Thomas Bidegain es conocido por su trabajo como guionista, especialmente junto al director francés Jacques Audiard, con quien colaboró en las galardonadas De óxido y hueso y Un profeta. Con Mi hija, mi hermana se atreve a ponerse también detrás de las cámaras para contarnos la historia de una familia que ha perdido el equilibrio tras la desaparición de su hija adolescente. El filme, que está protagonizado por François Damiens y Finnegan Oldfield, se estrena este viernes 17 de junio en España y, aprovechando su lanzamiento, hemos tenido el placer de entrevistar a Bidegain.
¿Cómo nace la idea del film? ¿Ha sido difícil tratar un tema tan polémico como el yihadismo?
Empezamos a escribir la película en 2011 y en ese momento la yihad era una cosa del pasado, de los 90, de la que solo habíamos oído hablar. Todavía no existían Daesh ni esa ola terrible que todos hemos conocido. Pero no creo que sea una película sobre la yihad, no trata sobre los que se van, es sobre los que se quedan. Es sobre nosotros, sobre la comunidad, sobre cuánto tiempo es necesario para encontrar un nuevo equilibrio.
Alain y George, padre e hijo, dos generaciones que buscan lo mismo: a su hija, a su hermana. Sin embargo, Alain es inflexible, mientras que George es capaz de adaptarse a una nueva cultura…
El hijo es más listo. En ese sentido la película es muy optimista, porque tiende a pensar que nuestros hijos serán más listos que nosotros porque es lo que deseamos. El padre sufre un choque entre culturas, piensa que es un cowboy y que los musulmanes son los indios, Alain ve el mundo en blanco y negro. George tiene discernimiento, sabe diferenciar a los buenos y a los malos, no ve a otras civilizaciones como enemigos, sino como personas.
Pero mientras que los hombres van a buscar a la hija, la madre se queda en casa, resignada, aceptando la situación.
No es que la acepte, es que sabe que debe seguir viviendo, pues tiene otro hijo, tiene una casa… Y yo creo que su papel es de un grito silencioso, pero también mucho más positivo.
La película comienza con un encuentro de amantes del estilo de vida country, ¿por qué ha optado por ese marco western?
Por varias razones, una es que los western que nos gustan dan una idea del Estado de la Nación. Y nosotros también queríamos hacer eso. Esta comunidad country es Europa. No nos disfrazamos de cowboys, pero sí que llevamos ropa americana, somos la civilización occidental. Es una manera reducida de hablar del mundo.
Ha confesado que de pequeño, cuando veía westerns, sentía más afinidad por los indios que por los vaqueros…
Sí, la verdad. Siempre me olvido de decirlo, pero soy vasco. Y cuando veía estas películas con mi hermano mayor, él siempre me decía "mira los indios e imagínate que son vascos". Y esa capacidad de ver reflejada en una población a otra sí es una de las ideas de la película.
Dadas sus raíces vascas, ¿tiene pensado escribir sobre España o realizar algún film aquí?
No sé. Bueno, sí, tengo una idea relacionada con la música española de los años 80. Fue una época de locura para España. Y me gustaría hacer algo como los Blues Brothers, pero en Malasaña. Además, pueden aparecer todos los músicos de la época porque están vivos. Podrían hacer cameos, por ejemplo, el conductor del taxi sería Kiko Veneno.
¿Tiene en mente algún actor español en concreto?
No, pero a mí me encanta el cine español y creo que ahora está en un buen momento, mejor que años atrás. Y hay grandes directores y actores. Pero no tengo una idea en particular, primero hay que pensar en los personajes y luego ya llegan los actores.
Tras haber trabajado como guionista, ahora debuta como director. ¿Cómo ha abordado la película a la hora de dirigir?
He tenido mucha suerte como guionista porque he trabajado con grandes directores. Cuando alguien me pregunta qué es ser un buen guionista, siempre digo que es alguien que trabaja con un gran director. Pero yo quería trabajar con actores, esa fue la razón principal por la que quería dirigir. Y ha sido una gran experiencia. Otro motivo era para crear un mundo y ver si funciona, porque te lo inventas todo.
¿Qué ha sido lo más interesante que ha aprendido dirigiendo?
He aprendido un montón. He aprendido muchísimo sobre mí mismo. Creo que dirigir es una máquina para revelarte, porque tomas todas las decisiones, y todas van a decir algo sobre ti.
Durante vuestro rodaje en la frontera con Pakistán tuvieron lugar en París los atentados de Charlie Hebdo, ¿cómo vivieron la situación desde allí?
Todo el equipo era francés, entonces nos pasábamos el día escuchando la radio. Pero lo único que podíamos hacer era continuar con la película, porque el cine representa la realidad e intenta analizarla a través del filtro de la ficción. Después el estreno coincidió con los atentados del viernes 13 de noviembre, por lo que hablamos con la distribuidora y el productor para ver qué hacíamos, aunque solo había una opción: estrenar. No se puede dejar que Daesh decida los estrenos de cine.
¿Cómo recibió el público la película en este contexto?
He visto una gran diferencia entre la gente que ha visto la película antes y después de los atentados. Era una respuesta muy emocional, porque es verdad que los atentados de noviembre dieron un eco muy real a toda la situación. Y la película trata de problemáticas muy europeas, que afectan tanto a los españoles como a los suecos o a los franceses.