Según recoge WhatCulture, el periodista -y amigo de JK Rowling- Greg Palast reveló que la escritora quería escribir la escena final de manera aún más épica. Voldemort iba a 'armarse' con una "maldición especial más poderosa y definitiva que el Avada Kedavra con el que había fallado al matar a Harry cuando era niño". El hechizo se llamaba "Oppugno Mortimbessios".
Al parecer, Voldemort tomaría los poderes de cientos de besos de dementores, que habría aprendido a manejar y sacar de su varita. En lugar de asesinar a Harry, lo habría "congelado en el lugar, Harry sería encapsulado para la eternidad en el momento de su humillación y derrota, un aterrador monumento honrando la victoria de Voldemort para que todo el mundo lo vea".
Cuando Harry comienza su último viaje hacia el bosque, se encontraría con los padres de Tom Riddle, quienes ofrecerían su protección a Harry. Al ver a sus padres, Voldemort "aullaría como si le cortaran en dos" y lanzaría el hechizo, pero los fantasmas de sus padres irían a por él y lo transformarían en un niño de nuevo. El hechizo rebotaría y lo congelaría para siempre en su forma infantil rodeado por los brazos protectores de sus padres.
Solo son las palabras de Palast, quien asegura que Rowling se lo confesó, por lo que no ha sido confirmado, pero habría sido un buen final, ¿no?