Fantasmas
Hogwarts es el lugar perfecto para los fantasmas, puesto que los vivos están acosumbrados a su presencia y les tratan bien. Cada casa tiene su propio fantasma: Slytherin al Barón Sanguinario, Hufflepuff al Fraile Gordo, Gryffindor a Nick Casi Decapitado y Ravenclaw a la Dama Gris.
También hay otros que se pasean por los pasillos del colegio como Myrtle la Llorona. Para crearla, Rowling se inspiró en las chicas que se encontraba llorando en los baños de fiestas y discotecas. Otro es Binns, Profesor de Historia de la Magia. La escritora británica tomó como modelo a uno de sus maestros de Universidad que daba clases con los ojos cerrados y se balanceaba ligeramente sobre sí mismo.
En la primera lista de fantasmas de Rowling, Myrtle la Llorona se llamaba Wanda la Llorona. También estaba incluido Binns, la Dama Gris a la que llamó la Dama Susurrante y el Barón Sanguinario. También había un Caballero Negro, un Sapo y Edmund Grubb, un fantasma gordo que murió en la puerta del comedor de Hogwarts e impedía la entrada a los alumnos solo para fastidiar.
Como cuenta la escritora británica, un fantasma es un brujo o bruja con asuntos pendientes que fallece. No sienten placer físico y sus conocimientos están limitados a lo que aprendieron en vida. Pueden alterar el agua, el fuego y aire y siempre hace mucho frío cuando están cerca.
Retratos de Hogwarts
Las paredes de Hogwarts están repletas de retratos de brujos y brujas creados con encantamientos que permiten que se muevan. Antes de que un director del colegio muera, se pinta su retrato y éste lo guarda bajo llave. De vez en cuando tendrá que visitarlo para enseñarles a comportarse.
Sir Cadogan
Uno de los retratos más honestos de Hogwarts es, quizá, el de Sir Cadogan. Este mago fanfarrón tuvo tres mujeres y, según algunos rumores, 17 hijos reconocidos. La leyenda cuenta que formó parte de la Mesa Redonda del Rey Arturo gracias a su amistad con Merlín.
Su historia más famosa es la de su enfrentamiento contra el Wyvern de Wye, una criatura parecida a un dragón. Tras perder su caballo, su espada y romperse su varita, Cadogan se subió encima de un poni y volvió para luchar contra la criatura. Cuando el Wyvern iba a comérsele, le atravesó la lengua con su varita y el dragón estalló.
En su retrato está continuamente cayéndose de su caballo y retando a los alumnos porque así se le presentó al pintor.
