Juana Acosta (Colombia, 1976) es una de las protagonistas de 7 Años, la primera película española de Netflix que ya está disponible para sus suscriptores. En ella, la actriz, que goza de una larga carrera como actriz tanto en la gran como en la pequeña pantalla, interpreta a la única mujer, Vero, socia junto a tres amigas de una empresa que se enfrenta a graves problemas legales.
Protagonizada también por Paco León, Alex Brendemühl, Juan Pablo Raba y Manuel Morón, la nueva película de Roger Gual (Smoking Room, Remake) narra como un grupo de cuatro socios y amigos ha de tomar la decisión más importante de sus vidas: escoger cuál de ellos asumirá la responsabilidad legal del fraude cometido por todos y cumplirá siete años de condena en la cárcel.
Tu personaje tarta de salvarse desde el primer momento, a pesar de que, como ella misma confiesa, ser la que empezó a desviar dinero. ¿En la vida real trataría de proteger a los demás o así misma?
Yo pienso que Vero no es la más culpable. Ella es la que se ocupa de los números y, aunque fue la que empezó a hacer todo esto, luego los otros la siguieron. Creo firmemente que todos tienen el mismo grado de responsabilidad. Me gusta mucho que la película plantee este dilema y haga que el espectador se pregunte qué haría en esa situación. Es algo que me encanta. Creo que es un dilema moral que se pone de manifiesto y que es muy interesante.
Yo, personalmente, pienso que en una situación como esta deberían pagar todos. Sinceramente. ¿Por qué tiene que pagar sólo uno si todos nos metimos en este lío? Ese es mi punto de vista. Los cuatro tienen que ir a la cárcel.
La reunión que protagonizan los personajes en la película es bastante tensa. ¿Esto afecta al clima del rodaje?
En absoluto. Todos nos ponemos a favor de la historia, a favor de la situación, y cada uno asumiendo el color que tiene que jugar, lo que cada uno tiene que aportar a la película. Y el color de cada uno es diferente. En mi caso soy la única mujer, lo que para mí ha sido un desafío también. Una mujer que quiere ser una más en este grupo de socios. Junto a Roger, quisimos hacer una mujer un poco masculina, incluso en la elección del vestuario. Ella viene de una boda, pero viene en pantalones, no con un vestido de señorita. Ella ha asumido el rol de ser uno más en su empresa. Pero es que es una mujer, y al final eso acaba saliendo.
Vero es una mujer que no sabe gestionar su mundo emocional, que ha descuidado su vida personal, que le ha dado prioridad a su empresa durante toda su vida, que ha sacrificado la maternidad o el tener una pareja. No le ha dado espacio a esas cosas porque ella con lo que está es con su empresa, con conseguir más... Casi hablamos de tiburones. Son altas esferas, son personas que ganan mucha pasta, porque la gente que tiene cuentas en Suiza es porque tienen muchísimo dinero. Son cabezas donde los valores comienzan a estar un poco desvirtuados, donde una situación tan límite como esta lo que hace es sacar a flote lo peor de cada uno de ellos. Esta situación saca su ambición, su ego, el deseo de poder, el siempre querer más.
¿Cómo te llega el proyecto de hacer 7 años? ¿Supiste desde el principio que iba a ser la primera película española de Netflix?
Sí. Lo supe desde que me lo ofrecieron. Lo que no tenía era tanta consciencia de lo que eso implicaba, de lo que eso significaba. Y la verdad es que de alguna forma me da un poco de vértigo, aunque también me apasiona que la película vaya a tener tanta visibilidad. Que estrenes una película y que 83 millones de espectadores tengan la posibilidad de verla y en 190 países da un poco de vértigo.
Pero mi lado más romántico echa un poco de menos que la película pueda ser disfrutada en pantalla grande. Pero hoy por hoy, y si te pones a preguntar sobre todo a la gente joven, las personas ven las películas es en las plataformas. Las películas duran muy poquito en cartelera. Una película española dura, por lo general, tres semanas y si llega a un mes ya es un éxito. Estamos hablando de muy pocos espectadores. Y al final la gente acaba viendo las películas en las plataformas.
