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    Sitges 2016 arranca en falso con dos gatillazos seguidos: 'Inside' y 'Proyecto Lázaro'

    Miguel Ángel Vivas ha sido el responsable de inaugurar la 49 edición del Festival de Sitges con la insípida 'Inside'. Aunque peor fue la pedrada de Mateo Gil, 'Proyecto Lázaro'. De momento, mal.

    Antes de coger el AVE Madrid-Barcelona, a horas intempestivas, para poder llegar a tiempo al pase de las 9 AM de la película inaugural, me dio por revisar el primer catálogo que tengo del Festival de Sitges. Era el de 2001, la primera vez que vine acreditado como periodista al que, durante muchos años, ha sido mi festival favorito del planeta; el año que inauguró John Carpenter con Fantasmas de Marte, también el primero de Àngel Sala como director del certamen. Pues bien, en 2001 había 18 películas a competición oficial. Algunas de ellas ya son claros referentes del mejor cine contemporáneo: Mulholland Drive de David Lynch o Trouble Every Day de Claire Denis y otras, directamente, se convirtieron en films de culto instantáneo (dentro y fuera del género): Donnie Darko, Battle Royale, Jeepers Creepers. Ya en el tren, consultaba en la web del festival la programación de este año: 30 películas, sólo en la competición oficial. Ya vimos en Cannes la relamida The Handmaiden de Park Chan-wook y la desquiciante (para bien) El extraño de Na Hong-Jin, además, claro, de esa barbaridad llamada The Neon Demon, que parece que sólo nos gusta a los que tenemos serios problemas mentales. Ah, y también vi la de Paul Schrader, Dog Eat Dog, que es un desfase tan pasado de rosca que aún no sé ni cómo tomármelo. Pero, eh, una película con Nicolas Cage y Willem Dafoe inflándose a alcohol, coca, prostitutas y asesinatos brutales no puede ser mala. Del resto, prácticamente sé muy poco o casi nada. Y ya ni siquiera intento entender el resto de secciones: un caos de títulos proyectándose a todas horas en cuatro salas simultáneas, dejándote esa sensación perenne en el festival de que te has equivocado al elegir película. Así que, tiene algo de ruleta americana, elegir la película que se ve a continuación, esperemos que este año haya suerte.

    Un comienzo fallido

    La que no hemos podido esquivar ha sido la película inaugural: Inside de Miguel Ángel Vivas, el remake en lengua inglesa del hit del fantástico europeo (visto en Sitges) Al interior (2007) de los directores Alexandre Bustillo y Julien Maury. Escrita por Jaume Balagueró y Manu Díaz, la película cuenta la aterradora noche que padece una mujer a punto de romper aguas, siendo acosada en su hogar por una psicópata obsesionada por robarle al niño que lleva dentro. Rebajando considerablemente el tono gore de la cinta francesa, y cambiando el terror atmosférico carpenteriano por un toma-y-daca de efectos cercanos al slasher, Inside cae en los suficientes errores -narrativos, argumentales, estéticos- como para que al final uno acabe riéndose allí donde debería estar aterrado. En la parte de los pros, señalaríamos lo estupenda que está Laura Harring -Mulholland Drive sigue siendo su particular one hit wonder- como la Mujer de Negro y un inteligente efecto narrativo a la hora de dotar de sordera a la protagonista con el consiguiente uso del sonido diegético para crear suspense. Poco más hay que decir de esta pequeña película de terror que es incapaz de aguantar el tipo frente a la película original.

    Pero lo peor estaba por llegar. Proyecto Lázaro de Mateo Gil -en competición oficial- fue un mazazo en toda regla, haciendo especial daño a aquellos que seguimos creyendo que Terrence Malick es un genio. ¿Se imaginan cómo sería El árbol de la vida (2011) si la hubiera escrito el guionista de Mar adentro (2004)? Pues algo así es Proyecto Lázaro, donde se trata dar una explicación a qué significa la existencia humana (nada menos), a través de los recuerdos de un hombre resucitado tras ser criogenizado durante casi un siglo. Un seguido de imágenes etéreas mezcladas a modo de batidora oxidada y una pesadísima voz en off omnipresente a lo largo de todo el relato, conjugando flash-backs y flash-forwards sobre lo bonito y triste que es vivir, para llegar a la conclusión seminal de que la vida sólo cobra sentido frente a la muerte. El horror. Si el 'new age' es esto, paren, que me bajo. No es que esté lejos de Terrence Malick, es que ni siquiera se acerca a Mike Cahill. En fin.  

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