El próximo 30 de septiembre se presentará al gran público la nueva obra del cineasta madrileño Jonás Trueba, La Reconquista. Esta historia sobre el recuerdo del primer amor y el reencuentro de dos viejos amigos que un día vivieron una historia de amor, y ahora, quince años después, deciden tomar unas copas con Madrid de fondo, ya se ha presentado en la Sección Oficial del Festival de Cine de San Sebastián.
En SensaCine hemos tenido la oportunidad de charlar con el joven director, cuyo apellido sonará ya que es hijo del también cineasta Fernando Trueba y sobrino de David Trueba. En esta entrevista, el creador de La Reconquista ha hablado sobre esta nueva obra, lo que ha supuesto para él la grabación de este reencuentro en las calles de la capital, la banda sonora y el esperado viaje al Zinemaldia.
¿De dónde te ha venido la inspiración para esta historia?
Fue una suma de cosas. Lo que intento es que todo lo que sucede en la película cobre sentido. Me apetecía utilizar canciones de Rafael Berrio, creo que en este caso son muy inspiradoras. Escuchas una canción y te apetece hacer una película que suene como ella. También sentí que me apetecía narrar el paso del tiempo en un instante, con esta forma que tiene la película de tener capas. Sentí que la forma de construirla era así, y tenía que ser fiel a esa estructura formal. Poco a poco fui creando la película con los actores y el equipo, no es un guion cerrado, me gusta caminar las calles con todos.
Más allá de todo eso estaba la idea de trabajar el tiempo. Más que una historia de amor, me apetecía contar el inicio de un amor, y como este inicio te codifica para siempre. Sobre todo el primero amor, tiene algo especialmente genuino, algo que forma parte de tu ADN. También quería hablar de las palabras. A veces puedes creer unas palabras y escribirlas, y tiempo después no ser capaz de estar a la altura de ellas, de corresponderlas. La película va surgiendo como una suerte de espiritismo casi.
¿Cómo surgió la idea meter una música de cantautor, más íntima?
Toda la música pasa por las canciones de Rafael Berrio. Para mí es el gran letrista de nuestro país, es el autor de algunas de las canciones más hermosas y poderosas que tenemos y no es tan conocido como debería ser. Me gustó mucho el hecho de que él, que hace esas canciones con esa voz pasada por el filtro de la vida, se adueñase de una película que trata sobre la ingenuidad y la adolescencia, del primer amor. Ese contraste entre la voz y la historia forman un buen hermanamiento.
Recuerdo que Rafael me habló de una canción que había hecho él a finales de los 90, cuando tenía más o menos la edad que tengo yo ahora, y que habla precisamente de eso, se llama 'Siempre somos principiantes'. Habla de ese reencuentro. Cuando la escuché me cautivó, y al final se ha terminado convirtiendo casi en un emblema de la película. De hecho, esa canción se escucha en dos ocasiones: en un cassette de los 90 cuando son niños y en cantada hoy en día por él durante el concierto. Me gustaba poder sentir el paso del tiempo por medio de la voz de un cantante.
Madrid también se convierte en un protagonista más, ¿por qué elegiste esta ciudad?
Es mi ciudad y me gusta pensar que no te puedes desligar de la vida. Es una película como prolongación de tu vida, o intensificación de ella. Al final, Madrid es donde vivo y es una ciudad que amo. Me gusta intentar corresponderla cuando hago una película, en concreto a las múltiples emociones que me genera la ciudad. En mí día a día me gusta imaginar lugares en los que poder rodar una película. Además, quiero reivindicar Madrid como un buen espacio para rodar, algo que quizá no es tan evidente.
En algunas ocasiones has dicho que cuando ruedas una escena es porque te gusta revivir momentos o vivirlos a través de ella, ¿qué momento de la película volveras a vivir o vivirías por primera vez?
Supongo que todas las escenas. Cuando las he hecho intentaba ser consciente de que las viviría, es decir, de que no me iba a levantar dos días después y me iba a arrepentir de rodarla. Por lo que supongo que todas tienen algo de eso. No he intentado contar mi propia autobiografía, sino más bien he querido proyectarme en momentos que podrían haber sido o que te hubieran gustado que fuesen de otra forma o que no fuesen. De alguna manera, cuando ruedas la escena y pasas tanto tiempo con ella en el set y en la sala de montaje, que al final parece que también la estás viviendo. En esta cinta hay varios momentos en los que me gustaría proyectarme, como toda la parte de la adolescencia, aunque no es mi adolescencia la siento muy cercana.
¿Qué parte de la película ha sido más difícil de dirigir: la de los niños o los adultos?
No siento que ninguno de los actores haya sido especialmente complicado de dirigir, pero es cierto que con los adultos siento una cercanía más evidente porque nos conocemos más y hablamos el mismo idioma, por así decirlo. El reto para mí ha sido rodar con adolescentes, me daba más miedo, me preguntaba si nos íbamos a entender bien. Curiosamente es la parte que rodé primero, aunque en el montaje esté al final, y fue un grandísimo placer trabajar con Candela Recio y Pablo Hoyos. También es cierto que trabajaba sobre seguro porque les había elegido tras ver lo buenos e inteligentes que eran. Traté de hacer la película con ellos, la empecé con ellos, y siento que es con los que más he construido la película. Compartimos nuestras dudas. También es cierto que me lancé a ello porque llevaba un tiempo trabajando con adolescentes en un proyecto educativo llamado 'Cine en Curso'.
¿Cómo afrontas el viaje a San Sebastián?
Por un lado considero que es una suerte por lo que te da el Festival como plataforma. Pero por otro también con la fragilidad de saber que es una gran exposición. A veces uno hace las películas un poco inconscientemente de forma personal, y de pronto te ves envuelto en un gran show y te entra un poco de aprensión.
¿Qué has aprendido en tus anteriores proyectos que te haya sido útil para esta?
A ir cada vez más tranquilo, es decir, uno tiene tantas dudas al comenzar que aprendes a convivir con ellas. Al mismo tiempo nunca terminas de aprender, hay que buscar siempre nuevas formas de aprender y mejorar. Es importante sentir la canción, no sistematizar, no sentirte como un profesional nunca. A la vez pienso que esta cinta la he hecho con un nuevo estilo, siento que no dirijo las películas si no que estoy en ellas. En lugar de violentarlas con mis criterios, simplemente generas unas circunstancias y luego voy al rodaje a estar más que a dirigir. El siguiente estilo que quiero probar es no estar en ellas, que tengan la pureza en sí mismas, más que las imponerle uno. A veces veo a directores con grandes estilos que me sorprenden, pero ni me veo capaz ni quiero hacer eso.
El amor como tema clave de tu obra...
El cine está lleno de películas que no hablan del amor, sino que simplemente lo añaden en thrillers, películas de acción o de extraterrestres. Siempre me pregunto por qué quieren hablar de eso, si al final el amor es el único tema. También creo que el amor es una forma de hablar de todo, lo bueno que tiene es que es cambiante, en cada momento lo vives de una manera. Y fíjate que tampoco tengo claro que haya hecho películas puramente de amor, o sea de historias de amor; he hecho más las consecuencias del amor y como uno está en el mundo y el amor está o no contigo. Y aunque no lo esté, su ausencia es fuerte.
En este caso, esta película es más sobre el tiempo, las palabras, la identidad, la lealtad a ciertas cosas que uno ha sido o ha dicho, o a las personas a las que ha jurado cierta lealtad. Me interesaba más eso que hablar sobre el amor. Siendo preciso diría que en lugar de hacer una película sobre el amor es sobre la fidelidad a nosotros mismos.