El próximo 23 de septiembre se estrena la última película de Alberto Rodríguez, El hombre de las mil caras. El ganador del Goya a mejor director con La Isla Mínima se inspira en esta ocasión en la novela "Paesa, el espía de las mil caras", de Manuel Cerdán, que narra las historias del ex agente secreto del gobierno español Fernando Paesa. Se presenta hoy en el Festival de San Sebastián.
¿Es Francisco Paesa un héroe o un villano?
Yo creo que estaría dentro del club de los villanos porque tiene una moral bastante dudosa. Lo que sí es verdad es que el personaje nos pareció muy llamativo desde el primer momento. El hombre de las mil caras fue un encargo del Grupo Z que nos hicieron allá por el año 2011 o 2012, antes de La Isla Mínima, y lo que nos fascinó del libro de Cerdán fue precisamente el personaje central. Es más, en el libro su historia era mucho más larga porque él empieza su carrera en la Guinea Ecuatorial durante la descolonización española y se mantiene en activo hasta el año 2010 por encima de gobiernos, países, estados... Tuvimos que cortar mucho, porque era imposible meter todo en una sola película. Quizás ahora que están tan en boga las series, hubiera sido un buen momento para abordar la historia más larga, pero como esto se concibió como un largometraje, decidimos quedarnos solo con lo que fue el "Asunto Roldán", que es lo que más conoce el público.
Roldán, Paesa, Belloch... ¿intentastéis contactar con alguno de ellos?
Nos reunimos con gente implicada de una forma u otra en el caso, pero casi todo fue confidencial, así que no te puedo dar nombres. Si que te puedo decir que no vimos a nadie de los que citas. También nos vimos con jueces, con periodistas, con algún que otro agente implicado en la historia y luego mucha hemeroteca y toda la bibliografía que nos cayó en las manos en el momento que estábamos escribiendo.
La película arranca con un mensaje que dice que esto es una ficción. Es algo que has querido dejar bien claro.
Siendo honestos, incluso las teorías que ahora mismo sostienen periodistas que llevaron en su momento el caso ahora tienen otras totalmente distintas sobre qué ocurrió, dónde acabó el dinero y qué pasó realmente. Nosotros (Rafael Cobos y yo) llegamos a un punto en el que dijimos: “La verdad de esta historia no la vamos a saber nunca”. Así que lo más honesto que podemos hacer es reconocer que esto no deja de ser una ficción. Creer otra cosa sería muy pretencioso por nuestra parte. Así que la película no dejaría de ser una teoría más dentro de las muchas que hay.
La última vez hablamos me dijiste que el thriller era la excusa para contar otras cosas -sociales, políticas, generacionales- que te interesaban más. ¿Aquí ha ocurrido de nuevo?
Curiosamente, lo que más me llamó la atención cuando leí el libro es que me daba la sensación de que lo que leía, habiendo ocurrido hace veinte años, podía ser una noticia que saltara mañana a los periódicos. Independientemente del personaje de Paesa, que me parecía muy atractivo, creo que lo que puso el proyecto en marcha fue eso, darnos cuenta que hay algo ahí que no para de repetirse cíclicamente. Cuando estaba leyendo el libro había términos como "offshore" que tenía que buscar en internet y tampoco sabía si los paraísos fiscales eran legales o ilegales. Desgraciadamente, en los últimos cuatro años los españoles hemos hecho un master en economía sumergida. No solo es que el problema siga ahí, sino que probablemente con los tiempos tan raros que estamos viviendo está mucho más candente que cuando empezamos a escribir la historia.
Da la sensación de que en España la corrupción es endémica.
No creo que sea exclusivo de nuestro país. Hay algo que también me gustaba reflejar, que era esa especie de visión de alturas que tienen los personajes en determinados momentos. No están jugando a lo mismo que tú y que yo, ellos no son el ciudadano de a pie, están muy por encima de todo eso y lo están porque son capaces de mover dinero y hacerlo desaparecer, y también lo están cuando deciden saltarse cualquier tipo de acuerdo, entra dentro de su moral.
¿Te atreverías con una película sobre Rato o Barcenas?
Bien pensado, el asunto Roldán, al menos crematísticamente, es mucho menor, ya que esto eran 1.500 millones de pesetas. Tienes razón: no es una película sobre siglas o sobre un partido en concreto, es una película sobre un problema concreto que, probablemente, tiene que ver con las personas más que con los partidos.
¿Una película sobre Rato? No sé si me atrevería porque he acabado muy agotado, aunque, evidentemente, hay cosas como la Gürtel que son impresionantes de cara a una ficción. Ya el año pasado se hizo la película sobre Bárcenas, que me pareció brillante.
El hombre de las mil caras es un thriller de interiores, sin tiros ni persecuciones. ¿Cómo te las apañaste para mantener la tensión en el filo?
No sé si hemos sido muy conscientes a la hora de elaborarlo. Hay una frase que encontramos en el libro que al final terminamos incorporando en la película: “Los espías españoles no viajamos con pistola, viajamos con chequera”. Eso es un resumen de lo que realmente fue la historia. Hemos hecho una película de aventuras en despachos y, curiosamente, mantiene bien la tensión. A Paesa también le gustaba mucho el cine negro y la novela negra y, de hecho, buena parte de las pistas que se dieron durante la desaparición de Roldán eran cosas que el ingeniaba, como poner un anuncio en el Daily Telegraph en el que se anunciaba un especialista en centrales térmicas con un número debajo. Si se restaba un 1 y se sumaba un 2 o algo así, terminaba resultando un número de teléfono real. Curiosamente, la investigación de la policía terminó dando con el sitio y con la situación. Todo como en una novela. Ese aire siempre he tratado de respetarlo, que realmente sea un thriller. Yo creo al personaje le hubiera gustado vivir algo así.
¿Te censuraste en algo?
No. Básicamente, hubo que elegir acontecimientos porque ocurrieron demasiadas cosas alrededor del caso. Hubo que elegir. Censurar no, porque buena parte de lo que puede ser más hiriente de la película viene del libro directamente y ese es el encargo que se me hace, con lo cual he tratado de ser lo más respetuoso con los personajes.
¿Ha cambiado mucho tu vida estos últimos años?
Más o menos vivo igual que antes. No me ha cambiado gran cosa. Es cierto que sí me ocurre eso; voy por la calle y la gente me dice alguna cosa, pero de momento sobre todo son cosas sobre La Isla Mínima y casi siempre son positivas, con lo cual no puedo más que agradecérselo a la gente. Es bonito tratar de llegar al público y ver que recibes el 'feedback', algo de lo que has dado. Por lo demás, yo sigo teniendo más o menos la misma vida y no paro de enganchar un proyecto con otro, últimamente demasiado. Me gustaría parar un poco.