The Killing of a Sacred Deer trata de la extraña relación que un cirujano y su familia mantienen con un adolescente. La extrema cortesía que rodea sus primeros encuentros va dando paso a una situación cada vez más tensa y enrarecida, revelando una terrible historia de venganza y sacrificio. "Quería explorar cómo es la naturaleza humana cuando nos enfrentamos a grandes dilemas -explica su director, Yorgos Lanthimos. Es una cuestión que forma parte de la historia de la humanidad: cuando preparábamos la película, descubrimos que nuestro argumento poseía un paralelismo con la tragedia de Ifigenia -de Eurípides- y, como griego, me pareció interesante entablar un diálogo con algo que está tan arraigado en mi cultura".
Pese a lo sombrío de esta premisa, en Cannes Lanthimos, acompañado por los actores Nicole Kidman, Raffey Cassidy, Barry Keoghan y Sunny Suljik -solo faltaba Colin Farrell, cuya llegada a la Croisette se espera que sea inminente-, ha querido presentar la película como una obra mucho más bienhumorada de lo que podría parecer. "Las cosas que aparecen en la película se vuelven brutales por acumulación -ha reflexionado en rueda de prensa. Durante el rodaje, tratamos de divertirnos tanto como pudimos, sin magnificar lo que estábamos haciendo. Lo importante era tener presente que el tono de la película es el de una comedia, y que el resultado final debía ser distinto a lo que estamos acostumbrados a ver".
"El guion me dejó hipnotizada"
Un objetivo que, según Nicole Kidman, el filme logra totalmente. "El guion me dejó hipnotizada y, cuando vi el montaje final, corrí a decirle a Yorgos que nunca había visto nada igual". Preguntada por su tendencia a embarcarse en proyectos arriesgados y rompedores, la actriz ha explicado que suele elegir los papeles según su deseo de trabajar con determinadas personas. "Cuando vi Canino -la película con la que Yanthimos se reveló a nivel internacional-, quedé totalmente impactada. Y este precedente hacía que fuera consciente de los riesgos que supone escoger trabajar con un autor determinado, pero me parece bien. Como actor, eres tan bueno como los papeles que te ofrecen, y en ningún caso debes ser un obseso del control: has de poder entregarte y ser moldeada durante el proceso de creación del personaje. Personalmente, me gusta apoyar a debutantes y personas que prueban cosas únicas. Trabajo mucho más de lo que realmente necesitaría, porque es mi pasión. Sigue siendo mi manera de expresarme, y me sigue apasionando el cine, y cómo te puedes sentir transportada en una sala oscura". Con estas últimas palabras, Kidman puede haber hecho una velada alusión al debate sobre la vigencia de las salas de cine en tiempos de 'streaming' que está marcando el día a día de Cannes.
La protagonista de Eyes Wide Shut y Los otros también se ha referido a cómo es combinar una agenda laboral tan intensa con su vida familiar, y sobre la relación que sus hijas más pequeñas tienen con sus películas. "A veces acepto hacer alguna película que mis niñas puedan ver, como Paddington. Recuerdo que, al verla, mi hija pequeña quedó totalmente impactada, porque en el filme yo era la villana. Pero, en realidad, ellas no ven la mayor parte de las cosas que hago, porque trato de mantener mi familia separada del trabajo. Y, desde luego, ¡no voy a llevarlas a ver The Killing of a Sacred Deer!".