En El faro de las orcas, Maribel Verdú, en el papel de Lola, se traslada a la Patagonia para conseguir que su hijo autista sea un poco más feliz con lo único que le hace sentir empatía: las orcas. Cuando llega allí se encuentra con Beto, un biólogo algo cascarrabias que ha saltado a la fama por nadar entre estos animales, algo completamente prohibido.
Nada de lo que ocurre en la ficción se parece a lo que pasó detrás de las cámaras. SensaCine ha podido hablar con los protagonistas, Verdú y el argentino Joaquín Furriel, y ambos nos contaron que, al contrario que en la película, el pequeño Tristan -interpretado por Quinchu Rapalini- es un niño muy extrovertido y alegre. Además, aunque Lola y Beto tienen una relación accidentada al principio, los actores que les dan vida hicieron muy buenas migas.
El rodaje tuvo lugar entre la Patagonia y Fuerteventura, dos sitios completamente diferentes que no sólo impactaron a los actores por su belleza natural, también les enseñaron otro modo de vida. La actriz española nos cuenta, entre otras cosas, los problemas que tenía el equipo para tener agua y poder ducharse. Aún así, Verdú asegura: "Para mí ha sido la experiencia de mi vida, así te lo digo. Yo volvería a rodar la película cada año. Cada año, dos meses, a seguir contando historias de Beto".
En cambio, para Furriel lo sorprendente ha sido rodar en Fuerteventura: "Recuerdo lugares en Fuerteventura bellísimos. El sur de la isla tiene unos atardeceres que son memorables para mí. Yo no lo conocía, así que me fascinó".
El verdadero Beto Bubas
Más allá del paisaje natural y la entrañable historia, lo que más sorprende de El faro de las orcas es que está basada en hechos reales. El equipo tuvo la oportunidad de trabajar codo con codo con el verdadero protagonista de los hechos y, al igual que se ve en la película, ha sido perseguido por su pasión hacia estos animales.
"En principio, la película es una historia sobre él. Él escribió el libro Agustín Corazonabierto, que es una visión muy metafórica de la experiencia que él vivió y una de las principales cosas que creo que nos van quedando es que alguien que vive, aparentemente, en un lugar tan alejado del mundo, conectado con la naturaleza como está conectado Beto, puede comunicar con todo el mundo", explica Furriel.