Que un contenido local tenga la posibilidad de llegar de una manera global, y tan brutal, es bastante impresionante. Que Netflix esté apostando por el cine español, que Netflix esté empezando a hacer películas aquí es algo muy importante. Sobre todo para la industria.
¿Cuál es tu serie estrella de Netflix?
Sinceramente, para mí es Narcos. Soy colombiana, así que para mí ver Narcos ha sido como un revival, como un déjà vu. Porque yo esa época la viví en mi país. Según la veía se me ponían más los pelos de punta, porque era como revivir el horror que yo viví en mi país en aquella época. Además está muy bien hecha y creo que los actores están muy bien, aunque también es verdad que al principio me costaron un poco los acentos, porque yo, siendo colombiana, escuchar a tantos actores latinoamericanos, tantos acentos diferentes, pero luego está tan bien hecho y tan bien contado que ya no seguí pensando en ello.
Ahora han anunciado la producción de futuras nuevas temporadas basadas en otros cárteles de la droga. ¿Te gustaría fichar por Narcos?
Si me llegase la posibilidad, me gustaría, por supuesto. Estaría bien.
¿El hecho de que una película esté rodada en una única habitación supone un reto mayor para los actores?
Para mí la película ha sido un reto de principio a fin. Es una película de actores, como te puedes dar cuenta. El hecho de que esté rodada en un mismo espacio, con un mínimo de decorado, sin cambios de luz, ni de vestuario. Era llegar allí y no parar de rodar. Todo hecho con cámara en mano. Y el nivel de concentración tenía que ser brutal, porque tenías que estar metido en la situación todo el rato. Lo bueno es que yo tenía la suerte de tener a unos actorazos a mi alrededor que casi eran como unas clases de interpretación permanentes.
También fue un regalo el poder rodar cronológicamente, porque vas teniendo una continuidad emocional que es muy precisa. El día antes de empezar a rodar la película hicimos un ensayo general e hicimos la película entera, así que esa fantasía que tengo yo siempre al finalizar una película de que 'ahora estoy lista para empezarla', Roger la cumplió. Además nos dio la posibilidad de hacerlo con libertad, podíamos improvisar... Y obviamente ya teníamos a nuestros personajes muy agarrados, así que todo lo que surgía y todo lo que venía era muy acorde a la acción y a lo que tenía que pasar. Fue casi como un laboratorio. Ha sido una de las experiencias más potentes, artísticamente hablando, de mi carrera, porque era estar allí con todos todo el rato. Ha sido una muy linda experiencia.
Se intuye una magnífica relación y química con tus compañeros de rodaje.
Manuel Morón fue mi profesor en la Escuela de Juan Carlos Corazza y encontrarme con él, a quien además adoro y somos amigos, para mí era como 'Guau'. Qué maravilla verle trabajar con esa delicadeza, como iba llevando su continuidad... Es fascinante verle trabajar. Paco León, que siempre me ha parecido un crack con una cabeza brillante, aportaba mucho al guión durante el proceso de ensayos. Fue maravilloso además verle trabajar en un registro tan diferente a lo que él estaba acostumbrado a hacer, porque aquí de gracioso no tiene nada. Juan Pablo Raba y yo hicimos juntos la última serie que yo hice en Colombia, él era mi coprotagonista y hace ya 16 años, así que fue un encuentro muy bonito. A Alex Brendemühl le admiro muchísimo, hicimos juntos Santuario hace un par de años, en la que él hacía de Txomin y yo de Yoyes, y encontrarnos aquí también ha sido muy especial. Y más con toda la historia que tienen detrás nuestros personajes. De hecho, creo que el hecho de haber trabajado juntos nos ayudó a crear todo ese pasado en común. Bueno, y también está Roger, que es un director al que le gusta mucho el trabajo de los actores, que nos escucha, que durante el proceso de ensayos estaba con el ordenador cambiando cosas, afinando el guión, afinando las relaciones. En definitiva, ha sido un regalo.