos para esta película, pero yo no hago comedia nacional desde que rodé Bienvenido a casa con David Trueba. Todo lo demás han sido co-producciones y no precisamente cómicas. Pero me siento cómoda en todos los registros y me gusta tocar todos los palos, porque soy actriz y para mi supone un desafío hacer algo en lo que a lo mejor no se me ha visto tanto.