Carlos Saura, uno de los directores míticos del cine español, estrena su último trabajo, Jota de Saura. Esta película documental muestra un recorrido por todos los estilos del famoso baile regional aragonés, la jota, desde sus orígenes más arcaicos y puros hasta su versión más moderna, como la jota al ritmo de jazz o las variaciones regionales, como la jota gallega. Esta película pretende afirmarse como un documento que guarde a lo largo del tiempo la historia de la jota al igual que el director ha hecho con otros bailes como el flamenco o el tango. Saura ha dirigido películas como Cría Cuervos, La Caza, Deprisa, Deprisa o Mamá cumple cien años y, con su trilogía musical formada por Bodas de Sangre (1981), Carmen (1983) y El amor brujo (1986), comenzó a interesarse por el cine musical que ha desembocado en Jota de Saura, en los cines desde hoy, viernes 7 de octubre. SensaCine ha podido hablar con el director sobre su última película y sobre sus futuros proyectos.
En la película podemos ver un homenaje a Imperio Argentina (actriz y cantante). Supongo que será algo especial que quería hacer desde hace tiempo.
Yo a Imperio la he querido muchísimo y sus canciones aparecen en varias de mis películas. Tiene una de las voces más bellas que conozco, limpia, preciosa. Y como además sale cantando con Turra, que también es aragonés, pues razón de más para incluirla en Jota como un homenaje hacia ella. Creo que esa parte que canta ella es preciosa y muestra también el objetivo de la película, que es enseñar la jota de otra manera.
Afirmaba en una rueda de prensa que la cultura está olvidada, hay unos impuestos terribles y tenemos dificultades para sobrevivir. ¿Ha corrido peligro en algún momento la película?
Yo es que no tengo que ver nada con la producción, con ninguna de las más de 40 películas que he hecho, excepto La Caza, que la produje con Elías Querejeta. Pero lo de la cultura lo refrendo. Ninguno de nuestros líderes políticos de los diversos partidos ha hablado de cultura para nada y me parece vergonzoso. Cuando vas a China, Estados Unidos, Argentina... ¿Qué conoce la gente? El Madrid, el Barça, y luego Picasso, Miró, Buñuel, Cervantes... Si vas a Japón, Gaudí es como un dios, y eso al final es lo que queda. Los políticos deberían pensar que lo que queda es la cultura, porque el fútbol pasará.
Por fin se atreve con la jota, que es propia de Aragón. ¿Por qué ha tardado tanto en hacer una película sobre la jota? ¿No ha encontrado el momento, no ha surgido?
Me hubiera gustado hacerlo mucho antes porque en Aragón siempre me dicen: “¡Tanto tango y tanto irte a Argentina a hacer la samba y las milongas! ¿Por qué no haces la jota?”. ¡Bueno, pues porque necesitaba un productor! Yo quería haber hecho Jota mucho antes pero no ha habido productora hasta ahora, porque en este país hacer una película no es tan fácil como parece, ni siquiera para mí.
¿Entonces ha cerrado una duda pendiente con su tierra?
Cerrado no lo sé, pero por lo menos creo que he cumplido con ellos, y estaban muy contentos. Ayer se estrenó en Zaragoza y estaba todo el mundo entusiasmado. Espero que valga para que vean que la jota es algo más de lo que ellos piensan y que trabajen para que se extienda más y se favorezca a los que la hacen posible.
En la película intervienen músicos de varias nacionalidades. ¿Se conoce la jota fuera de España? ¿Cree usted que esta película va a ayudar a que la jota alcance la fama que tiene el flamenco?
Tanto no lo sé, pero se ha puesto hace poco en el Festival de Toronto y estaba el cine lleno, y la gente estaba encantada de la vida. No nos engañemos, esto no es Lo que el viento se llevó, es una pequeña película que está hecha con la intención de demostrar que la jota es un ritmo aragonés que se ha extendido por toda España, Latinoamérica y otros sitios, y la única forma de que se forje su futuro es abrir nuevos caminos para que no se quede en una cosa exclusivamente folclórica.
¿Cree usted que la emoción del baile puede mantenerse intacta en la pantalla?
Esos sois vosotros los que tenéis que decidirlo. Yo cuando estoy tras la cámara viendo los bailes, me emociono, en algunos muchísimo. Dependerá de la sensibilidad de cada cual, como todo en la vida. Yo creo que sí, yo creo que hay elementos suficientes para atraer a la gente y que sienta una cierta fascinación por lo que desconoce.
Ha quedado más que patente su pasión por la música a lo largo de los años pero, ¿alguna vez ha intentado usted ser el músico, aprender a tocar algún instrumento, cantar?
Desgraciadamente, me habría gustado cantar como Plácido Domingo o como Los Beatles, y bailar como Antonio Gades. Pero soy un bailaor frustrado, porque cuando era joven intenté bailar flamenco y fui a ver a una profesora gitana que se llamaba La Quica. Fui a su casita blanca, que estaba en los alrededores de Madrid, y me dijo: “Mira, Saura, dedícate a otra cosa”. Y lo he cumplido a rajatabla.
¿Cómo definiría su relación con el cine de ficción actualmente?
Pues muy buena, porque sigo pensando que voy a hacer varias películas de ficción y tengo varios guiones en marcha. A ver si alguno se hace. Lo que pasa es que este tipo de musicales que hago ahora donde no hay argumento me permiten mucha más experimentación, son mucho más divertidos de hacer en mi caso, porque soy un director al que le gusta improvisar y cambiar cosas. En el cine de ficción, que está un poco encorsetado siempre, la historia demanda. Puedes tener un poco de libertad pero estás mucho más limitado, y aquí no hay ninguna limitación. La limitación es la que tú quieras.
Usted es un gran director de actores. ¿Ya no le interesa tanto dirigirles?
No, no. Yo siempre he creído que lo más bonito de mi trabajo es dirigir actores. Trabajar con ellos es precioso porque, cuanto mejores son, más difíciles de tratar. Si son buenos, creo que hay que dejar que hagan su trabajo y corregirlos lo menos posible. Si tienes que dirigir a un actor, mal va la cosa. Con esto de los musicales, yo soy un 'voyeur' que piensa: “A ver cómo hago esto lo mejor posible, que seduzcan”.
Sobre el homenaje a Labordeta, ¿qué unión tenía a la jota y cuál ha sido la forma de meterlo?
Es lo único que no es jota en la película, la única excepción. Es un capricho, porque Labordeta era un jotero estupendo y es una gran figura en Aragón. La canción que aparece, 'Rose Rosae', me parece una preciosidad. Me sentí obligado a incluir esto en la película porque en esa escena hay mucho recuerdo personal de mi educación y de mi infancia con ese colegio en el que está Franco, el crucifijo, el cura José Antonio, la pizarra... Es la parte más autobiográfica de toda la obra. Ese niño era Labordeta, pero podía ser yo, con la guerra de España sobre mi cabeza. Me emociono cuando veo esas imágenes, y no porque lo haya hecho yo, sino porque es un documento de la guerra de España, una guerra tan básica comparada con la Guerra Mundial o con las que tenemos ahora. Pero, al mismo tiempo, mucho más terrible, porque te das cuenta de que la gente huía y se moría igual. Fue una guerra fratricida, entre hermanos y hay mucha gente que quiere olvidarla. ¡Pues no! Hay que recordarla y que no se vuela a repetir. Que sirva de ejemplo.