Fueron varios los países que decidieron que El código Da Vinci no era apto para sus salas de cine. China, Samoa, Filipinas, Pakistán, Líbano y hasta las Islas Salomón censuraron la película después de ver una proyección previa al estreno oficial.
En su mayoría prohibieron su llegada a los cines porque creían que el filme estaba lleno de "contenido blasfemo" y que iba en contra del cristianismo que promovían.